La paz futura

Politicón
/ 9 febrero 2016

Sin importar cómo se miren los datos, México es un país terriblemente violento. Sí, el país está en mejor situación que Honduras, Venezuela o incluso Brasil, pero eso no es mucho. En México, se registran 50% más homicidios que en Estados Unidos en términos absolutos. Nuestra tasa de homicidio es ocho veces superior a la media de la OCDE. En una semana, México tiene más asesinatos que España en un año. No hay manera pues de ocultarlo: nuestro presente es terrible. Sin embargo, nuestro futuro probablemente será muy diferente. 
En ausencia de un evento catastrófico, como una guerra civil, por ejemplo, México probablemente se convertirá en un país mucho más pacífico en los próximos 25 años. ¿Por qué? Por tres razones: 

1. Demografía: como es bien sabido, México es aún un país joven. En 2010, 55% de la población tenía menos de 30 años. La mediana de edad era de 26 años. Pero ese perfil demográfico va a cambiar pronto. El país está envejeciendo a un ritmo acelerado. Los mayores de 65 años son el grupo poblacional que más crecerá en la próxima generación. Aún más importante, el número de hombres entre 15 y 29 años (el grupo de edad más propenso a cometer delitos) llegará a su pico en los próximos cinco años. A partir de ese punto, dicho subgrupo poblacional verá su tamaño disminuir de manera lenta pero consistente. Por sí solo, ese hecho tendrá un efecto pacificador en el largo plazo. 

2. Tecnología: en la medida en que más transacciones se realicen con medios electrónicos, algunas formas de crimen se reducirán (por ejemplo, los asaltos bancarios), y otras tendrán un crecimiento explosivo (por ejemplo, el robo de identidad). Esto tiene dos implicaciones: a) los delincuentes requerirán menos músculo y más cerebro, y b) crecerá la distancia física entre víctimas y victimarios. En consecuencia, el nivel de violencia previsiblemente decaerá, aun si persisten elevadas tasas delictivas. Incluso para el narcotráfico, el comercio en línea probablemente sea el futuro: los mercados electrónicos de bienes ilícitos, como el hoy desmantelado Silk Road, podrían dominar la distribución y venta de sustancias ilegales. Eso haría al narcotráfico más descentralizado, más discreto y menos violento. 

3. Economía: aun en condiciones de crecimiento económico bajo a moderado, el tamaño de la clase media urbana en México crecerá en los próximos 25 años. Ese hecho tenderá a incrementar la presión política para mejorar la calidad de los bienes y servicios públicos, incluyendo la policía y el sistema de justicia penal. En algún momento, esa presión podría conducir a una reforma significativa de las instituciones de seguridad y justicia. De hecho, podríamos estar viendo ya los primeros indicios de ese proceso (en estados como Nuevo León o Chihuahua, por ejemplo). 

En el largo plazo, la combinación de estos factores podría llevar a México hacia un equilibrio de baja violencia. Con toda probabilidad, el proceso no será lineal y podrían atravesarse muchos contratiempos (una crisis económica profunda, una epidemia de consumo de drogas, etc.). Sin embargo, en términos muy generales, el arco histórico apunta hacia la paz. Por supuesto, ese futuro no es inminente ni inevitable, pero es definitivamente posible. Y eso es causa suficiente para el optimismo, así sea muy cauto. 

Nota: conozco a Mario Campos desde hace diez años, desde los días en que escribía en un modesto blog. Por eso, puedo afirmar sin temor a equivocarme que es un hombre con integridad a toda prueba. Tener contratos con instituciones públicas no es inconsistente con la independencia, mucho menos para un periodista con la verticalidad moral de Mario. De eso no tengo ni debe tener el público la menor duda. 

Analista de seguridad
Twitter: @ahope71 

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