George, Mark & Jack
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George Soros, Mark Zuckerberg y Jack Dorsey tienen varias cosas en común. Los tres son hombres blancos, archi-billonarios en dólares, con fortunas ligadas a la cibernética (ciencia del control y las comunicaciones) y los tres ansían deshacerse del presidente Donald Trump.
George es un financista de 90 años, autor de la Teoría de la Reflexividad, o sea la influencia mutua entre un sistema y su entorno. Su teoría cibernética le permitió anticipar movimientos telúricos en la bolsa de Nueva York y apostar millones sin gran riesgo. Ahora quiere instalar un gobierno mundial y Estados Unidos le estorba.
Los billones de los muy jóvenes Mark y Jack fueron adquiridos “pegándole al gordo” con Facebook y Twitter. Geniales… y afortunados porque sus “followers” son simultáneamente el producto que venden. Ambos son socialmente desadaptados, pero juegan a tener poder real.
Trump es el custodio de dos documentos que George, Mark y Jack quieren incinerar públicamente: la Declaración de Independencia y la Constitución de los Estados Unidos de América. Estos documentos son el código genético del único sistema de gobierno del mundo basado en el “derecho natural” del ser humano a la vida y la búsqueda de la felicidad que planteó Thomas Jefferson. Conceden al pueblo el poder total sobre su gobierno mediante los controles llamados “elecciones libres”, el “sistema de pesos y contrapesos”, y bajo la supervisión de las “libertades de expresión, prensa, religión y de posesión de armas.”
¿Estaremos acaso frente al “billionaire’s remorse”, un remordimiento social que sufren algunos nuevos ricos? Parece más un caso de envidia. Desde Vietnam en adelante, los medios de difusión y los maestros universitarios “liberales” predicaban incesantemente contra la discriminación racial, la desigualdad de oportunidades, el gasto militar en guerras interminables y el cochinero del amafiamiento político en Washington.
Contra todo pronóstico, otro billonario extrovertido y optimista a morir de nombre Donald Trump, se atrevió a montarse en esa plataforma de cambio radical, y ganó la elección presidencial de 2016. Pero amplió la receta: no más déficits comerciales con China, y no a subsidiar la seguridad de Europa mediante la OTAN. También: bajar impuestos, y desburocratizar la economía. A los negros y chicanos les dijo: “nada pierden” si me apoyan. Y les dio a probar lo que nunca soñaron.
George, Mark y Jack no son tontos. Atacan los puntos de palanca que sostienen al sistema americano. George financia a los revoltosos que destruyen monumentos y cultura. Mark y Jack simplemente esconden verdades estorbosas. Por ejemplo, el tráfico de influencias de la familia Biden: Joe, su hermano Jim y su hijo Hunter. Facebook y Twitter rechazan publicar “posts” y “tweets” sobre el cúmulo de pruebas de las ilegalidades de Biden.
El martes próximo, Trump tratará de defender la Constitución, “contra enemigos externos y domésticos”. Estos últimos son: George, Mark y Jack, más los fake news, los maestros socialistas y muchos jóvenes idealistas de buena fe, también de los aborteros, los enemigos de la religión, los legalizadores de drogas y los taladores de los departamentos de policía.
Hay otro Jack, el golfista de apellido Nicklaus, que se atrevió a manifestar su voto. Trump “ha tratado de ayudar a gente de todo tipo por igual”. Y aclaró: “Este no es un concurso de personalidad”. En 2016 pronostiqué que Trump ganaría. La valentía de Nicklaus me confirma que ganará Trump de nuevo.
Si Trump pierde, sería por el voto de cientos de miles de jóvenes, en contra de su persona. Ellos, más George, Mark y Jack (Dorsey) tienen todo el derecho de crear un nuevo orden. Adelante, les sobra dinero con qué pagar y talento para rediseñar un gobierno. Háganlo de frente, dando la cara. Lo que no se vale es incinerar la Declaración de Independencia y la Constitución –porque eso harán Joe y Kámala– sin proponer algo que funcione mejor. Las propuestas de los demócratas socialistas extremistas sirven para tirar el orden establecido, pero no para “reconstruirlo mejor” como predica Joe Biden.
javierlivas@gmail.com