¿Pues de qué tamaño es este problema, general Cienfuegos?
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El viernes 15, la Secretaría de la Defensa Nacional difundió una sorprendente, carrereada invitación: “En relación al video que ha estado circulando, en donde se observa a dos militares en agravio de una civil, a las 10:00 horas de mañana sábado, en las instalaciones de la explanada Damián Carmona del Campo Militar No. 1-A, el general secretario Salvador Cienfuegos Zepeda dirigirá un mensaje a las tropas para reforzar su actuación en el respeto irrestricto a los derechos humanos”.
No se trató sólo del mensaje del secretario, sino del mayor acto fuera del calendario regular que organiza el Ejército mexicano, al menos en lo que va del siglo. Un acto de ellos, para ellos, sin civiles.
Según las crónicas, el general Cienfuegos habló ante 25 mil y 30 mil soldados, jefes y mandos convocados a marchas forzadas.
Las imágenes son muy impresionantes, como de estado de emergencia, de preludio de una grave crisis donde no caben las confusiones. El general de pie en una discreta tarima rodeado por miles de militares. Había algo de documental de Leni Riefensthal en las fotos y videos de lo que también se convirtió en la más grande disculpa pública del Ejército de que se tenga memoria en mucho tiempo, por el proceder “repugnante, irracional y equivocado” de dos elementos que no son dignos de formar parte de la institución.
La construcción del mensaje fue simple. Uno, el hecho de Ajuchitlán, Guerrero, el de la tortura de dos militares a una mujer, es aislado y no debe “minar nuestra moral y el ímpetu con el que hemos venido cumpliéndoles a los mexicanos”. Dos, el Ejército transita por el camino de la rectitud, la probidad y la honorabilidad, es transparente, rinde cuentas y respeta los derechos humanos. Tres, “sintámonos orgullosos de formar parte de las Fuerzas Armadas y de servirle a México con lealtad y con honor”.
Me parece que lo esencial del discurso del secretario fue subrayar en estos días de tensiones nacionales e internacionales en torno de los derechos humanos, “que no tengan duda de que seguiremos coadyuvando en el ámbito de la seguridad pública, donde sea necesario, apegados a la Constitución política, mientras lo ordene el Presidente y la sociedad lo demande y nos exija continuar en las calles para lograr un México en paz”.
El evento duró unos 20 minutos y, se dijo, fue transmitido en vivo a las zonas y regiones militares del País. ¿Pues de qué tamaño es el problema, general Cienfuegos? Quizá, como leyó el sábado, Ajuchitlán fue algo aislado y, por tanto, debe erradicársele ejemplarmente. Pero quizá, como se ha echado a andar la versión, Ajuchitlán es la primera de muchas revelaciones de cómo pelean en realidad las fuerzas armadas.
A raíz de la tortura de la cabo y el capitán quedan varias preguntas, general secretario. Varias.
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