Saltillo-Monterrey; ser el epicentro de la electromovilidad también plantea retos
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La región Saltillo Monterrey está llamada a ser el gran cluster automotriz eléctrico de México, lo cual es una buena noticia. Pero eso también implica atender los múltiples retos que trae consigo el desarrollo industrial
El arribo de la empresa Tesla, así como las conversiones que otras cuatro firmas automotrices están realizando para producir autos eléctricos convertirá a la región Saltillo-Monterrey en el epicentro de la electromovilidad en México. El hecho es, a no dudarlo, una magnífica noticia para nosotros.
No es poca cosa que las empresas General Motors, Stellantis y Daimler, instaladas en el Sureste de Coahuila, así como la coreana KIA, que opera en Nuevo León, estén realizando inversiones relevantes para, eventualmente, producir solamente vehículos eléctricos en las armadoras que operan en el noreste de México.
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Y no lo es porque este hecho apuntala la vocación industrial de la región y la conecta con el futuro, garantizando que el desarrollo económico de Coahuila y Nuevo León no solo se mantenga, sino que se incremente. La apuesta por la producción de autos eléctricos, además, redunda en beneficios que van más allá de la derrama en salarios o la contribución a las cuentas internacionales del país.
Paralelamente, sin embargo, la situación plantea retos para los gobiernos estatales y municipales donde se encuentran instaladas las fábricas que hacen del corredor industrial Saltillo-Monterrey el “buque insignia” de la industria automotriz mexicana.
La conectividad, la infraestructura de comunicaciones y transportes, la vivienda, la educación, los servicios de salud, la seguridad e incluso la cultura y el entretenimiento son aspectos de la vida colectiva de la región que deben reaccionar frente al fenómeno.
En varios de los aspectos mencionados ya hay luces de advertencia que se encuentran encendidas y por ello la necesidad de formular análisis, elaborar diagnósticos y diseñar rutas de acción ya comenzó.
Los desafíos que implica este momento del desarrollo industrial bien pueden resumirse en uno solo: que el detonante económico implicado en el surgimiento de este gigantesco cluster automotriz eléctrico se traduzca en una mejoría sustantiva y palpable en la calidad de vida de las personas.
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Lograr lo anterior implica trabajar en múltiples frentes de forma simultánea y sincronizada. Mejorar la calidad de vida implica hacer que las ciudades sean más vivibles; que la brecha salarial entre los mejor pagados y las familias de menores ingresos se reduzcan; que la educación se potencie como el gran instrumento de movilidad social; que se desplieguen políticas transversales para proteger y preservar el medio ambiente, entre otras cosas.
El surgimiento del corredor de la electromovilidad en la región noreste del país es una magnífica noticia y como tal debe dársele la bienvenida sin reservas ni regateos. Pero no debe perderse de vista que, de centrar toda la atención en la generación de ganancias económicas a partir sólo de las reglas del mercado, puede acarrear consecuencias indeseables.
Si queremos que esta historia -cuyo inicio no podría ser mejor- arroje múltiples finales felices, hay que concebirla de forma integral. Y hay que hacerlo ya.
Encuesta Vanguardia
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