Sobre la importancia de la libertad de expresión en tiempos de crisis

Politicón
/ 28 junio 2020

La libertad de expresión forma parte de los pilares fundamentales de cualquier sociedad democrática. Afirmar esto se ha convertido en un tópico que puede escucharse recurrentemente en ambientes académicos y en los medios de comunicación. Y sin embargo, las sociedades democráticas del siglo XXI no son inmunes a tipos de discursos políticos que, alegando motivos como mantener la seguridad, buscan limitar constantemente su ejercicio. 

Los tiempos de crisis suelen ser coyunturas inmejorables para hacer avanzar la agenda Estatista en detrimento de la libertad de la ciudadanía. Para no poner en riesgo la vida, se nos dice (y se nos dirá más de una vez durante este periodo), es irresponsable cuestionar el mensaje de la autoridad y de sus expertos, pues ello puede entorpecer su funcionamiento e infundir confusión entre una población que –se nos dice también– es fácilmente manipulable (lo que equivale a decir poco inteligente).

Tuvimos una controversia nacional efímera (como son la mayoría de las controversias que nos ocupan ahora) sobre este tema en México, a mediados de abril, cuando el presentador de noticias Javier Alatorre afirmó en el noticiario estelar de TV Azteca que las cifras y conferencias del Subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, “se han vuelto irrelevantes” y, además, emitió un llamado: “ya no haga caso a Hugo López-Gatell”. La ola de críticas fue severa, con un calificativo casi unánime de “irresponsable” (como sociedad de origen católico, no somos una cultura exactamente acostumbrada a la libertad, que implica la posibilidad de contradecir a la autoridad). 

Pues bien, el Subsecretario experto López-Gatell anunció, el 1 de mayo, que México alcanzaría el pico de contagios el día 6 de mayo, aunque un par de días después se corrigiera para aclararnos que, en realidad, el pico sería el viernes 8 de mayo. Luego han venido algunas aclaraciones, como la explicación de que el pico no llegó en la fecha señalada porque “la transmisión del virus ha sido diferente en cada entidad federativa”.

Es difícil calcular el daño causado por la mala información gubernamental. Es cierto que nadie estaba preparado para esta pandemia y que todas las sociedades del mundo han tenido que adpotar medidas y rectificar sobre la marcha, en la medida en la que descubrimos más información sobre el virus. Pero ello no justifica la emisión de información sin fundamentos verificables como datos verdaderos por parte de la autoridad gubernamental, tales como la afirmación de que “los cubrebocas no sirven” también hecha por López-Gatell. ¿Se puede calcular el tamaño de las repercusiones de esto? Difíclmente. Sin embargo, al día de hoy, México la cantidad de contagios diarios parece seguir en aumento.

En Wuhan, China, a finales de diciembre, el doctor Li Wenliang intentó alertar a sus colegas sobre la posibilidad de la aparición de un virus parecido al SARS (un coronavirus mortal) en el mercado de pescados y mariscos de Huanan. Oficiales de la policía china entraron en su domicilio a los cuatro días para pedirle que firmase una carta en la que reconocía haber hecho “comentarios falsos” y haber “perturbado severamente el orden social”. 

La carta incluía la siguiente advertencia: "Le advertimos solemnemente: si sigue siendo terco e impertinente, y continúa con esta actividad ilegal, será llevado ante la Justicia. ¿Se entiende?" 

Li escribió “Sí, entiendo”, aceptando su propia culpabilidad. Los médicos siguieron sin recibir instrucciones para protegerse. Una semana después, Li volvió a publicar un texto en la red Weibo (especie de Facebook censurado por el partido comunista chino), en el que describía los sintomas que él mismo estaba padeciendo. Las autoridades chinas siguieron negando la información durante 10 días más hasta el 20 de enero, cuando se declaró la emergencia. 

Li Wnegliang no recibió un diagnóstico hasta el 30 de enero. Sin embargo murió días después. La fecha exacta de su muerte es inexacta, pues las autoridades chinas dieron varias versiones de su muerte. Nadie sabe qué hubiera pasado si el gobierno chino hubiera declarado la cuarentena esos diez días antes, durante las semanas iniciales de la pandemia. 

Volviendo a México, el periodista de TV Azteca salió a disculparse por sus dichos al día siguiente del episodio, y publicó en sus redes sociales: “Reconozco al presidente @lopezobrador_ por su defensa permanente de la democracia y la libertad. Él mejor que nadie comprende el esfuerzo que las familias mexicanas hacen todos los días por salir adelante. No podemos permitir que el miedo esté por encima de México”.

El gobierno mexicano no ha tomado represalias contra el medio o el comunicador. Sin embargo, tampoco ha ofrecido una disculpa por la información falsa dada a conocer en ocasiones reiteradas. La sociedad mexicana tiene que tener claro que defender la libertad de expresión es, en última instancia, una cuestión de vida o muerte. En sentido literal.

El autor es auxiliar de investigación del Centro de Derechos Civiles y Políticos de la Academia IDH.

 

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