Libertad de expresión en riesgo; el Presidente en guerra contra los medios

Politicón
/ 14 septiembre 2020

Hace 56 años, el 2 de diciembre de 1964, el activista Mario Savio (1942-1996) dio un inolvidable discurso en la plaza de Sproul Hall de la Universidad de California-Berkeley sobre la libertad de expresión.

Con su discurso, Savio, líder del movimiento por la libertad de expresión, marca el primer acto masivo de desobediencia civil en campus universitarios estadounidenses en la década de los 60. Para exigir a las universidades no prohibir las actividades políticas y permitir el derecho a la libertad de expresión y la libertad académica en un entorno político definido por el movimiento de los derechos civiles y el movimiento contra la guerra de Vietnam.

Un apasionado Savio arengaba a las autoridades de la universidad, a los empresarios asociados a la misma y al Gobierno: “Nosotros somos la materia prima. Pero somos una materia prima que no está dispuesta a ser “procesada”. No estamos dispuestos a ser convertidos en ningún producto. No estamos dispuestos a ser comprados por ustedes: ¡Somos seres humanos!”.

Precisada la defensa irreductible de la persona, Savio hace un llamado a los trabajadores que manejan la maquinaria trituradora de la libertad de expresión: “Llega un punto en que el funcionamiento de la máquina se vuelve tan odioso, (que) te duele tanto en las entrañas colaborar con ella, (y) no puedes colaborar ni siquiera de forma pasiva. Tienes que arrojar tu cuerpo sobre las palancas, sobre las ruedas, sobre los engranajes, sobre todo el aparato, y debes detenerla. Tienes que indicar a sus dueños, que mientras no seamos libres: ¡impediremos que la máquina funcione en absoluto!”.

Los ecos de ese discurso aspiracional resuenan con urgencia en México: país en el cual, el Presidente desde su púlpito, cada mañana, erosiona la libertad de expresión con violencia verbal inusitada.

De golpe y en bulto, para él y sus millones de seguidores, ser periodista es sinónimo de corrupto y cómplice de la mafia del poder neoliberal. Igual maldición lanza sobre la mayoría de medios de comunicación impresos, virtuales y radiofónicos. Sin asumir Andrés Manuel López Obrador desde su púlpito inquisitorial, ninguna responsabilidad ética del tránsito de la violencia verbal a la física en un país en el cual, mueren periodistas por racimos: 135 del 2000 a la fecha.

Empero, la pregunta crucial es una: ¿por qué los propietarios de los medios de comunicación no se unen para defender y preservar su bien más preciado -la libertad de expresión- del autoritarismo populista de AMLO? Hacerlo implicaría defender la esencia de un periodismo comprometido con la democracia y el ciudadano común, ya como lector, radioescucha y/o televidente.

Implicaría también, protegerse de un gobierno autoritario que eventualmente prescindiría de ellos.

Al tiempo

Columna: Panóptico

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