Ucrania: La paradoja de la escalada y consecuencias de alimentarla
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Desde el inicio de esta guerra ha estado presente, entre rivales y enemigos de Moscú, la necesidad de mantener un equilibrio entre, por un lado, elevar el costo a Putin por haber lanzado esta intervención militar y, por el otro, no permitir que la espiral ascendente de violencia se salga de control. No obstante, se trata de un equilibrio que navega por líneas demasiado delgadas:
1. Ucrania es un país que ha sido vulnerado en su soberanía, no en 2022 sino desde 2014. Su postura mayoritaria, documentada por varios estudios de opinión durante este tiempo y en la actualidad, se ha vuelto cada vez más atrincherada, sin demasiado espacio para la negociación. Desde esa visión, su país está siendo agredido y su obligación es defenderlo a toda costa, sin ceder una pulgada de territorio.
2. Sumado a lo anterior, el ejército ucraniano ha mostrado capacidades inesperadas, mientras que, paralelamente, el ejército ruso ha exhibido debilidades que tampoco eran esperadas. El resultado entonces es la convicción entre muchas personas de que Ucrania no solo debe, sino que puede recuperar su territorio.
3. La evaluación en Occidente se ha estado dividiendo entre (a) quienes piensan que Rusia debe ser completamente derrotada y expulsada de Ucrania, (b) quienes piensan que más bien se debe negociar con Putin incluso al costo de tener que aceptar la soberanía rusa sobre determinadas porciones de Ucrania, y (c) quienes sostienen que es posible mantener el equilibrio, apoyando a Kiev justo con lo necesario como para que se haga a Putin pagar un costo considerable, pero no de manera tal que se corra el riesgo de una mayor escalada que pudiera terminar en una catástrofe global.
4. El problema es que las dinámicas conflictivas tienden a cobrar sus vidas propias. Zelensky ha ido incrementando la presión para recibir más y mejor armamento por parte de Occidente, lo que contribuyó no sólo a una eficiente defensa, sino a lograr para el ejército ucraniano contraofensivas de alto impacto.
5. Esto a su vez, ha venido endureciendo determinadas posturas en Rusia que demandan a Putin mucha mayor aplicación de fuerza, lo que, aunado a su necesidad de proyectar poder hacia afuera, ha terminado por orillar al presidente ruso a seguir escalando la guerra.
6. La paradoja acá entonces es que a medida que Kiev mantiene y avanza en su apuesta por sacar a Rusia de todo su territorio −lo que resulta comprensible− y, al mismo tiempo, a medida que varios países occidentales se mantienen convencidos de que Ucrania debe ser apoyada en esa meta (poco o mucho), los equilibrios son más difíciles de conseguir, y los riesgos de escalamiento se incrementan toda vez que Putin no parece tener una estrategia de salida alternativa.
7. Por otro lado, asumir que las amenazas nucleares de Putin son enteramente huecas, podría estar siendo retado no por opiniones contrarias a esa visión, sino por la propia dinámica ascendente de la guerra. Es verdad que, en teoría, lo que Putin busca es disuadir. Sin embargo, asumir que las decisiones que toma son totalmente racionales, debe al menos ser cuestionado, dados los riesgos que implicaría el errar en ese cálculo. Además, una amenaza puede ser hueca en este momento, en efecto, pero eso podría cambiar dentro de algunas semanas o meses, dependiendo de lo que suceda con la guerra.
Encontrar respuestas ante estos dilemas no es tarea simple. Pero las cosas se han llevado ya a un punto tal que esa tarea se vuelve crucial pues, más allá de la lógica de la moral y la justicia, las decisiones tienen consecuencias que tienen que ser sopesadas. El pragmatismo a menudo tiene pocos amigos. Pero hay veces, sólo de pronto, en que se necesita darle una oportunidad.
@maurimm