Justicia penal mexican style: perdón a los delincuentes y más evidencias a víctimas
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“La confesional es la reina de las pruebas”, me habían enseñado mis insignes maestros de Derecho Penal I y II en Jurisprudencia Saltillo, los abogados Manuel Horacio Cavazos y don Antonio Flores Melo, y durante años me tocó sufrir las consecuencias.
Mi afecto se dirigió al Derecho Laboral, pero en el inter de la definición atendí algunos asuntos penales que terminaron por desilusionarme de lo aprendido, en atención a los evidentes abusos de esa práctica de los policías judiciales en los tiempos en que era válida la prueba confesional, ante ellos, como base de las consignaciones ante los juzgados.
¿Cuántos cientos de miles de inocentes pisaron la cárcel y fueron refundidos en esa práctica?, al menos en mi corta experiencia me tocaron nueve casos de tortura comprobada con los métodos antiguos de la chicharra, el tehuacanazo, el buzo y el trenecito.
Lo más extraño es que, aun comprobada la fe de lesiones de los detenidos ante el juzgador, la constante era sujetarlos a procesos por la confesional, inclusive como única prueba.
La evolución del Derecho Penal mexicano fue expedita a finales del siglo 20 que pasó del oscurantismo de las catacumbas inquisitorias de la tortura al “mírame y no me toques” del moderno Sistema Penal Acusatorio que pide perdón a los delincuentes y exige a las víctimas más evidencias cada día.
Pero, por si no lo habían notado, en el antiguo y el nuevo derecho la autoridad siempre queda salva y sigue imperando la ley del billete como solución maravillosa.
Cárceles llenas de gente pobre, cuya estadía cómoda depende de la inversión del reo a repartir entre los dirigentes y celadores, los ejemplos sobran de delincuentes aun en los penales de máxima seguridad.
La otra parte de la trapacería depende hoy también de la vejez, ya que aun cuando se trate de un delincuente reconocido y sentenciado, con recursos económicos podrá disfrutar de su casa a la vez de cárcel, en un recurso mañoso que se inventaron los del antiguo régimen, dicen los del gobierno de cuarta, pero que aplican a beneficio de sus aliados, también delincuentes.
Primero fue la Maestra Gordillo y sus servicios a la nueva nomenclatura, que más bien era la de Salinas, pero que ahora le prestó al Peje presidente. Hoy día, el exgobernador Villanueva Madrid, que publica en sus medios: “Deseo informarles con profunda alegría que hoy por la noche me llamó el Consejero Jurídico de la Presidencia, el licenciado Julio Scherer, para informarme que el Tribunal que tiene a su cargo mi caso, había emitido un acuerdo ordenando mi traslado a la casa. Imaginen lo que siento después de 21 años y casi tres meses sin pisar mi hogar, con 19 años de cárcel, cuando soy inocente de lo que me han acusado”.
“Summa juria, summa injuria: exceso de justicia, exceso de injusticia”, dicta un adagio que hoy es condena a un régimen que va asomando sus verdaderas intenciones de quedarse con todo y por un buen tiempo. ¡Vaya cosa!