COVID-19: del aislamiento a la reapertura
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La imparable propagación del coronavirus, hizo que los países actuaran de diversas maneras, es decir, existe bastante heterogeneidad en cuanto a plazos y medidas de confinamiento.
Para muchos países, de manera particular para los de América Latina, es una decisión difícil llena de incertidumbre _lo es también para los gobiernos y la iniciativa privada_ el tratar de volver a la “normalidad”. Cuestiones tan importantes en un país, en una sociedad, como la reactivación económica, la convivencia social, el ocio en espacios públicos… son las principales complicaciones que hoy presentan países como México.
La imparable propagación del coronavirus, hizo que los países actuaran de diversas maneras, es decir, existe bastante heterogeneidad en cuanto a plazos y medidas de confinamiento. Por ejemplo; “países, como México, Jamaica, Uruguay y Belice, no introdujeron medidas obligatorias, sino solo recomendaciones de cumplimiento voluntario. Otros países, como Chile, República Dominicana, Brasil y Guatemala, decidieron realizar aislamientos localizados o ceder a las autoridades locales, las decisiones sobre el confinamiento” (BID 2020).
Nuestro país, comenzó sus medidas de distanciamiento a finales del mes de Marzo, con un sistema de aislamiento parcial, en donde se advierte a la sociedad, salir solo lo indispensable, con las medidas sanitarias pertinentes y en su defecto, a quedarse en casa.
Ahora bien, hoy los gobiernos de todos los niveles en nuestro país, se enfrentan a una decisión difícil bajo cierta sospecha y preocupación. Particularmente, considero que será la decisión política más trascendente que deberá tomar (con todo y sus ajustes) principalmente el gobierno federal, secundado por las medidas y acciones de los gobiernos estatales. Los planteamientos, deben de ir encaminados principalmente a preservar vidas por un lado, y por otro, a los costos económicos que esto ha causado en la sociedad en general, en las cadenas de producción, en los comercios, en la economía informal, pero principalmente de manera severa (con todos sus asegunes) entre la población económicamente más vulnerable. Dicho de otro modo, los acuerdos, algunos ya en marcha, tendrán que equilibrar el proteger la vida y cuidar los medios de subsistencia.
Por otro lado, creo que no se sabe a ciencia cierta, como la reapertura (económica) originará una recuperación rápida del empleo y del producto interno bruto. Tampoco nadie sabe como es que la sociedad en general va reaccionar a la reapertura. Una cosa es abrir restaurantes y cines y la otra es si la gente realmente vaya. ¿qué partes de la economía abrir? ¿cuándo abrirlas? Y ¿Cuándo dar un paso atrás? Son interrogantes que los políticos y los especialistas en diversas materias como la economía y la salud, deben responder sin vueltas a la sociedad.
Sabemos que países como México, poco tienen que ofrecer en sistemas de cobertura y protección al desempleo y en matería de políticas para preservarlo. De hecho, según un artículo de la OCDE, nuestro país, es uno de los que más sosten tienen para aplicar estas medidas, respecto a otros países de América Latina. Pero en nada se compara al 16% del PIB que los países desarrollados han destinado, o se encuentran por aplicar, para este tipo de medidas.
Comenzamos un camino no menos dificil que el anterior, pero aprehendiendo de países que se vieron inmersos en esta pandemia primero que México, puede ser una ventaja considerable para recoger distintas experiencias. Creo que hoy, es de suma importancia para nuestro país, mejorar la coordinación y la gestión entre los diferentes niveles de gobierno, sectores económicos y sociedad civil. Un ejemplo de ello es, el uso de la tecnología en espacios como la educación, el abastecimiento de infraestructura e insumos de salud, un control de los casos con sus distintas variables, una reapertura económica de manera selectiva y sobre todo, el papel clave y sustancial de la Administración Pública y de las decisiones políticas para acelerar una relativa normalidad.