Saltillo: preocupante apatía ante mala calidad del aire
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La mala calidad del aire se asocia a un número importante de enfermedades que pueden ser causa de muerte, pero en Saltillo tales datos no generan ninguna preocupación
Dos de cada tres días, en lo que va del año, la calidad del aire en Saltillo ha sido “mala” o “extremadamente mala”, de acuerdo con los datos que arrojan las estaciones de monitoreo de la Secretaría del Medio Ambiente de Coahuila. Ante tal realidad, las autoridades municipales y estatales no han considerado la posibilidad de emprender acción alguna.
Es necesario señalar en este sentido que la existencia de una escala de calidad no es una ociosidad, sino un parámetro a partir del cual se establece la forma de reaccionar ante el hecho. Y cuando la calidad del aire se encuentra en los niveles señalados, la intervención de las autoridades debería ser obligada.
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Eso es justamente lo que ocurre en otras latitudes donde se han establecido protocolos de actuación para advertir a la ciudadanía de los riesgos implícitos de realizar ciertas actividades, en particular la actividad al aire libre, por la exposición a contaminantes que ello representa.
¿Por qué en Saltillo no hay ninguna voz que advierta del riesgo que implica para la salud el que todos los días estemos respirando aire altamente contaminado? ¿Por qué no se adopta ninguna medida frente a la persistencia en las mediciones oficiales?
Se trata de preguntas que alguien debería responder, al menos para indicarnos si la información disponible, que expone la existencia de un problema, debiera ser interpretada de otra manera. Lejos de tal posibilidad, lo que ha existido hasta ahora es un inexplicable silencio.
Lo hemos señalado antes, pero habrá que repetirlo: la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que la contaminación atmosférica constituye hoy día, en el mundo entero, uno de los mayores riesgos para la salud. La estadística que acompaña esta afirmación es alarmante debido a la cantidad de enfermedades y muertes asociadas al fenómeno.
En lugares como las zonas metropolitanas de Guadalajara, Monterrey y la Ciudad de México, se han tomado medidas que incluyen la suspensión de clases cuando la calidad del aire se ubica en “mala”. Nosotros estamos dos escalones más arriba.
Lo más preocupante de esta realidad es que mientras el problema se ignora, las fuentes de contaminación que provocan esta realidad siguen realizando emisiones a la atmósfera y de eso no puede esperarse sino un agravamiento de la situación actual.
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¿Qué hace falta para que las autoridades responsables de la protección al medio ambiente y la salud pública reaccionen y tomen medidas para revertir el grave problema de contaminación atmosférica que padecemos en la capital de Coahuila?
Cabría esperar que la respuesta a esta interrogante no aguarde hasta que el costo de la inacción actual comience a contarse en número de personas con padecimientos respiratorios graves o, en el peor de los casos, con el arranque de una estadística mortuoria asociada a la contaminación ambiental.