Teatralidades urbanas y la ciudad como escenario

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Si se quiere entender a profundidad al teatro en espacios urbanos tenemos que hablar justamente de eso, de espacios, pues es la ciudad la que imprime en estas teatralidades sus principales características distintivas. La semana pasada hacía una introducción al tema con un enfoque en lo histórico, pero quisiera enfocarme un poco más en su funcionamiento.
Primero, me gustaría aclarar que existe el teatro al aire libre, y el teatro que hoy entendemos como teatro en espacios urbanos, llamado también teatro de calle por ser el término más difundido tradicionalmente. Entender esto ahorrará confusiones posteriores, pues no es suficiente sacar la obra de la sala teatral para convertirla en teatro de espacios urbanos. Si los creadores e investigadores de este tipo de teatro en ocasiones parecemos urbanistas aficionados es porque tal conocimiento se vuelve necesario. Pretender tratar a la ciudad como escenario que se adapta a la obra como lo hace la sala teatral es receta para el desastre; en su lugar, tenemos espacios con contextos, dinámicas y funcionamientos propios que poco se interesan en ser maleados. Es el artista el que asimila los espacios de la ciudad en su obra y no lo contrario.
El espacio urbano y sus flujos, por ejemplo, hacen que muchas de estas teatralidades tengan formatos dinámicos: procesiones en permanente movimiento, recorridos por diferentes estaciones o intervenciones en los funcionamientos cotidianos de los lugares. Esto afecta el acto espectatorial, pues de entrada es difícil que el público pueda mantenerse estático, no digamos sentado cómodamente. El teatro en espacios urbanos pide al espectador otro tipo de compromiso, pues implica un esfuerzo mayor para escuchar y ver la obra en su totalidad.

Hay otras cuestiones sobre el público que también valdría tomar en cuenta, como la proximidad actor-espectador y el hecho de que un espectador puede ver a los otros como parte del espectáculo. La oscuridad y distancia presentes en el teatro de sala permiten la creación de un espacio ficcional más estable, aún en las propuestas que se proponen quebrar la cuarta pared con diversos dispositivos. La proximidad y la morfología de los espacios del teatro de calle generalmente no van a permitir que se cierre completamente un espacio exclusivo para los actores, dando como resultado dinámicas de irrupción de lo real en escena; sea porque al poder ver al resto del público somos conscientes de la construcción de este otro plano, sea porque el propio funcionamiento de la ciudad se cuela para hacerse presente en la acción teatral presentada.
Algo es definitivo, la motivación para hacer teatro fuera del edificio teatral no es la comodidad, ni para actores ni para público. Las razones de su existencia y persistencia son otras.
Para los espectáculos itinerantes de la Edad Media y hasta el S.XX era natural el ir en busca del público y el mejor lugar para encontrarlo eran plazas y mercados. Ya en el S.XX el teatro de calle adquiere nuevas dimensiones, pues el principal motivante es político. Se buscaba, además de nuevos y variados públicos, el desafiar la jerarquía que el edificio teatral proponía, así como la proximidad entre todos los participantes.
Hoy en día estas motivaciones se mantienen, pero se observan también nuevas inquietudes: la rápida modernización de las ciudades, la disminución de los espacios públicos de convivio y la destrucción de patrimonio histórico ha traído una nueva ola de teatro en la ciudad, altamente influenciada por el performance y otras áreas del conocimiento como la antropología, la sociología, la arquitectura y el urbanismo. La reflexión gira en torno a los propios espacios intervenidos por la acción teatral y se colocan como actos de reactivación y memoria en una sociedad en la que los espacios de intercambio disminuyen y los lugares vacíos y faltos de identidad se multiplican.
Si el teatro de calle ha superado la fallida utopía del teatro para todos y la democratización del arte, ahora se cuela en la dinámica de las ciudades y trabaja desde los intersticios. Se ha superado quizás, la fantasía de poder cambiar al mundo de vez, hoy las estrategias son otras...