¿Quién linchó a la mujer? ¡Taxco, Guerrero, señor!
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Taxco es un municipio de no más de 100 mil habitantes localizado en el siempre pobre estado de Guerrero. Fue ahí donde el pasado jueves 28 de marzo sus pobladores se convirtieron en una pandilla tirana y justiciera que acabó, linchó y mató a los presuntos asesinos de Camila, una niña de 8 años cuyo único pecado fue ir a casa de unos vecinos a divertirse, de ahí salió muerta. Esa misma tarde, su familia empezó a recibir llamadas de extorsión en donde les exigían 250 mil pesos para liberarla, pero a la mañana siguiente el cuerpo de Camila fue encontrado en una carretera a las afueras de Taxco.
La familia empezó a realizar su propia investigación, pues en México no pasa nada, porque se puede matar con una altísima posibilidad de salir impune. Revisaron imágenes de cámaras de seguridad que parecían mostrar a una mujer y un hombre salir de la casa que Camila visitó, cargando un bulto que podría haber sido el cuerpo de la niña. La familia pidió ayuda a las autoridades municipales y a la Fiscalía, pero no ocurrió nada.
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Lo que siguió fue que un grupo de personas empezó una protesta, luego rodearon la casa de los sospechosos del crimen de Camila, cuando llegó la policía municipal que metió a una mujer a la caja de una camioneta. Pero las personas ya no pensaban en la justicia, sólo querían venganza y tomaron a la mujer, la pisotearon, patearon y golpearon hasta matarla. Lo mismo hicieron con otros dos hombres presuntamente involucrados que estuvieron cerca de morir.
Hoy la Fiscalía del Estado de Guerrero informa que ha abierto el tan gastado recurso de una carpeta de investigación para indagar el asesinato de la niña como “feminicidio” y el de la mujer linchada como “homicidio calificado”.
Así como al Comendador, don Fernán Gómez de Guzmán, un truhan que abusaba de su poder en Fuente Ovejuna, municipio de la provincia de Córdoba, España, donde fue linchado un 22 de abril de 1476 y dio pie a una investigación ordenada por Fernando V de Castilla, rey de España, para dar con el o los responsables del crimen. En las audiencias, la totalidad de la villa asumió la responsabilidad y en los interrogatorios sobre ¿quién mató al Comendador?, el pueblo contestaba al unísono: ¡Fuenteovejuna, señor!
El drama inspiró a Félix Lope de Vega y Carpio, el creador del teatro español y uno de los más prolíficos dramaturgos de habla hispana, a escribir su principal obra, “Fuenteovejuna”, la historia del levantamiento de un pueblo que consideraba que esta acción “ilegal” restituía la justicia y acababa con la impunidad.
Así ocurrió en Taxco, Guerrero. Todo se hizo, por supuesto, sin juicio legal de por medio cuando, desesperados y fuera de control, los habitantes de Taxco se convirtieron en jueces y verdugos, provocando que una horda golpeara hasta la muerte a uno de los presuntos asesinos y, como escribió Lope de Vega, “fue Fuenteovejuna”, todos y nadie mataron a esta joven.
Yo quisiera entender la frustración que genera ver la impunidad de los delincuentes y la negligencia y lentitud de todo el sistema de justicia. Pero si algo ha quedado demostrado a lo largo de la historia es que cuando los ciudadanos ejercen una acción supletoria para combatir la violencia, ésta sólo genera más violencia. Así que, imagínese usted que, si en el sistema judicial vemos a inocentes sentenciados y a culpables exonerados, ¿qué pueden esperar de quienes quedan en medio de la locura colectiva?
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Pero también podría decir que se trata de algo intolerable, injustificable y que atenta contra las normas mínimas de convivencia social. Pero les recuerdo que apenas el pasado 8 de diciembre, en Texcaltitlán, en el Estado de México, el pueblo entero se enfrentó al crimen organizado conocido como la Familia Michoacana, hechos que terminaron con 10 narcos y 4 pobladores muertos. El pueblo respondió en legítima defensa.
Estamos de vuelta en tiempos que creíamos superados: el de la justicia por propia mano, todo en una justicia que no llega por los canales institucionales. De verdad creo que hoy existe hartazgo genuino de gran parte de ciudadanos, cansados de la política de los abrazos, que desde siempre ha ocurrido, pero ahora se presume como estrategia. Entonces, ¿quién la mató? ¿Todos, nadie? o fue ¡Taxco, Guerrero, señor!