Un gran silencio
Dice el Papa Francisco: “El Señor nunca se impone con la fuerza. Para salvarnos no ha cambiado la historia con un milagro grandioso. Ha venido con gran sencillez, humildad, mansedumbre. Dios no ama las imponentes revoluciones de los potentes de la Historia y no utiliza la varita mágica para cambiar las situaciones. Se hace pequeño, se hace niño, para atraernos con amor, para tocar nuestros corazones con su humilde bondad; para conmover con su pobreza a quienes se esfuerzan por acumular los falsos tesoros de este mundo”.
En este contexto, en México, nuestra realidad cotidiana demuestra que, a pesar de mostrarnos como un pueblo esencialmente católico, en general, celebramos la Navidad totalmente alejados del mensaje central de Jesús. Cada vez estamos más cercanos a la lógica del mercado, y más ajenos al sentido fraterno y solidario con quienes deberían ser la preocupación cotidiana de nuestras vidas.
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REENCONTRAR
La Natividad es la noticia más esperanzadora de todo el año y de todos los años. Representa el nacimiento del hombre que habría de transformar la historia del mundo; es el aniversario de aquel momento en que el mundo enmudeció, en el cual se produjo “el gran silencio de la historia”: la conmemoración del momento en que nuestros corazones se convierten en pesebres para recibir el sentido de la vida, y mediante ese silencio comprender el significado del amor y la alegría.
La Navidad representa la gran esperanza: esta celebración, desde siempre, ha sido motivo de júbilo, alegría y fraternidad. Representa un aniversario más del instante en que el mundo enmudeció; de ese día que se produjo “el gran silencio de la historia”: la conmemoración del momento en que la mayoría de los corazones se transforman en pesebres para reencontrar el sentido del amor bajo el misterio de este grandioso silencio.
Al ser Jesús el centro de la Navidad, esta festividad, inevitablemente, se convierte en exigencia, generosidad y responsabilidad: a todos los creyentes nos solicita hacer presentes en nuestros corazones a las personas que están en situaciones humanas imposibles, para luego actuar en consecuencia; nos demanda hacer a un lado tanto ruido, consumidos y alboroto para sensibilizarnos de la terrible desigualdad, maldad, pobreza y violencia que, desgraciadamente, pueblan al mundo y particularmente a México y comunidades cercanas.
Nos urge sensibilizarnos ante el hecho, por ejemplo, que 735 millones de personas pasan hambre en el mundo.
MARGINACIÓN
¿Tendrá sentido acumular riquezas si sufren y mueren de hambre millones de personas en el mundo?, ¿en verdad se requiere tanto para vivir?, ¿podremos despertar en paz cada día, derrochar y desperdiciar recursos, sabiendo que infinidad de personas en el mundo viven marginadas?
PREGUNTAS
Por ello, para los creyentes, el 25 de diciembre representa hacer un alto en el camino para reflexionar, para eliminar la brutal indiferencia que convierte en metal el corazón, para no mirar el dolor y los padecimientos de nuestros semejantes.
Belén nos apresura a preguntarnos: ¿qué han hecho tantas personas para vivir en la miseria y en la injusticia?, ¿qué han hecho tantos mexicanos para vivir en el rechazo y en el abandono?
El nacimiento de Jesús nos cuestiona, seriamente y con rigor, el orden político, social y económico que mantiene tan debajo y alejados, tan precarios, indefensos y vulnerables a millones de mexicanos.
El pesebre nos cuestiona: ¿qué tan valientes somos para alzar la voz ante tanto desamor, cinismo y desorden? También nos recuerda que “la Navidad es la mano de Dios, tendida a los que sufren”, y que esas manos tienen nuestro nombre y apellido.
En fin, la Natividad nos reclama solidarizarnos, permanentemente, con los abandonados, los abatidos y hambrientos, haciendo que triunfe el amor sobre el odio y el bien sobre el mal y la maldad.
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HOMBRE-DIOS
Este día renace, siempre nuevo, un humilde ser humano que sintió frío, hambre y la traición de uno de los suyos; un prójimo que, para siempre, dividió el tiempo de la historia. Un hombre que careció de riqueza material, que andaba entre los indigentes, leprosos, miserables y enfermos, que extendió su mano a las prostitutas, a los rechazados, a los ladrones, a los pecadores y que ninguno como Él ha influido tan magnánimamente en la historia de la humanidad, en la conciencia y el corazón de los seres humanos.
Hoy recordamos a un hombre irrepetible que no vino a recibir sino a dar y darse, cuya palabra continúa transformando la vida de millones de las personas que deciden ser libres y aceptan seguir sus enseñanzas para colmar el sentido de sus exigencias. Hacemos hoy memoria de un hombre que vivió brevemente, tan sólo 33 años, pero que su presencia ha perdurado por más de dos mil años. Un “hombre-dios” que puso al alcance de todas las personas la posibilidad de transformarnos en eternidad.
CREER
¿Qué decir del momento del nacimiento de Jesús? Concuerdo con Martín Descalzo: “Y es que me es imposible entender la historia de Belén como una página más, como una anécdota ocurrida en un rincón cualquiera de los tiempos. Fue, tuvo que ser, un giro cósmico, una especie de segunda creación, una hora en que la naturaleza entera se sintió implicada, ¿o es que podría Dios hacerse hombre sin que se detuvieran de asombro las estrellas, se callaran absortos los animales, vivieran misterioso temblor las flores y las cosas todas?
“En Belén se cree o no se cree. Pero, ¿cómo creer sin temores?, ¿cómo no sentir que el alma se deshuesa, que toda gira, si -aquello- fue verdad?, ¿o es que podría decirse ‘Dios se ha hecho hombre, ha tomado la misma carne que nosotros’ y, a continuación, ¿encender un cigarrillo y seguir viviendo como si nada hubiera ocurrido?”.
AGACHARSE
Descalzo agrega: “Quienes han visitado Belén lo saben: la única entrada de acceso a la Basílica de la Natividad es una portezuela de poco más de un metro y medio de altura, por la que sólo se puede penetrar o siendo niño o agachándose. Y el hombre aún no ha aprendido a crecer agachándose. No sabe que a Dios sólo se llega por la puerta del asombro. No por la de la grandeza, sino por la de la pequeñez. No por la de las enormes y sabias teorías, sino por la del silencio”.
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NOTICIA
Efectivamente, el nacimiento de Cristo es la gran noticia que acompaña a la humanidad desde hace más de dos mil años, pero al mundo actual le es imposible entender el significado de este advenimiento, siempre nuevo y vigoroso, dado que se encuentra sumido en la civilización del egoísmo, la competencia y la fragmentación, por eso para muchos, la noche de ayer y este día, solamente es una anécdota, una celebración de ruido y luces, intercambios de regalos y superficial felicidad, de buenos deseos de dientes para afuera, sin llegar a comprender que no puede haber auténtica Navidad mientras en nuestra comunidad y proximidades exista desamor.
Es imposible sentirnos dignos de la Natividad de Jesús mientras sigamos aparentando, alimentando el individualismo y compitiendo, mientras continuemos deshumanizando nuestras aulas escolares, centros de trabajos y los propios hogares, mientras nuestros ídolos sean el poder, la fama y el dinero. Mientras nuestros corazones no sean transformados por el amor y para el amor. Mientras valoremos más los bienes visibles que los invisibles.
Si queremos vivir la auténtica Navidad, como una celebración profunda y sustancial, desarropémonos de la soberbia, hagámonos pequeños, seamos como niños: humildes, compartidos y sensibles.
Para sentir la grandeza de esta noticia, para entrar por esa pequeña puerta y salir engrandecidos, es imprescindible sensibilizar y humanizar a nuestros helados corazones.
GRATITUD
Belén ayuda a comprender que “al caer la tarde” seremos examinados solamente “en el amor”, en ese amor que el pobre niño de Belén concede incondicionalmente a todas las personas que creen en Él.
Es cierto: “Navidad somos cuando iluminamos con nuestras vidas el camino de la bondad, la paciencia, la alegría y la generosidad”.
Deseo que la esperanzadora noticia del nacimiento de Jesús encuentre acogida y morada en nuestro corazón y hago votos para que el gran silencio de su nacimiento el heraldo de alegría para todos nosotros y nuestras familias. ¡Feliz Navidad!
cgutierrez@tec.mx
Programa Emprendedor
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