Utopía, distopía, … y Amazon Go
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¿Vale que alguna instancia de gobierno o internacional le restrinja la intención y el derecho de hacer mejor las cosas?
Resultaron más certeros los guionistas de las películas del Santo con sus gadgets de comunicación instantánea cara a cara desde un reloj (hoy smartwatch), a lo imaginado por los escritores de novelas distópicas como Orwell, Huxley, Burgess o Bradbury. Claro, en las historias de esa época del cine mexicano se retrata la utopía de una tecnología al servicio del hombre, mientras en las novelas apocalípticas, el avance científico lleva a la humanidad por un sendero de autodestrucción. Pero nadie nos adelantó la forma de lo que sería el comercio en el mañana, algo de lo que tuve oportunidad de conocer en reciente visita a la ciudad de Seattle, en el noroeste de Estados Unidos. Y es que ya sabes, aprovechando la vuelta a cualquier sitio, le da a uno por hacer aquello muy bien descrito por alguien para quienes gozan del turismo tanto como de la lectura: leer la ciudad con los pies.
De ahí el haber abandonado la ruta turística del centro de la ciudad para visitar el portento de innovación comercial que es la tienda de Amazon Go. Similar a un Oxxo en tamaño y oferta de productos, en ese parpadeo al futuro accedes escaneando un código desde tu teléfono móvil -previa instalación de aplicación-, que contiene entre otras cosas los datos de tu tarjeta de crédito. Tomas una bolsa de un estante y vas llenándola con los artículos que quieras comprar. Luego te sales…y ya. Olvídate de que te abran la segunda caja o que la señorita de la Guadalajara termine de sacar copias o surtir recetas, de esperar al de adelante pagando el recibo del agua o dictando los números del celular para comprar tiempo aire. Cosas del diablo, diría el abuelo. A los pocos minutos recibes por email el recibo de lo que compraste.
Distinto a lo que pensé en primera instancia, no es cuestión de escaneos ni códigos QR o de barras, como ya existe otro proyecto en China. Es una suma de innovaciones tecnológicas más cómodas con sensores dónde se lee o percibe cada movimiento del cliente, el calor térmico, el peso y posición de los productos en estantería…y más complicaciones técnicas difíciles de digerir para quien entiende de lógica comercial, no de inteligencia artificial. Luego vienen los asegunes de que pasaría si le pongo más productos a la bolsa con respecto al crédito que tengo en la tarjeta, si funcionará en otro tipo de comercio como el de vestir, el ferretero o en productos a granel; y muchos etcéteras más. Y debido a esto último, es de quitarse el sombrero ante la gente de Amazon.
Porque, estarás de acuerdo conmigo, de que la empresa con más crecimiento y dinamismo del mundo, y cuyo dueño ocupa el lugar donde antes estuvieron Gates, Slim, Getty, Vanderbilt y Rockefeller, pudo haber lanzado por todo lo alto su prototipo para el comercio detallista y/o de consumo diario, pero prefirieron hacerlo en pequeño, lejos del bullicio de Times Square, Las Vegas o cualquier otro lugar de frenesí consumista. Sin duda, ese período de curva de aprendizaje, de prueba y error, todavía valorado por los más destacados emprendedores del mundo, le dará a Amazon Go una ventaja competitiva que, aunada a su poder económico y su patente en esa suma de tecnologías llamada Just walk out, nos pondrá ahora sí, ante la posibilidad de experimentar una distopía predicha por aquellos escritores apocalípticos: un mundo manipulado, dirigido y vigilado por el poder económico.
El monopolio dentro de un sistema de antimonopolios. Al emprendedor, al innovador, a quien suma conocimientos, como es el caso de Amazon, ¿Vale que alguna instancia de gobierno o internacional le restrinja la intención y el derecho de hacer mejor las cosas? Pienso que no. Pero si te pones a pensar, es de preocupar que ante una patente y un poderío económico, logístico y tecnológico nunca antes visto en la historia de la humanidad, penda sobre empresas como Oxxo, Soriana, Farmacia, Farmacias Guadalajara y por supuesto de tu tiendita y la mía, del trabajo del cajero y autoempleado, una fuerte y real amenaza de quedar marginados de una competencia universal implacable y despiadada contra los adversarios comerciales, aunque diligente, sonriente y amigable ante el consumidor.