Claves para dialogar en familia
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A muchas familia unidas y amorosas nos cuesta trabajo conversar abiertamente sobre algunos temas. Tenemos historias ocultas, secretos, costumbres y hasta asuntos “innombrables” los cuales generan mucho desgaste en las relaciones. El reto para vivir en el presente más ligeros de equipaje es aprender a tener diálogos abiertos y directos sin miedo a ofender o a generar conflictos.
Aprender a hablar de “lo bueno, lo malo y lo feo” es para mí la mejor herramienta que una familia puede desarrollar para conectarse y resolver de manera propositiva la vida.
En ocasiones escucho a padres (e hijos también) obsesionados con el concepto de “armonía familiar” al grado de no ser capaces de mostrar una opinión distinta sin sentir que están boicoteando la alegría en el hogar. Una buena comunicación familiar nos permite ser capaces de abordar temas alegres y esperanzadores, pero también temas que duelen, promesas no cumplidas y hasta acuerdos que ya caducaron y deben renegociarse.
Les comparto las siguientes recomendaciones, todas muy posibles de aplicar en la próxima charla familiar si hay un interés y compromiso por mejorar la comunicación:
Escuchen para comprender, no para responder. Quien solo capaz de escuchar para rebatir un punto no está verdaderamente comprometido con la relación, sino con ganar la discusión. Esto siempre aleja del objetivo.
Escúchense todos hasta el final y sin interrumpirse. Inviten a los que hablan menos a hacerlo en un ambiente de respeto y si eres de los que toma el micrófono y no lo suelta, muestra que eres capaz de regularte y escuchar.
Si van a ejemplificar con experiencias pasadas, frenen sus ganas de traer aquellas que contaminan la conversación que está ocurriendo ahora. Busquen experiencias que abonen y eleven el autoestima familiar.
Tengan paciencia. Habrá buenas y no tan buenas conversaciones a lo largo de la vida.
Recuerden que no solo se conversa con palabras. Nuestras posturas, gestos y emociones complementan también participan y tienen un efecto muy poderoso. Sean conscientes y responsables de esto.
Cuando logren hablar sin discutir de algo que antes siempre terminaba en pleito celébrenlo, esto anima el espíritu de unión y el amor.
Finalmente, todos en casa debemos saber que una buena conversación no es aquella que termina en una resolución feliz y perfecta. Una buena conversación es aquella en donde fuimos honestos, respetuosos, nos sentimos escuchados y logramos de alguna manera abordar temas que nos preocupan y nos están pidiendo crecer al plantearnos nuevos retos.
Tarea personal: observa cómo hablas y escuchas a tu familia y amigos. Suelta lo que no funcione y enfócate en lo que viene. Tienes muchas conversaciones por delante que requieren de ti para construir lazos duraderos en tu vida.