PRI: La última y nos vamos
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Entra Alejandro Moreno, dirigente del PRI, a un antro de mala muerte, nombrado: “La última y nos vamos”. La canción de los Tigres del Norte, con igual título, suena desde 4 bocinas desvencijadas situadas alrededor de una pista de baile medio iluminada por 2 tubos de luz neón apagados y 3 que prenden de manera intermitente: “Y qué tal/ si justo antes de que el tiempo me convierta en un error de tu pasado/ Hoy te me entregas absoluta/ tal como si no te hubiera yo fallado/ Dame una noche la última y nos vamos”.
Moreno camina y esquiva a un grupo de sexoservidoras que le miran con antojo descarado, por su físico esculpido a fuego lento, en la pérdida de 11 gubernaturas; millones de militantes tricolores e identidad partidista. “¡Papazote, no importa que seas priista!”, le dicen con una mirada sin vergüenza.
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Alejandro llega directo a su mesa, desde la cual tiene la mejor vista del “chou” de medianoche. Lo esperan integrantes de su grupo cercano: Carolina Viggiano y los responsables de las cuatro mesas temáticas que realizó la Asamblea Nacional del PRI el 3 de julio, Rubén Moreira, Marcela Guerra, Gaspar Quintal y Yolanda de la Torre.
Dos botellas de Bacardi están sobre la mesa. Una botella de “guiski” Glenfiddich de 12 años y una de mezcal Gran Reserva Benevá Añejo.
La botana es sopa de fideo con caldito de frijol, pancita en salsa verde, tacos de machitos (los favoritos de “Alito”), tostadas con (un chingo de) sesos (necesarísimos) y frijoles charros con piquete de alacrán morado (para que a Moreno y a sus comensales les siga valiendo madre todo -incluido el país-).
“Alito” está por iniciar la reunión, cuando los Caifanes cantan “Mátenme porque me muero”: “Cuando me muera y me tengan que enterrar/ Quiero que sea con una de tus fotografías/ Para que no me de miedo estar abajo... Mátenme porque me muero/ Mátenme porque no puedo”.
¿Entendió Alejandro u alguno de sus invitados en la mesa, las señales venidas del más allá en las canciones de los Tigres del Norte y de los Caifanes? No. De ninguna manera, porque su vida es abrazarse al poder hasta fusionarse en él -desde sus respectivas soledades- y morir en el intento.
Alejandro (A): ¿Estamos listos para la asamblea del domingo 7 de julio?
Todos contestan al unísono (T): ¡Sí, jefe!
A: ¿Tienen claro que vamos por todo con las reformas de los artículos 178 y 89?
T: ¡Sí, jefe!
A: ¿Están preparados para argumentar ese día a favor de mi reelección y la de Carolina hasta por “tres periodos consecutivos de cuatro años”?
T: ¡Sí, jefe!
A: ¿Tienen ya a la gente preparada para que defienda en la asamblea la reelección por dos períodos consecutivos de tres años para los comités municipales y las demarcaciones territoriales de la CDMX?
T: ¡Sí, jefe!
A: ¿Están conscientes que tendré “la capacidad de designar y remover a los coordinadores de los Grupos Parlamentarios del partido en el Congreso de la Unión y en los congresos estatales?”
T: ¡Sí, jefe!
En ese momento, “Alito” mira de reojo al grupo de sexoservidoras que no le quitan la vista. Sonrojado, continúa:
Prepárense para los siguientes ataques (empieza a hablar en tercera persona como Bad Bunny): “Que Alito obstaculizará la renovación interna y limitará el acceso de nuevas voces en la dirigencia del partido. Que Alito al convocar a la asamblea está violando la normatividad, debido a que no ha concluido el proceso electoral 2023-2024”. “Que Alito debe integrar una dirigencia interina que convoque a una nueva asamblea”. Y, “que Alito debe permitir que esa dirigencia interina elija una nueva dirigencia nacional mediante el voto de la militancia”.
Estén listos todos, porque escucharán todas esas pendejadas de compañeras y compañeros ardidos. Pero ustedes, tranquilos, mándenlos a la chingada.
T: Sin hablar, asienten con la mirada, y se sirven sus bebidas y comen la botana.
Suena Juan Gabriel: “Me he quedado solo sin tus besos/ Estoy solo, triste, abandonado... Me has dejado solo, estoy llorando...”.
¿Escuchó alguno de los comensales priistas ese último mensaje de las fuerzas del inconsciente colectivo? Ni madres.
Las sexoservidoras ríen con sus manos tapándose la boca; mientras imaginan a “Alito”, desnudo y solo en su ínfimo poder.