Reducción de la inflación, muy buena noticia, mientras que funcionalidad del T-MEC está en el limbo

Opinión
/ 30 diciembre 2024

A mediados de la semana pasada, como auténtico regalo de Navidad, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer que la inflación durante la primera quincena de diciembre se ubicó en 4.44% en su comparación anual.

Aunque la tasa de inflación general se ha mostrado algo errática en las últimas observaciones quincenales, es necesario destacar que ha tendido a estacionarse en alrededor de estos niveles dejando atrás los registros por encima del 5%.

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A ello hay que agregar que la inflación subyacente –aquella que refleja las condiciones de los precios de bienes y servicios que se forman por condiciones normales de oferta y demanda en los mercados– ha venido experimentando una reducción consistente desde inicios del año pasado a la fecha, pasando de un 8.45 a un 3.63%.

Aunque el dato aún se ubica por encima del objetivo del Banco de México de 3% y un +/- 1% de variabilidad, definitivamente el hecho de que se observe disminución en el ritmo de crecimiento en los precios de manera consistente da buenos augurios sobre el éxito en la gestión monetaria del Banco de México.

Y es que más allá de la obviedad de celebrar el comportamiento de este indicador en términos del beneficio que representa para la población en lo que concierne a su poder adquisitivo y de estabilidad económica a nivel agregado, existe otro factor aún más importante que amerita aplaudir este logro.

En un entorno político enardecido y con un apetito enfermizo por la desaparición de órganos autónomos, el hecho mismo de presumir un logro en materia de gestión monetaria y combate a la inflación por el Banco de México, le otorga cierto grado de reconocimiento público y, hasta cierto punto, de blindaje al instituto central.

No obstante –y a pesar de lo anteriormente comentado– vale la pena cuestionarse hasta qué punto este control en la inflación es resultado exclusivamente de las acciones de política monetaria, o en qué medida es en parte producto de una debilidad en la actividad económica que deprime la demanda por bienes y servicios.

Una buena noticia como esta en materia económica era necesaria en este año que ya está en su fase terminal. Un año 2024 que nos demostró que en términos de amenazas sobre la actividad económica pudo haber sido igual o peor que el pandémico 2020.

Un año en el que los trabajos de los ganadores del Premio Nobel de Economía nos recuerdan que la prosperidad descansa en la existencia de instituciones inclusivas. Esas mismas que atestiguamos su destrucción en este año que concluye. Y aparte con la continuidad y funcionalidad del T-MEC en el limbo.

Bien dice el refrán: Uno no sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido.

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