Teatro total. La utopía del espacio teatral en la Alemania de entreguerras
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Pensar en la Alemania de la primera mitad del siglo XX es pensar en algunos personajes no muy apreciados. Sin embargo, y hablando de arte, antes de Hitler éste país tuvo un fructífero periodo de entreguerras.
Las llamadas vanguardias históricas significaron el cambio de paradigma a inicios de siglo; un siglo además marcado por las grandes guerras que llevarían a los artistas a reconsiderar todo en lo que habían creído. La actitud de ruptura con el pasado se da en todas las manifestaciones artísticas, y el teatro no es excepción.
La semana pasada hablaba de cómo el teatro a la italiana prácticamente se convirtió en el espacio reglamentario para el teatro durante siglos. Más allá de las innovaciones que se pudieron llegar a tener en cuanto a técnica actoral, existen también intentos de renovación en la plástica de las propuestas, así como del espacio destinado a alojarlas.
El “teatro total”, proyecto desarrollado – aunque nunca finalizado – por Erwin Piscator y Walter Gropius, es un claro ejemplo de la búsqueda por un nuevo espacio para el teatro, pues ya no se veía utilidad y congruencia en el estilo aislado y elitista del teatro a la italiana. Resultado de la revolución tecnológica que acompañó al inicio de siglo, se trataba de una propuesta arquitectónica y estética que lograría juntar innovaciones técnicas con un nuevo enfoque que acercase al espectador a la escena. Esencialmente, Piscator esperaba que Gropius fuera capaz de construir un teatro que pudiera cambiar en tiempo real e incluir todas las formas de edificio existentes hasta entonces, es decir, un teatro que pudiera ser semi-circular, circular y a la italiana, todo mientras la obra se desarrollaba.
Tales ambiciones iban más allá de las ocurrencias de un director buscando innovar en lo visual, y respondían más bien, a un deseo de eliminar desde lo técnico y lo arquitectónico, la famosa división entre actores y público; división que en la práctica impacta no sólo al plano real en cuanto a visibilidad, sino que genera una clara definición de papeles en la que el actor crea un plano ficcional del que el espectador no es parte activa. Si en épocas anteriores ya se había atentado contra las unidades teatrales de espacio y tiempo, el teatro total es uno de los primeros registros en la época moderna del teatro europeo en los que se reta a la rigidez de las antiguas unidades teatrales desde la búsqueda de una nueva expresividad del espacio y tiempo.
Existe en el proyecto una voluntad de igualdad social dentro del teatro, en la que se pretende la eliminación de estratos entre los espectadores, pero también la eliminación de la jerarquía actor – público, como aquellos que representan y aquellos que observan. El movimiento mecánico del espacio tenía como intención que a momentos el público pudiera volverse parte de la escena.
Por simple que pueda parecer, el hecho de un espectador ser capaz de observar a otro espectador, atravesados por la acción teatral en desarrollo, plantea la caída del universo ficcional cerrado en sí mismo, o en otros casos, la absorción de dicho espectador en una realidad diferente a la cotidiana. En ese sentido, el teatro total retoma, usando otro conjunto de herramientas, las estrategias vistas en algunos tipos de teatro de calle de la edad media y del renacimiento, al tiempo que proyecta estas estrategias hacia nuevas posibilidades.
La suspensión del proyecto en 1927 y su definitivo descarte ante el ascenso de Hitler en Alemania, no significo, a pesar de todo, la esterilidad del proyecto. Si en lo ideológico Bertolt Brecht continuó con el legado de Piscator, las propuestas visuales y arquitectónicas del teatro total tendrían, a la larga, repercusión en el teatro que surge al final de la década de los 60’s y cuya influencia continúa hasta hoy. El teatro ambiental de Richard Schechner o las propuestas del Living Theatre manifiestan coincidencias ideológicas y de recursos, que, si bien ya no apuestan por la titánica misión de la construcción de un edificio teatral capaz de albergar a todos los teatros, sí entienden el tiempo, y sobre todo el espacio como factor expresivo que modifica la escena y la recepción del espectador.