¿Por qué ‘Star Wars’ es tan importante?
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En una generación muy, muy lejana de la era digital y el internet… los niños de clase media no tenían las múltiples opciones de entretenimiento que existen hoy. Las alternativas eran ver la televisión en la comodidad del hogar o salir a jugar a lo que fuera con algunos amigos o familiares. La imaginación y la creatividad eran las herramientas para expandir el entretenimiento.
Tenía aproximadamente cinco años cuando descubrí lo que para mí era el tesoro familiar. Una mochila de “monitos” o figuras de acción que habían coleccionado mis primos a lo largo de su infancia. Yo era el miembro más pequeño de la familia en aquel entonces por lo que me heredaban lo que les había pertenecido durante la infancia. En aquella mochila se encontraban objetos que marcarían el resto de mi niñez. Entre ellos se encontraban figuras de acción de los 70 y 80, de la series de “He-Man”, “Tortugas Ninja” y “Transformers”, pero otros personajes fueron los que más despertaron mi curiosidad. Jabba, un gusano gordo y grande de color verde que movía la cola cuando girabas su cabeza; Bib Fortuna, un alienígena blanco que en lugar de cabello tenía unos largos cuernos; y un piloto con uniforme blanco encargado de manejar un tanque imperial llamado AT-AT.
Por supuesto, los nombres de los personajes no los supe por arte de magia, era información que me fue confiada para aclarar que esos no eran simples juguetes, sino una representación de todo un universo fílmico. Escuchaba hablar a mis hermanos con mis primos sobre “La Guerra de las Galaxias” como un evento de grandes proporciones y que serían transmitidas en el Canal 5, en aquellos sábados destinados a trilogías cinematográficas.
El resplandor del televisor golpeaba mi cara en la obscuridad, mientras yo esperaba paciente la siguiente escena durante los prolongados cortes comerciales. Ver tres películas seguidas con comerciales es algo que ya no cualquiera podría tolerar sin perder su sano juicio, pero ese fue el grado de hipnotismo que generó en mí la saga de “Star Wars”. Contemplando el atardecer de dos soles con música inolvidable, yendo a buscar a unos contrabandistas intergalácticos a una cantina de mala muerte y disfrutando de las enseñanzas de un pequeño y juguetón ser verde cuya apariencia era sólo una manera de proteger los conocimientos de La Fuerza. Así me enamoré del cine.
No fue en la iglesia o en la escuela, sino en aquel viejo televisor donde pude hacer mis primeras distinciones conscientes entre el bien y el mal, el lado bueno y el lado obscuro. Acompañando a Luke Skywalker por la galaxia, en sus travesías y conflictos internos, algo que se suponía era mero entretenimiento se transformó en algo más, en una forma de arte que dio pie a la reflexión y a la búsqueda de significado de la historias que son verdaderamente buenas. .
“Star Wars” ha sobrevivido al paso del tiempo y es tan popular ahora como lo fue en 1977, una historia que sigue conectando con nuevas audiencias, tal como lo hacen los clásicos de la literatura y la cinematografía. Presentó la eterna batalla del bien contra el mal en un contexto diferente, utilizando el arquetipo del héroe, alguien con quien nos relacionamos, aprendemos y nos lleva en su camino con él.
Después de que los éxitos taquilleros de los 70 como “El Padrino” (1972), “El Exorcista” (1973) y “Taxi Driver” (1976) eran un poco más sofisticados y violentos, se presentó una historia más incluyente y familiar, lo que generó no sólo una de las sagas más importantes de la historia del cine sino el epicentro de la cultura geek con múltiples referencias pop por todos lados (“Big Bang Theory”, “Family Guy”, “How I Met Your Mother”, por mencionar algunos medios donde las referencias son notables) además de cientos de fan films, fan fictions literarios, juguetes, vasos y todo el tipo de cosas que se puedan imaginar.
Con el paso del tiempo la mercadotecnia ha sido el punto más criticable de la saga, sin embargo fue esto lo que le permitió a George Lucas recabar millones de dólares para crear su saga. Al principio la cinta nació casi como un proyecto de cine independiente, ya que en su momento no recibió mucho apoyo por parte de los grandes estudios de Hollywood, quienes no confiaban en un cineasta joven con la intención de crear un western con samuráis y tintes de películas de la Segunda Guerra Mundial situado en el espacio. Irónicamente un filme de bajo perfil se convirtió en el blockbuster por excelencia.
Algo que inició como un proyecto artístico se fue convirtiendo en producto de consumo, característica que se vio más acentuada con las infames precuelas, y ahora con la franquicia en manos de Disney seguramente veremos una inagotable cantidad de objetos que intentarán sacarnos el dinero por donde se les ocurra.
Claramente yo fui una víctima de la mercadotecnia y la publicidad, eso fue lo que me llevó a visitar la saga, pero el carisma y corazón de sus personajes junto a la calidad cinematográfica fue lo que hicieron que me quedara.
Para muchos son películas palomeras para niños, para otros es una religión y para algunos más es algo que apela a nuestra imaginación, a nuestro niño interior que quiere ser el elegido, que le pase algo extraordinario y nos saque del tedio de la vida diaria. Ese ahí donde está el verdadero corazón de la saga, dentro de su mitología y los misterios de La Fuerza, un concepto que en realidad no se sabe con certeza qué es pero todo los conocemos, algo que nos habla de una conexión del universo con nosotros mismos.
“Star Wars” no nos ofrece una coherente filosofía de la vida, de la moral o la espiritualidad sino una narrativa impregnada de conflictos morales y trascendencia. Ojalá eso no lo olviden los directivos de Disney y Kathleen Kennedy, la productora de la nueva trilogía, quien ha declarado que “Star Wars” será una saga eterna y que probablemente ninguno de nosotros alcance a ver la última, algo que pudiera quitarle la magia a la saga. No es lo mismo que cada 15 años aparezca una nueva “Star Wars” y se nos presente como todo un evento cinematográfico, a que aparezca una cada año con el propósito de sacarnos la mayor cantidad de dinero posible y dejar de preocuparse de lo esencial que es contar una excelente película.