Hace tiempo ya que en Estados Unidos se libra un debate respecto de si la red social TikTok -que en aquella nación tiene alrededor de 150 millones de usuarios- representa una amenaza a la seguridad nacional del vecino país porque recolecta datos sensibles de las personas que podrían terminar en manos del gobierno chino.
El debate ha llegado esta semana a un punto álgido con la aparición del CEO de la empresa, Shou Zi Chew, ante la Comisión de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes (el equivalente a la Cámara de Diputados en México), para responder preguntas respecto de la forma como la organización detrás de la red protege la información de sus usuarios.
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Más allá del trasfondo político que diversas voces plantean existe, la comparecencia del CEO de TikTok ha puesto sobre la mesa un debate relevante y de la mayor trascendencia: la forma en la cual nuestra información personal es recolectada por entes privados y cómo podría ser manipulada para su uso en propósitos no éticos e incluso ilícitos.
Parte de este debate tiene que ver con la forma en la cual las personas valoramos en lo individual tales datos: nuestro nombre, edad o características físicas y la información a la cual dan acceso posteriormente: intereses, hábitos de consumo, manías, vicios, miedos...
Una arista más fina, y sobre la que poco se habla, es la relativa a cómo las personas tendemos a desconfiar de las instituciones públicas -en este caso se arguye que los datos personales podrían ir a dar a manos del gobierno chino- pero no parecemos tener problema con el hecho de que un ente privado nos parametrice y termine conociéndonos, eventualmente, mejor que nosotros mismos.
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¿Qué va a ocurrir con la red TikTok en los Estados Unidos? Eso, todo hace indicar, lo decidirán los intereses geopolíticos de ese país, pues el debate en torno a la seguridad de los datos parece claramente un pretexto para recrear la confrontación entre los gobiernos de Estados Unidos y el gigante asiático. Por lo pronto, el gobierno de nuestros vecinos del norte ya ha prohibido que la aplicación se descargue en equipos públicos.
Sin embargo, la discusión que ha provocado este caso representa una magnífica oportunidad para analizar qué tan riesgoso puede ser para la vida democrática el que este tipo de plataformas carezcan de regulaciones estrictas que impidan el uso de datos personales de forma indebida.
En el fondo, se trata de una inmensa discusión respecto de la forma en la cual debe protegerse de aquí en adelante la información individual de las personas, que se encuentra en manos de entes privados y públicos, pues las tentaciones sobre su uso indebido existen en ambos casos.
Vale la pena seguir con atención el desarrollo de la polémica alrededor de TikTok en el Congreso de los Estados Unidos, pero al mismo tiempo deberíamos abrir a nivel local un espacio para nuestra propia discusión en relación con el tema.