Revolución sobria: Los jóvenes que cambian el juego del consumo de alcohol
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La narrativa de excesos está siendo reemplazada por mensajes de moderación y bienestar
Vivimos en un mundo donde las generaciones jóvenes no sólo están cambiando el futuro, sino también el presente. Entre los cambios más evidentes y disruptivos está el impacto de los jóvenes en el consumo de alcohol, particularmente de la generación Z y los millennials. Este cambio no sólo altera los patrones de mercado, sino que también tiene profundas implicaciones sociales y culturales. ¿Qué está impulsando esta transformación y hacia dónde nos lleva?
Los datos son claros. Según un análisis de la consultora Appinio, la generación Z, que abarca a los jóvenes entre 18 y 26 años, es la que menos consume cerveza en México. Apenas el 47 por ciento de los hombres y el 26 por ciento de las mujeres de esta generación prefieren esta bebida, marcando un punto de inflexión en el mercado de bebidas alcohólicas. En comparación, los millennials y los boomers, generaciones previas que crecieron en un entorno de promoción constante del alcohol como símbolo de éxito, siguen mostrando tasas de consumo significativamente más altas. Esto se reafirma en el informe, donde se detalla que la generación Z prefiere opciones alternativas a la cerveza tradicional, reflejando un cambio profundo en las preferencias.
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Pero este cambio no se limita a México, esta es una tendencia global. En Estados Unidos, Reino Unido y otros países, la generación Z está abandonando el alcohol a un ritmo que ha encendido alarmas en la industria. ¿Por qué? La razón no es sólo una moda pasajera, sino un cambio estructural en la forma en que las nuevas generaciones ven el consumo. Los jóvenes priorizan su salud física y mental, están más informados sobre los efectos nocivos del alcohol y buscan alternativas que reflejen sus valores. Esto incluye bebidas con menos alcohol o sin él, pero con sabor y funcionalidad. En palabras de Retailers, los jóvenes ya no quieren “beber por beber”; buscan opciones que ofrezcan algo más, desde beneficios para la salud hasta experiencias más significativas.
La pandemia del COVID-19 aceleró esta transformación. Para muchos jóvenes, el aislamiento significó un replanteamiento de sus prioridades. El tiempo en casa, lejos de las dinámicas sociales tradicionales, los llevó a explorar nuevas actividades y hábitos que rompieron con la dependencia social hacia el alcohol. Esto ha llevado a un auge en productos como cervezas sin alcohol, cócteles sin alcohol y bebidas funcionales que prometen beneficios como relajación o energía sin los efectos secundarios del alcohol.
El impacto en la industria es innegable. Marcas históricas de cerveza y licores están luchando por conectarse con un público que ya no responde al mensaje de “desenfreno y fiesta” que funcionó durante décadas. Según el análisis, el 74 por ciento de las mujeres y el 68 por ciento de los hombres de la generación Z en México prefieren opciones más saludables, y esta demanda está obligando a las empresas a innovar. Ahora vemos cervezas ligeras, cócteles enlatados con ingredientes naturales y bebidas no alcohólicas premium que buscan captar la atención de esta nueva generación. Este cambio también está afectando la publicidad: la narrativa de excesos está siendo reemplazada por mensajes de moderación y bienestar.
Más allá del mercado, este cambio está transformando la vida social. Las dinámicas de las reuniones están cambiando: en lugar de bares abarrotados, los jóvenes optan por actividades como yoga, senderismo, cine y experiencias compartidas que no giran en torno al alcohol. La generación Z está liderando una revolución cultural que prioriza las conexiones auténticas sobre los vínculos superficiales que, a menudo, se asocian con el consumo de alcohol. Incluso el lenguaje cotidiano refleja esta transformación. Términos como “sobriedad social” y “mindful bebiendo” han entrado en el vocabulario de muchos jóvenes, marcando una nueva forma de abordar el consumo.
Este fenómeno plantea preguntas profundas sobre la dirección que tomará nuestra sociedad. Por un lado, este cambio puede verse como una respuesta consciente a problemas sociales como el alcoholismo y la desconexión. Sin embargo, también es un desafío para las generaciones mayores, que crecieron con una relación distinta con el alcohol. ¿Estamos frente a una sociedad más consciente y saludable o simplemente ante otro ciclo que podría revertirse con el tiempo? Los patrones de consumo tienden a fluctuar entre generaciones, pero lo que hace única a la generación Z es su capacidad para convertir sus valores en acción. Con acceso a información global y una plataforma para amplificar sus opiniones, esta generación está modelando un nuevo estándar.
Este cambio también tiene implicaciones económicas, debido a que los hábitos de consumo de la generación Z han provocado una disminución significativa en las ventas de bebidas alcohólicas tradicionales, forzando a las empresas a invertir en innovación. Sin embargo, esta adaptación no siempre es sencilla. Muchas marcas se enfrentan a un dilema: ¿deben abandonar por completo su identidad tradicional o intentar reinventarse para capturar a los jóvenes? Algunos expertos sugieren que la clave está en encontrar un equilibrio, ofreciendo productos que no sólo sean atractivos, sino también responsables con el bienestar del consumidor.
En lo social, este fenómeno está reconfigurando las relaciones intergeneracionales. La generación Z está desafiando las normas establecidas por sus padres y abuelos, cuestionando los valores asociados al consumo de alcohol. En lugar de perpetuar las tradiciones de convivencia basadas en la bebida, están creando nuevos rituales sociales que priorizan la creatividad, la conexión emocional y el bienestar. Esto no sólo redefine lo que significa “divertirse”, sino también cómo se construyen las relaciones.
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La reflexión final nos lleva a considerar el poder transformador de los jóvenes. La generación Z nos muestra que el cambio es posible cuando se combina información, conciencia y acción. En un mundo que a menudo fomenta el escapismo y la desconexión, ellos están optando por la autenticidad y el equilibrio. Este cambio no sólo afecta al mercado; es un mensaje de que la vida puede vivirse con intensidad y significado sin necesidad de caer en excesos.
En última instancia, el abandono del alcohol por parte de los jóvenes es un recordatorio de que la evolución social y cultural es inevitable. Mientras los jóvenes lideran esta conversión, el resto de la sociedad tiene dos opciones: resistirse al cambio o adaptarse y aprender de las nuevas generaciones. Porque, aunque la fiesta no se acaba, definitivamente está cambiando de lugar y de protagonistas. La verdadera pregunta no es si ellos están listos para el futuro, sino si el futuro está listo para ellos.