Somática I

Emma Rodríguez es una mujer-movimiento, mamá de un alma libre, con un bagaje en periodismo ahora enfocado a ser comunicactivista en favor de la transformación edificadora del entorno. Se reconoce poseedora de una mente curiosa que la ha llevado a explorar el soma, para experimentarse como un cuerpo vivo desde su interior, y desde ahí acompañar a otras personas en un viaje de autoconocimiento que les permita gozar de estar vivos.

Cuando regresé a Saltillo me emocionó mucho encontrar a Emma, pues su práctica en somática y lo que puede compartirnos al respecto, significa profundizar en la sabiduría del cuerpo en movimiento, y cómo podemos fundamentar prácticas más conscientes y respetuosas, tanto en la danza, como en la vida cotidiana.

Entonces, comencemos por el significado de la palabra somática. Proviene del griego “soma” o “somatikos” que es referente al cuerpo viviente. Y podríamos decir que la educación somática es el entramado de herramientas, disciplinas y conocimientos, como psicología, artes, biología, anatomía, embriología, entre otros, con el objetivo de encontrar bienestar e integración en los procesos cuerpo-mente-emoción.

La somática es el arte de poner en sinergía la conciencia de mi biología y el medio ambiente, mientras que el movimiento permite el diálogo entre ellos. Por lo tanto la forma en que nos movemos afecta nuestra relación con lo exterior, y es aquí donde radica la importancia de sumergirnos en la experiencia aprender cómo funciona nuestro cuerpo, para lograr empoderarnos.

También se ha hablado mucho sobre cómo la danza es una herramienta de empoderamiento. Y durante mi camino como bailarina, ha sido uno de mis objetivos principales, ejercer la danza como un medio de transformación social, de forma colectiva e individual. Tengo que decir, que no es la danza escénica, la que me parece que cumple esta función. Es la práctica del movimiento en las clases de danza, que aunado a otros elementos, nos da la pauta para resignificar nuestros cuerpos, historias, autoestima y relación con lo externo, lo que permite transformarnos y valorarnos desde otra perspectiva.

Mientras charlaba con Emma para compartir con ustedes este artículo, me dijo una frase que me iluminó: “Del movimiento surgió la forma”. Entonces en mi cabeza se conectaron varias piezas, sentí que tenía todo el sentido del mundo y respondía a mi inquietud sobre el papel de la danza como medio de transformación social.

Los años de práctica y la fortuna de haber tenido maestros generosos, me llevaron a entender que la danza es un estado del ser, en el cual buscamos estar en presencia absoluta, consciente, y en diálogo con la transformación del tiempo-espacio. Que no se trata de la técnica, ni la forma, sino de la intención de estar y ser gesto-movimiento.

Por esta razón, las palabras de Emma y su trabajo con la somática, me iluminaron, ella vive el movimiento desde lo primigenio, entiende estos mecanismos desde lo más profundo. Y si más personas lográramos habitar nuestro cuerpo-movimiento desde esta perspectiva, podríamos afectar la forma en que nos relacionamos con la otredad, la danza, y los discursos corpo-sociales que limitan nuestra existencia y expresión.

Siento que uno de los problemas actuales más graves que enfrentamos como seres humanos, es la disociación del cuerpo-movimiento en la vida cotidiana. Existen muchos paradigmas, mitos y circunstancias que nos limitan y separan del conocimiento biomecánico con el que fuimos diseñados y el impacto que tiene no solo en nuestros cuerpos, sino en toda la experiencia de estar vivos.

Emma resalta la importancia de ser conscientes que nuestros cuerpos son depositarios de información y que la práctica somática es una posibilidad para recordar nuestra propia sabiduría, la cual emerge a través de la auto observación y la consciencia de la interacción de los procesos biológicos que nos dan vida.

En el siguiente artículo profundizaremos en los elementos de la somática y su práctica, así como su relación con la danza y la transformación social.