Más vendedores que turistas en las playas
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LOS CABOS, BCS.- La llamada de mi General entró exactamente a las 5 de la tarde. Siete minutos después, un estruendo nos interrumpió. Esa es la línea del tiempo sobre lo que en seguida les platico:
A escasos 20 metros… o menos, de donde estábamos, una moto acuática conducida a gran velocidad por un turista norteamericano, salió del mar y descontrolada arrolló a una vendedora, de los cientos que caminan por la playa buscando llevar dinero a sus casas.
La escena fue impresionante. La también llamada wave runner embistió a dos comensales del restaurant “Mango Deck Cabo”, en la playa El Médano, destrozando los barandales de madera, mesas y sombrillas.
La vendedora de artesanías murió al instante al recibir de lleno el golpe de la moto y los dos heridos se debaten entre la vida y la muerte en un hospital privado de esta playa del desierto bajacaliforniano que fue visitada hace dos días por el presidente López Obrador.
En medio de un inexplicable hermetismo por parte de las autoridades de Cabo San Lucas, gracias a contactos que hice durante esta visita pude saber el nombre de la vendedora que perdió la vida: Alejandra García de la Rosa, de 45 años, quien vivía en una de las colonias más pobres de la ciudad: El Zacatal.
Los heridos que fueron reportados ambos politraumatizados, son del Estado de California, lo mismo que el conductor responsable, de nombre John S. Torrence, de 45 años, quien en las primeras declaraciones que dio ante los agentes del ministerio público, dijo haber sufrido un ataque de nervios que lo “paralizó” al acercarse a la playa.
A gran velocidad se fue contra la parte frontal del “Mango Deck” levantando las manos y pocos segundos antes de impactarse contra las personas, brincó de la moto para ponerse a salvo.
La compañía que le provee de un seguro de gastos médicos mayores, contrató a un abogado mexicano que logró mantenerlo lejos de la cárcel, al alegar que su defendido sufrió un colapso nervioso.
Irónicamente, al momento de escribir éste artículo seguía internado -custodiado por policías municipales- en el mismo hospital privado donde están las víctimas de su imprudencia.
Dos temas quiero tocar al tenor de este penoso incidente:
1.- Los Cabos -al igual que la mayoría de los destinos playeros de México- tiene más vendedores que turistas.
En el video que consignó la tragedia se percibe cómo segundos antes de que la moto conducida por Torrence cayera encima de la gente, tres vendedores habían pasado por el lugar del impacto que mató a Alejandra.
La difícil situación económica que padecen millones de mexicanos debido al bicho, obliga a buscar el pan a toda costa y en el caso de los vendedores de Los Cabos, avasallan al turismo ofreciéndole sus cosas.
Un funcionario municipal que pidió omitiera su nombre me dijo que los vendedores playeros rebasan todas las medidas habituales de control y “por humanidad los dejamos hacer su trabajo, a sabiendas de que hostigan al turismo, pero ¿qué hacemos? No podemos evitar que hagan su lucha porque la situación cada vez se pone más fea”.
Contra los números optimistas dados a conocer ayer por AMLO respecto a la recuperación del empleo, los mismos datos del INEGI -cruzados por mi BigData con Coparmex, el IMSS, el Infonavit, el SAT y las principales centrales obreras- dan cuenta de un aumento del 9% en julio de los niveles de desempleo y pérdida de trabajo respecto a junio.
2.- Si el conductor de la moto acuático hubiera sido mexicano y el accidente ocurriera en Estados Unidos, en estos momentos el responsable estaría preso sin derecho a libertad bajo fianza, pesando sobre él una pena de más de 15 años por homicidio culposo imprudencial con todas las agravantes.
Pero las leyes que nos endilgan nuestros “buenos para nada” legisladores federales y estatales, permiten que estas cosas sucedan: El extranjero que mató a una mexicana está libre, seguirá libre y libre se irá de vuelta a su casa en Anaheim, California.
CAJÓN DE SASTRE
“Los Cabos es un paraíso para los turistas y un infierno para sus habitantes debido a la caída de casi el 80% de los ingresos de la industria”, dice la irreverente de mi Gaby.