Reforma eléctrica: ¿traición o acto patriótico?
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Es común que al discutir reformas legales relevantes los políticos utilicen frases grandilocuentes para caracterizar las posiciones que pueden adoptarse en torno a estas. En este sentido, no es raro encontrarnos con posiciones extremas que plantean la posibilidad de incurrir en “traición a la patria” el votar en un sentido o en otro.
Tales posiciones pueden discutirse largamente desde la perspectiva doctrinaria y ciertamente el debate puede resultar muy enriquecedor. Pero, por regla general, las posiciones extremas hacen agua cuando se les revisa de cerca y no necesariamente se sostienen en términos argumentativos.
El comentario viene al caso a propósito de la posición que ha fijado el Clúster de Energía de Coahuila, a través de un comunicado, al llamar a los legisladores federales de Coahuila a votar en contra de la iniciativa de reforma energética remitida por el presidente Andrés Manuel López Obrador al Congreso de la Unión.
De acuerdo con el Clúster, que encabeza el exgobernador Rogelio Montemayor Seguy, votar por esta propuesta implicaría “traicionar al pueblo de Coahuila y de México”.
¿Por qué? Porque, de acuerdo con el Clúster, aprobar dicha reforma “significa convertir a la CFE en monopolio y juez y parte en relación con las empresas privadas que llegaran a participar en el mercado eléctrico” y nuestro país “no requiere más monopolios (porque) son un factor de desigualdad e ineficiencia (y) no generan bienestar”.
Desde el punto de vista teórico, quienes sostienen este punto de vista pueden tener razón, desde luego, pero para aceptar el planteamiento sin cortapisas haría falta que se pusieran sobre la mesa las evidencias prácticas de tal afirmación.
No se trata, por cierto, de desestimar la advertencia que implica la posición fijada por el Clúster, porque esta debe ser tomada en cuenta a la hora de analizar los argumentos en pro y en contra de cada una de las posiciones.
De lo que se trata, es de llamar la atención respecto de la necesidad de analizar la realidad sin apasionamientos y tomar las decisiones que realmente beneficien a las mayorías de nuestro país.
México necesita, para crecer, energía producida a precios competitivos. Al mismo tiempo, necesita que la producción energética se convierta en un puntal de la soberanía nacional. Encontrar el punto medio entre ambas aspiraciones constituye el reto para quienes deben tomar las decisiones que produzcan la legislación adecuada.
El mercado y el Estado deben encontrar el punto de equilibrio virtuoso que genere beneficios para todos los ciudadanos por igual. Las discusiones doctrinales son útiles para encontrar el justo medio, siempre y cuando sean discusiones cuyo propósito sea perseguir el bien común.
Si ese es el tenor de la discusión que viene, todos podemos ser optimistas. Pero no si el propósito es el contrario.