La sirena filosófica

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“El suicidio, cuando no es una locura, ha sido, creo que para todos, una sirena filosófica, especialmente cuando se es joven. La nada atrae de forma extraña e inquietante como un viaje sin retorno, pero siempre un viaje.
No se tiene nunca la sensación del fin de todo, cuando se piensa en el suicidio, sino como dice en su carta, de una vuelta a algo que hemos ido y que seremos siempre. La muerte es el fin de todo.
“La sirena filosófica nos dice que la muerte voluntaria es un acto de valentía, en cambio, es un acto de vileza. Es un asunto horrible de carne muerta, de palidez, de actitudes descompuestas, inmóviles y repugnantes, que si pudiéramos imaginarlas antes bastarían para pararnos y no cometer la acción suicida. El suicido es impúdico, indiscreto, prepotente, brutal…
“¡Si usted viese el cuerpo de un suicida! Aletea en torno a él, en la expresión de la cara, de las manos y de las piernas, una fealdad criminal, que difícilmente inspira piedad a los hombres. La sirena filosófica ha cesado ya en su canto soberbio, los colores que se ven son los grises, terrizos, el rojo sucio, mucho peores en su esencia que los colores de la muerte involuntaria y natural”.
Esta respuesta fue publicada en la sección de consultorio de un periódico, a un lector que manifestaba ideas suicidas. El argumento de quien dio la respuesta se basa en la estética. Casi dice que se ve muy feo suicidarse, que por ese motivo mejor no lo hagan. No hay un fundamento moral.
En el texto “Los demonios” de Dostoievski dice: “Si Dios no existe, puedo hacerlo todo, quitándome la vida afirmo mi vida y soy mi propio Dios”. Camus no creía en Dios, Camus rechaza el suicidio porque el suicidio es una fuga de lo único que tenemos, la vida y “para decir que la vida es absurda, la conciencia necesita estar viva… El suicidio es una traición a la vida, una irracional caída en lo irracional”.
El argumento de Camus también se basa en que no hay nada después de la vida, es como si dijera hay que seguir viviendo para “llegar a ser lo que se es”. Para Camus “la creencia en el mas allá impide atender lucidamente el más acá”. Nuestra vida vale igual que la de los demás. Tan grave es atentar contra la vida de alguien más, que atentar contra la propia.
El 40% de los decesos en jóvenes se debe al suicidio, ya es la primera causa de muerte en ese grupo de la población. Nuestros jóvenes se están eliminando a sí mismos, optan por desaparecer antes que enfrentar la vida.
En Saltillo, en enero del 2015 se suicidaron tres personas, para enero 25 de este año iban siete. El problema es tan grave que al menos seis dependencias buscan estrategias para prevenirlo. Los casos de suicidas los canalizan a la Línea de la Vida 01 800 822 37 37 que opera desde el año pasado.
Durkheim, en su libro titulado “El suicidio”, afirma una tesis: El suicidio varía en razón inversa al grado de cohesión de la sociedad religiosa, familiar y política. Ahí puede estar la enfermedad. “Todo intento de suicidio en un adolescente está dirigido a otro y trata de expresar una demanda de afecto, de amor, de ser escuchado y reconocido como persona. Debe ser interpretado como una pregunta que requiere respuesta”. Hay que atender el llamado de esa necesidad de cohesión y de afecto en nuestra sociedad.