¿Celebración de la mediocridad?
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Pareció ser la gran noticia de esta semana. Monreal, el hábil operador político, consiguió lo que parecía imposible: consenso absoluto en medio de la mayor polarización. Un día sí y el otro también, los medios publicaban fotos para documentar su astucia y generosidad.
Mientras la Cámara de Diputados y el líder parlamentario de Morena hacían gala de su apoyo total a la militarización de la Guardia Nacional; en el Senado –gracias a Monreal– todo parecía diferente, pondría un alto al despropósito. Según este discurso simplón, las fuerzas políticas se pusieron de acuerdo y evitaron la militarización.
Era de esperarse una fuerte reacción del Presidente que, lo sabemos, tiene poder de veto. Días antes de la votación en el Senado, el Ejecutivo había mostrado una postura firme, felicitando a los diputados de Morena por la aprobación del proyecto original. Pero las dudas se disiparon cuando el Presidente respaldó la votación de los Senadores y dejó colgados a los Diputados de Morena que ahora se retractan de su primera votación.
En una primera reacción al cambio de señal que vino del Senado, el líder de los diputados de Morena reiteraba su rechazo a las modificaciones realizadas por los senadores y daba todo su apoyo al proyecto original. Pero la línea es la línea y no tardó en llegar. El desacuerdo sembró confusión y molestia en Morena. ¿Era un caso de falta de comunicación o una acción premeditada de rebeldía en unos, y de acuerdo con el Presidente en otros? Por lo pronto, Monreal se anota un punto más en la carrera hacia 2024. Mientras que sus rivales, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México se las ve negras gobernando esa urbe tan complicada; y el Canciller se bate en solitario por una salida incluyente, de reconciliación para Venezuela.
¿Por qué se echaron atrás el Presidente y su partido? ¿Tendremos, en verdad, mando civil? Apenas se evitó que la militarización se consolidara en el texto, dejando la puerta abierta en los artículos transitorios para que el Presidente defina el mando que le acomode.
Hablando en plata, nada cambia. La estrategia militar sigue estando en manos de AMLO. La oposición que, por primera vez en esta Legislatura, brilla y festeja, presume a los cuatro vientos que evitó la consolidación legal y permanente de la militarización de la seguridad pública, en realidad sólo evitó un mal que pudo ser mayor, peor de lo que hoy tenemos y se planea, pero sin evitar los males que afectan y seguirán afectando a millones de mexicanos.
¿Tendremos, por fin, una policía civil con estrategia y capacidad? No. ¿Contaremos con policías capacitados, formados y bien remunerados? No lo sé. ¿Desaparecerá la tortura, la violación de derechos humanos y la impunidad? Lo dudo. Estamos, a todas luces, frente a una celebración desproporcionada, muy propio de políticos urgidos de hacerse presentes en las redes sociales, para posicionarse, para hacernos creer que son eficientes y distintos de sus predecesores. Mucho ruido, pocas nueces, gatopardismo de medio pelo, para que todo siga igual.
Con mando civil o militar, la Guardia Nacional será lo que el Presidente quiera, lo que cruzado con un más gordo catálogo de delitos que permiten la prisión preventiva, será una mezcla harto peligrosa que nos llevará por el camino tantas veces recorrido y tantas veces fracasado. O persiguen fines ocultos o sencillamente son necios, no veo otra forma de explicar este afán de repetir errores conocidos. Ahora sí, todos los partidos serán responsables de la agudización de la inseguridad pública.
Vendrán los crímenes de alto impacto. Las estadísticas de homicidios y delitos llamarán nuestra atención, nos indignaremos, las redes sociales se saturarán de nuestras quejas y denuncias. Los medios de comunicación se harán eco de la avalancha de memes.
El Presidente y sus subalternos tendrán que regañar, exigir y manotear a comandantes y operadores para que atemperen la inseguridad reinante. Ello obligará a buscar resultados vistosos y rápidos; naturalmente se harán de lado los protocolos y el cuidado de las formas.
Las policías y el ministerio público sin tiempo para andar investigando, usarán la táctica que conocen y siempre les ha funcionado: capturar sin sustento alguno para mostrar logros que satisfagan al político y a los medios.
Ahora que son más los delitos de prisión preventiva, el acusado no podrá salir bajo fianza. En muchos casos habrá tortura y el detenido acabará confesando culpas ajenas. Se incrementarán las detenciones, pero no se abatirán los delitos porque no se detiene a los culpables, sino al primero que se tiene a la mano. Los políticos volverán a la cargada, los ministerios públicos, también.
Todas las semanas veremos un gran número de detenidos, pero la cifra de delitos continuará a la alza. Es la misma novela que leímos antes. No entiendo por qué tanto festejo, a menos que estemos celebrando la mediocridad.
@chuyramirezr
Facebook: Chuy Ramírez