Un año bueno y dulce. Reflexiones

Opinión
/ 2 enero 2024

La expresión “Shaná tová” en hebreo, que se utiliza en el Rosh Hashaná (el año nuevo judío), no se traduce directamente como “feliz año nuevo”. Más bien, se traduce como “un buen año” o “un año bueno”.

El deseo de “un año bueno” en lugar de simplemente “feliz” refleja la importancia de la calidad de vida, la bondad y la realización personal en lugar de solo la búsqueda de la felicidad. Este enfoque destaca la idea de que la bondad y la realización personal son aspectos fundamentales de una vida plena y significativa.

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En este contexto, Emily Esfahani Smith, en su libro “El arte de cultivar una vida con sentido”, en donde explora la importancia de encontrar significado y propósito en la vida para lograr una existencia plena, propone que “ser feliz no lo es todo en la vida”, sosteniendo que “la felicidad sin significado está caracterizada por una vida relativamente superficial e incluso egoísta, en la que todo está bien, las necesidades y los deseos son satisfechos sin dificultad y las complicaciones son evitadas”.

PILARES

Según Emily, existen cuatro pilares para construir una vida con sentido. El primero es el sentido de pertenencia, que implica ser parte de relaciones significativas, estableciendo vínculos con los demás para formar parte de una comunidad.

En segundo lugar, es tener un propósito de vida: sentir que se tiene algo valioso que llevar a cabo, un proyecto de vida que emprender, un espacio que colmar.

En tercer lugar, se encuentra la trascendencia, que implica tener experiencias que van más allá de la propia persona; es decir, saber colocar el pie, hundirlo para dejar huella.

Y, en cuarto lugar, están esas historias que las personas construimos sobre las causas que nos llevan a ser como somos.

CULTURA

Emily también refiere un estudio que reveló que aquello “que separa a los humanos de los animales no es la búsqueda de la felicidad, lo cual ocurre en todo el mundo natural, sino que es la búsqueda de sentido, la cual sólo existe en los humanos”, realidad que tiempo atrás ya había expresado Vicktor Frankl.

Lo más interesante, como menciona el reconocido rabino Benjamín Blech, es que desde hace miles de años (sin los descubrimientos de los estudios del siglo XXI), los judíos comprendían intuitivamente que “feliz es bueno, pero bueno es mejor”, por ello “desear un feliz año nuevo implica darle primacía al ideal de una cultura hedonista cuyo objetivo principal es pasarla bien, mientras que buscar un año bueno implica reconocer la superioridad del significado por sobre la alegría del momento”.

SIGNIFICADO

Según Blech bueno tiene un significado especial en la Torá: “La primera vez que encontramos esta palabra es en la serie de oraciones en la cual Dios, después de cada día de creación, ve su obra y la proclama buena. Y no sólo eso, sino que cuando Dios completó su obra vio todo lo que había hecho y “he aquí que era muy bueno” (...) “La palabra bueno indica que cada parte de la creación cumplía con el propósito de Dios; cada parte era buena porque era lo que debía ser” (...) “somos buenos cuando logramos nuestro propósito; nuestra vida es buena cuando en ella se cumple lo que tenemos que hacer”; en este sentido, “shaná tová” no enfatiza la felicidad en el sentido que muchos la entienden, pero es una manera efectiva para alcanzarla.

NO TODO

La gente plena, sabe que en la vida no todo es bienestar, que existen baches en la salud o tragedias; por ello, es bueno ser realista: caminar por la vida dando gracias a Dios por lo que se tiene, pero también por lo que se carece; trascendiendo el concepto de esa alegría que se deriva de recibir de los demás, para arribar al significado profundo de disfrutar de una “vida significativa y trascendente”, ciertamente no ausente de dolor, tristeza y padecimientos. Una existencia en la que se disfruta dando alegría y acompañamiento a los demás y que sabe que eso de sonreír o morir es falso.

PASADO...

Alegrías y penas han quedado resguardadas en nuestros corazones. Anhelos, proyectos realizados, intenciones y muchos “hubiera” también quedan para siempre en 2023. Y las preguntas de cada nuevo año resurgen: ¿Qué nos deparará el año por venir?, ¿qué alegrías y pesares lo acompañan?, ¿seremos testigos del último día de este año?

RITO

Por otro lado, ha llegado el inevitable rito anual de actualizar los directorios de las agendas, constatando que hay personas cuyos nombres ya no apuntaremos. Esto puede deberse a que las hemos dejado de frecuentar o porque ha concluido un proyecto o negocio que tenía relación con dichas personas. Sin embargo, también con profunda tristeza, nos damos cuenta de nombres que debemos suprimir porque la mismísima muerte se los ha llevado para siempre. Resulta reconfortante saber que aquellos que quisimos jamás nos deshabitan.

En mi directorio personal, observo con nostalgia los nombres de esos pocos, pero verdaderos amigos que, año tras año, permanecen inmutables en sus hojas. La nostalgia surge al repasar sus nombres, recordándome lo mucho que se les quiere, pero lo poco que se les frecuenta debido a los avatares de la vida o las endemoniadas prisas y compromisos laborales.

ALMANAQUE

En este sentido, Viktor Frankl brinda una estupenda manera de apreciar el paso del tiempo:

“Es cierto que no se puede traer el tiempo transcurrido; pero lo que haya ocurrido en él es intocable, invulnerable. Y, de esta suerte, el tiempo fugaz no sólo es un ladrón, sino también un depositario fiel. Y cuando una visión del mundo fija la mirada en lo transitorio de la existencia, no por eso debe ser pesimista. Si intentáramos expresar esto con una analogía, podríamos decir: el pesimista es como un hombre que está frente a un almanaque y con temor y dolor ve cómo este almanaque, al que diariamente arranca una hoja, va quedando cada vez más delgado.

“Mientras que un hombre que concibiera la vida del modo que acabamos de explicar se parecería a una persona que añade con todo cuidado y atención la hoja que acaba de arrancar a las que ha arrancado hasta entonces, no sin escribir al reverso de la hoja recién arrancada una pequeña nota, a manera de diario, y que entonces, lleno de orgullo y alegría, considerara todo lo que había escrito en estas notas, todo lo que quedó escrito en su vida”.

¿Qué importaría incluso que este hombre se diera cuenta de cómo va envejeciendo?, ¿debería, podría, mirar a la juventud con un corazón lleno de envidia, o mirarse con pesadumbre a sí mismo?, ¿por qué tendría que envidiar a un joven -así pensaría más bien- acaso por las posibilidades que aún tiene éste, por su futuro? “Gracias”, pensaría, en vez de eso, yo tengo realidades en mi pasado, no sólo la realidad de las obras realizadas, sino también la del amor que he amado y, también del sufrimiento que he sufrido. Y esto es de lo que más me enorgullezco, aunque sea lo que menos me envidien los otros”.

ETERNOS

Vaya manera de percibir el inexistente tiempo. Vaya forma en la que podemos comprender nuestras personales existencias. Somos seres fugaces, temporales, pero también permanentes, eternos (diría Edith Stein). Ciertamente, vivir cada hoja del almanaque con intensidad, significado y sentido nos asegura un pasado vivo que, resguardado contra el mismo paso del tiempo, también nos brinda la certeza de haber vivido una existencia plena, fecunda, útil. Saber que somos dueños del fugaz momento, de la realización de una posibilidad única e irrepetible, nos permite entendernos como seres responsables de nuestra existencia, maduros y fecundos.

SALUD

A usted, amable lector, le deseo “Shaná tová”: un buen y dulce año, colmado de salud en cuerpo y alma.

Que este 2024 sea un año repleto de significado, sentido de pertenencia, trascendencia y buenas historias para luego narrar; reconociendo que la anhelada felicidad entre más se busca menos se obtiene.

Es tiempo de comprender que la felicidad reside en la luz que a veces no queremos ver, en aquella que ignoramos, en esa que humildemente se manifiesta cuando nos reconocemos como seres frágiles y fugaces, pero también generosos, irrepetibles, agradecidos y, sobre todo, trascendentes.

cgutierrez@tec.mx

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