Señora Presidenta: un cambio histórico para México

Opinión
/ 2 junio 2024

Hoy México está de fiesta. Celebra la “fiesta democrática” que se materializa en la oportunidad de renovar más de 19 mil cargos de elección popular en todo el territorio nacional a través de los comicios. Esta elección destaca no sólo por el gran número de puestos públicos que se elegirán, sino porque es la primera vez que se disputan la Presidencia de la República dos mujeres con posibilidades reales de ganar.

A lo largo de la historia del México democrático, seis mujeres se han postulado como candidatas en elecciones presidenciales, pero la posibilidad de la victoria nunca se vio cercana, pese a que somos más del 50 por ciento de la población. Las condiciones para que hoy una mujer tenga la posibilidad de llegar a ser la Presidenta de México no es una cuestión de suerte o una graciosa concesión del Estado, por el contrario, es el resultado de décadas de lucha social, política y jurídica, que van desde la introducción obligatoria de cuotas de género hasta la búsqueda de la paridad en todos los ámbitos.

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Para nadie es un secreto que en el espacio político se ha limitado la participación de las mujeres. Esto responde, en gran medida, a la idea de que la política es un sitio masculino creado por y para hombres. También permite explicar, hasta cierto punto, que sólo el 6 por ciento de los países a nivel mundial hayan tenido una mujer como Jefa de Estado (ONU, 2021).

El avance de los derechos políticos de las mujeres ha sido paulatino. En México se nos reconoció la posibilidad de votar en 1953 y fue hasta las elecciones federales de 1955 cuando se nos dio la oportunidad de sufragar. Dos años más tarde se reformó la Constitución y se nos permitió ser votadas. Este reconocimiento fue posible gracias al trabajo de muchas mujeres feministas como Hermila Galindo, Elvia Carrillo Puerto o Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, que se destacaron por su infatigable lucha sufragista en el México del Siglo 20.

Más tarde, el debate se centró sobre la poca presencia de mujeres en los órganos de representación, lo que obligó a confeccionar cuotas para ambos géneros. Primero fue un 30/70, después un 40/60 hasta llegar al 50/50 de representación de hombres y mujeres en la postulación de las candidaturas. Estas medidas de compensación permitieron que más mujeres llegarán a ser diputadas, senadoras e incluso gobernadoras. Sin embargo, el arribo a los ejecutivos locales avanzó lentamente, de 1979 hasta antes del 2021, sólo siete mujeres habían logrado llegar a la gubernatura.

El impulso más notable se dio en época reciente, cuando a partir de una sentencia emitida por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se obligó a los partidos políticos a registrar a candidatas a la gubernatura en diferentes estados de la República en el proceso electoral 2020-2021 (SUP-RAP-116/2020 y acumulados de 14 de diciembre de 2020). Esta situación permitió que siete candidatas fueran registradas en sus respectivas entidades federativas, y seis de ellas lograran obtener el triunfo, duplicando en un sólo proceso electoral el número de gobernadoras registradas hasta ese momento.

Los puestos de alta dirección y mando tampoco han sido para las mujeres. En México la figura política más importante la encarna la persona titular de la Presidencia de la República quien, además, es al mismo tiempo Jefe de Estado, Jefe de Gobierno y Jefe de las Fuerzas Armadas del país. Por eso resulta trascendental que una mujer pueda llegar a gobernar un espacio que tradicionalmente ha sido masculino.

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El día de hoy existen posibilidades reales de elegir a una señora Presidenta, con todo y lo poco familiar que esta expresión nos resulte. Que una mujer pueda llegar a ser la titular del Ejecutivo Federal, un espacio que históricamente nos había sido negado, rompería con las barreras de promoción en puestos de alta dirección política (“techo de cristal”). Esto sería especialmente revelador si esta victoria se da en un contexto donde el común denominador en las filas partidistas es el machismo recalcitrante, la violencia política en razón de género y los feminicidios que horrorizan todo el país (ONU Mujeres, 2024), por lo que de facto este eventual triunfo femenino se traduciría en una conquista simbólica para la lucha de todas las mujeres.

¡Si hoy gana una mujer, ganaríamos todas! Por primera vez en la historia mexicana veríamos a nuestro género representado en el cargo de mayor jerarquía política en nuestro país, y eso, en sí mismo, sería una victoria. Hoy son las elecciones, salgamos masivamente a votar y esperemos los resultados.

La autora es Directora del Centro de Derechos Civiles y Políticos de la Academia Interamericana de Derechos Humanos

Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

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