Resistir y renacer

Opinión
/ 4 febrero 2025

Algunas personas parecen crecer ante la adversidad, como si los problemas y los desafíos fueran el combustible que los impulsa a ser más fuertes. No se dejan vencer por el dolor ni por las circunstancias más adversas; en cambio, enfrentan la vida con la actitud de sonreír a pesar de los pesares. Son estos individuos quienes llevan en el alma el asombroso poder de la resiliencia, esa capacidad de resistir, adaptarse y salir fortalecidos de las pruebas que la vida les impone.

La resiliencia puede observarse en innumerables historias de la vida real. Nelson Mandela pasó 27 años en prisión sin perder la esperanza, y al recuperar su libertad, en lugar de buscar venganza, promovió la reconciliación y la paz en Sudáfrica. Malala Yousafzai, tras sobrevivir a un atentado contra su vida por defender el derecho a la educación de las niñas, convirtió su tragedia en una causa mundial. Estas personas, lejos de dejarse doblegar por el sufrimiento, encontraron en él la fuerza para transformar su realidad y la de los demás.

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FLEXIBILIDAD Y ADAPTACIÓN

El término resiliencia proviene del campo de la ingeniería, donde se utiliza para medir la capacidad de un material para absorber un impacto y recuperar su forma original.

Este concepto ha sido adoptado en el estudio del comportamiento humano. En inglés, resilience se define como la habilidad de una persona para sobreponerse a una tragedia o un problema grave, para levantarse después de una derrota y continuar avanzando hasta alcanzar sus objetivos. También se emplea para describir a aquellos individuos que, aun viviendo en condiciones difíciles, logran desarrollar una vida plena y significativa.

En español, la traducción de resilience es resiliencia, un término que, hasta hace poco, se usaba principalmente en referencia a la resistencia de los materiales. Sin embargo, en el ámbito humano, resiliencia no significa simplemente resistir el impacto y recuperarse, sino que también implica la capacidad de adaptarse y encontrar nuevas formas de avanzar.

La historia de Viktor Frankl, psiquiatra y sobreviviente del Holocausto, es un claro ejemplo de resiliencia. En los campos de concentración nazis, sufrió la pérdida de su familia y fue sometido a condiciones inhumanas. No obstante, encontró sentido en su sufrimiento y, tras su liberación, desarrolló la logoterapia, una corriente psicológica que ayuda a las personas a encontrar propósito en la vida, incluso en medio del dolor.

MÁS ALLÁ

El investigador Stefan Vanistendael explica que la resiliencia tiene dos dimensiones esenciales: la resistencia ante la destrucción, es decir, la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión, y la capacidad de construir una vida con sentido a pesar de la adversidad.

La resiliencia no significa simplemente rebotar de vuelta a un estado anterior sin heridas. No es un regreso a la normalidad ni una cura total. Es más bien un proceso de transformación en el que las cicatrices no desaparecen, pero se integran en la vida con un nuevo significado.

Un joven que crece en un entorno de pobreza extrema y, en lugar de resignarse, utiliza su experiencia como motivación para estudiar, prepararse y ayudar a otros a salir de la misma situación, está demostrando resiliencia. Un emprendedor que, tras el fracaso de su negocio, aprende de sus errores y regresa con un proyecto aún más sólido, también es resiliente.

En definitiva, la resiliencia es una cualidad que permite a las personas no solo resistir las tormentas de la vida, sino también aprender de ellas y emerger con una nueva fuerza, con la capacidad de seguir adelante, construyendo algo más grande que antes.

ÚLTIMO ALIENTO

Nuestra cultura popular recoge en sus refranes una sabiduría ancestral que refleja la resiliencia: “No hay mal que por bien no venga”, “hacer de tripas corazón”, “al mal tiempo, buena cara”, “después de la tormenta viene la calma”. Incluso, en el ámbito religioso, la promesa de que “de los pobres será el reino de los cielos” es un recordatorio de que el sufrimiento puede transformarse en esperanza y redención.

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El psiquiatra Michael Rutter fue uno de los primeros en relacionar el concepto de resiliencia con la esperanza realista y la posibilidad de una prevención efectiva ante la adversidad. Para él, la resiliencia no es solo la capacidad de resistir, sino también de encontrar sentido y motivación en medio de la dificultad.

Es una postura activa ante la vida, una elección consciente de no sucumbir ante la desesperanza. Sin embargo, pocos han definido la resiliencia con tanta profundidad como Viktor Frankl, quien afirmó que el ser humano alcanza su máximo potencial cuando logra extraer significado de una vida que parecía absurda. Según él, la vida tiene sentido hasta el último momento, hasta el último aliento.

Diane L. Coutu, en su artículo How Resilience Works, publicado en la Harvard Business Review en mayo de 2002, identifica tres características esenciales en las personas resilientes. La primera es la capacidad de evaluar la realidad con objetividad, sin engañarse ni refugiarse en falsas ilusiones. La segunda es la habilidad de construir un significado profundo a partir de la adversidad, lo que les permite ver más allá del dolor inmediato y proyectarse hacia un futuro mejor. La tercera es su actitud de trabajo creativo, para encontrar soluciones y hacer lo mejor posible con los recursos y condiciones que tienen a su alcance.

EJEMPLOS

A lo largo de la historia, han existido innumerables ejemplos de resiliencia. Ana Frank, escondida en un ático mientras el mundo que conocía se desmoronaba a su alrededor, escribió en su diario que, a pesar de todo, seguía creyendo en la bondad humana y en un futuro mejor. Veía cómo el mundo se convertía en un desierto, escuchaba el trueno de la guerra que se cernía sobre ella y sentía el dolor de millones de personas, pero cuando miraba el cielo, creía que la crueldad acabaría y que la paz volvería a reinar.

Viktor Frankl, sobreviviente de los campos de concentración nazis, recordaba a aquellos prisioneros que, incluso en medio de la miseria, compartían su última ración de pan con los más débiles. Eran pocos, pero su existencia demostraba que al ser humano se le puede arrebatar todo, excepto la libertad de elegir su actitud frente a las circunstancias. Frankl entendió que la clave de la resiliencia no es solo resistir el sufrimiento, sino encontrarle un propósito, transformarlo en un motor que impulse a seguir adelante.

En tiempos más recientes, el actor Christopher Reeve se convirtió en un símbolo de resiliencia tras el accidente que lo dejó cuadripléjico.

Confinado a una silla de ruedas y dependiente de un respirador artificial, lejos de rendirse, decidió convertir su tragedia en una misión. Creó una fundación para investigar lesiones en la médula espinal, trabajó con organismos internacionales y escribió su autobiografía Still Me, un título que encapsulaba su convicción de que, a pesar de las circunstancias, seguía siendo él mismo.

ELECCIÓN

La resiliencia no es un don reservado para unos pocos, ni una cualidad exclusiva de quienes han vivido grandes tragedias. Se manifiesta también en las personas con discapacidad que cada día enfrentan su realidad con determinación, en el estudiante que se sobrepone a un mal semestre, en quien encuentra el coraje para seguir adelante tras una decepción amorosa, en quienes padecen enfermedades y aun así eligen vivir con entusiasmo. La resiliencia está en cada individuo que, ante la adversidad, decide avanzar en lugar de rendirse.

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AL FINAL

El tema es vasto y podría abordarse desde múltiples perspectivas, pero hay una reflexión de Martín Descalzo que sintetiza la esencia de la resiliencia: no le temía ni al dolor ni a la muerte, ni a las dificultades ni a los fracasos. Lo que realmente le aterraba era la mediocridad, la cobardía de quienes se encierran en su propio sufrimiento y mendigan compasión, cuando con un solo acto de valentía podrían reclamar para sí la única limosna que realmente cura: la fuerza de seguir adelante.

Al final, la pregunta que debemos hacernos es si realmente somos resilientes. ¿Nos acobardamos ante la adversidad o ponemos todo nuestro empeño en superarla? ¿Somos capaces de luchar hasta el último aliento contra las dificultades que la vida nos presenta? La vida siempre encuentra un resquicio para renacer, así mismo las personas podemos transformar los obstáculos en nuevos caminos. Quizás en esto radique la verdadera esencia de la resiliencia.

cgutierrez_a@outlook.com

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