Este pasado jueves, 18 de mayo, se llevó a cabo un evento denominado “Tormenta de Luz”. Su creador, Alfredo de Stefano, logró una composición artística que, a ojos de un espectador no experto en el medio cultural –como quien redacta esta nota–, tocó fibras sensibles en todos los sentidos. Sus fotografías, amoldadas a una pantalla gigante panorámica, de lo que probablemente fueron desiertos en Namibia, Chihuahua, Arizona, Chile y algún recóndito lugar en Asia (que no logré del todo distinguir), vislumbraron mi rostro con vigor. Fueron escenas de color, calor y belleza natural de sitios recónditos e inhóspitos, pero a la vez mágicos y radiantes.
Para mayor impacto, tuvimos los presentes la singular oportunidad de escuchar a la Orquesta Filarmónica del Desierto, dirigida por Natanael Espinoza. Sincronizando las imágenes con los instrumentos musicales en vivo, “Tormenta de Luz” se convirtió en lo que se propuso desde un principio: ser una experiencia inmersiva.
TE PUEDE INTERESAR: Disfrutan de la música y la inteligencia artificial en el Museo del Desierto
El lugar fue el más ideal de todos. El recorrido mismo desde el exterior hasta el lobby del Museo del Desierto (Mude) donde se llevó a cabo el concierto, es espectacular, pues te envuelve la música de fondo al aire libre, el camino empedrado con iluminación roja y las yucas, coyonoxtles, agaves y un sinfín de cactáceas endémicas que flanquean la entrada. Si a eso añadimos la acostumbrada calidez del staff del Mude hacia los huéspedes y la presencia de varias casas vitivinícolas para relajar el ambiente y recordarnos la creciente importancia de dicho sector para el turismo regional, podemos concluir que “Tormenta de Luz” fue un éxito rotundo.
Sin embargo, un detalle al finalizar el evento arruinó por completo la noche. Alrededor de medio millar de personas se aglomeraron en una sola fila para pagar el boleto de salida del estacionamiento, ya que de dos máquinas sólo operaba una. La espera afuera y en plena tormenta con lluvia duró tanto como la obra artística, y no había quien resolviera el problema.
TE PUEDE INTERESAR: Un 2023 desenmascarado
Al parecer la administración del estacionamiento corre a cargo del Parque Las Maravillas, pero sea o no el caso (y al turista o visitante foráneo le debe significar poco tal hecho), la limitante en mención ralentiza la eficiencia de los organizadores del Museo del Desierto, y daña la imagen y reputación de tan prestigiosa institución cultural. Es inconcebible que un recinto de primer nivel que recibe alrededor de 300 mil visitantes cada año tenga habilitado un sólo cajero e igual número de entradas y salidas para cientos de vehículos que lo convierte en un peligroso cuello de botella en caso de desastre o emergencia. La señalética para guiar al automovilista hacia la arteria vial es nula, como también lo fue la presencia de semáforos o agentes de tránsito para facilitar el acceso.
No olvidemos que para posicionarnos como un gran polo turístico-cultural en el norte del país, se deben aplicar las inversiones correspondientes. Un aeropuerto sin un sólo vuelo comercial y un pésimo sistema de transporte público para un millón de habitantes de la zona metropolitana, así como poca promoción en otras ciudades, son grandes áreas de oportunidad para las autoridades de Saltillo. Mejorar el estacionamiento del Mude que permita soportar eventos masivos, es el menor de estos problemas...