Producción récord... dependencia récord
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Desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México apostó a integrarse a la economía de Estados Unidos como proveedor de manufactura. La joya de esa estrategia fue la industria automotriz: plantas modernas, producción masiva, exportaciones récord, miles de empleos. El acuerdo era simple: nosotros fabricamos, ellos compran.
Ese modelo trajo inversión y empleos, pero también nos ató a los vaivenes de la economía estadounidense. Lo vivimos cada vez que hay una recesión allá: las líneas de producción aquí se frenan, los turnos se recortan y las familias mexicanas sienten el golpe.
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Hoy, el riesgo es todavía más evidente. No se trata solo de un individuo aislado, de Donald Trump. Un sector social e ideológico importante en Estados Unidos tiene una visión del mundo estrictamente incompatible con aquel modelo en el que México había apostado. Creen que la producción debe regresar a su territorio, que imponer aranceles es defender su economía, y que la interdependencia con países como el nuestro es una debilidad.
Los recientes despidos en la planta de Daimler en Saltillo son un recordatorio de que esta no es una amenaza lejana: es un problema presente. En un país donde el 87 por ciento de los vehículos producidos se exporta y casi 8 de cada 10 van a Estados Unidos, cualquier cambio en su política comercial impacta de inmediato en nuestra gente.
Mientras tanto, en 2024 México produjo 3 millones 989 mil 403 vehículos ligeros, exportó 3 millones 479 mil 086 y, sin embargo, importó cerca de 973 mil para el consumo local. Dicho de otra manera: fabricamos para otros y compramos lo que podríamos producir aquí.
Por eso, este es el momento de revalorar nuestras decisiones como país. No se trata de abandonar la exportación —sería absurdo—, pero sí de reducir nuestra vulnerabilidad. Una vía concreta es impulsar que parte de la producción de automóviles que hoy se destina casi en su totalidad a la exportación se reconvierta para atender el mercado nacional.
En México se venden casi 1.5 millones de autos nuevos al año, pero dos tercios son importados, sobre todo de China, Brasil, Estados Unidos, India y Japón. Sustituir esas importaciones con producción local fortalecería el empleo, mantendría el valor agregado en el país y nos daría un mercado interno más robusto que sirva de amortiguador frente a crisis externas.