Coahuila y el centralismo energético
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Coahuila de Zaragoza es un estado independiente, libre y soberano en lo que toca a su administración y régimen interior; así lo dice su constitución política. Esta definición que parece profundamente federalista, no lo es cuando se analiza cómo se reparten las atribuciones entre el Gobierno Federal y el Gobierno del Estado. Esto, por supuesto, aplica a todas las entidades federativas. En México padecemos de un sistema político centralista que inhibe, cada vez más, la participación de las autoridades locales y de la sociedad en el planteamiento y solución de los problemas nacionales. Si bien desde la década de los ochenta se inició un proceso de descentralización para trasladar atribuciones y responsabilidades a estados y municipios, en administraciones recientes se ha dado marcha atrás en temas tan importantes como el educativo, de salud y aun en el electoral, bajo el argumento de malos manejos de autoridades locales.
En el caso del sector energético el centralismo se agudiza aún más. Todas las decisiones relevantes en torno a los proyectos mineros, de hidrocarburos y de energías limpias se toman desde el centro. Las autoridades municipales participan autorizando el uso de suelo y trámites menores. Los gobiernos estatales prácticamente quedan fuera de las decisiones.
Coahuila fue dotado por la naturaleza de amplios recursos naturales vinculados al sector energético. Durante más de 100 años ha producido carbón, primero como combustible esencial para mover personas y mercancías por ferrocarril; después como insumo para la producción de acero y más recientemente en la generación de energía eléctrica. Las reservas de carbón pueden mantener la actividad minera por 90 años más. Los recursos renovables, como los eólicos y solares pueden generar 11 por ciento de la electricidad que requiere México en las condiciones actuales. De gran relevancia son las reservas de gas que posee el estado, que representan 45 por ciento del total nacional, siendo México la sexta potencia mundial en reservas de este hidrocarburo.
El desarrollo económico futuro de Coahuila y del País estará basado en el aprovechamiento de sus recursos energéticos. Qué bueno que el Estado tenga volúmenes importantes de estos recursos, qué malo que no dependa de los coahuilenses qué hacer con ellos; y qué malo también que las autoridades federales no definan políticas públicas claras sobre su aprovechamiento. En el caso del carbón, la Sener menciona que se descarbonizará el País debido a los altos índices de contaminación que este combustible produce al generar energía eléctrica. Por su parte la CFE reinicia las compras de carbón, aunque sea sólo por unos meses, como paliativo a la crisis que vive la región carbonífera. Para nada se habla de la tecnología, ya en uso para abatir las emisiones de gases a la atmósfera, y sí, en su caso, cerrarán las cuatro plantas carboeléctricas, dos de ellas ubicadas en el norte de Coahuila y las dos restantes en Lázaro Cárdenas, Michoacán. En materia de energías renovables se menciona que son prioritarias para el País, pero se suspenden las subastas de largo plazo bajo el argumento de no convenirle a la CFE comprar energía a empresas privadas. Al respecto, cabe señalar que los precios por kilowatt hora que venden a CFE las empresas privadas son significativamente menores comparados con los precios a los que produce la CFE y vende a hogares y empresas. Con relación al aprovechamiento de gas de Coahuila la situación es más grave. De una parte, el Gobierno Federal señala como política prioritaria disminuir la dependencia energética del País respecto de las elevadas importaciones de hidrocarburos y, de otra, menciona su intención de no utilizar la técnica de estimulación hidráulica necesaria en la producción de gas y petróleo, no convencionales. En el caso del gas, México produce sólo el 15 por ciento de los que consume. El restante 85 por ciento lo importa de Estados Unidos, principalmente de Texas. Además, con ese gas importado se genera 70 por ciento de la energía eléctrica que consumen millones de hogares y empresas mexicanas.
La posición del Gobierno Federal de no aprovechar estas reservas de gas por razones ambientales, no claramente sustentadas, no ha sido debatida entre autoridades y expertos en la materia, aunque estos últimos coinciden en que la normatividad establecida y los avances tecnológicos permiten el uso de estimulación hidráulica con bajos impactos en el medio ambiente, tal como lo sostiene el Premio Nobel de Química Mario Molina Enríquez.
Cada día que pasa México se hace más dependiente del gas importado y se incrementa el riesgo de seguridad nacional. Mantener esta postura podría significar la paralización productiva del País, y una gran afectación en la calidad de vida de millones de familias. Un verdadero suicidio económico. Mientras tanto Coahuila no puede participar, así sea de manera concurrente con el Gobierno Federal, ni siquiera en la definición de las tecnologías que deban ser utilizadas en el desarrollo de los proyectos energéticos. Coahuila como estado libre, soberano e independiente debe esperar a que desde el centro se decida su futuro económico.