Xóchitl: La rana y el escorpión; fábula política rumbo al 2024
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La fábula acreditada a Esopo dice así: un día a la vera del río, “el escorpión le pidió a la rana que lo cargara para cruzar el río, la rana le dijo ‘¿Cómo sé que no me picarás?’ El escorpión respondió: ‘porque ambos nos ahogaríamos’. La crédula rana aceptó; y a la mitad del río el escorpión picó a la rana. Cuando la rana le preguntó ‘¿por qué lo hiciste?, si los dos vamos a morir’; a lo que el escorpión respondió: ‘discúlpame, es mi naturaleza y no puedo ir contra ella’”.
Cuando Xóchitl obtuvo la candidatura del Frente Amplio por México pregunté a un amigo panista el parecer de las cúpulas partidistas del PAN, PRI y PRD sobre la designación de Gálvez. Él me respondió así: “pues no tuvieron alternativa. Xóchitl arrasó, aunque permanece la duda, entre los dirigentes partidistas, sobre la relación que guardaría Xóchitl con ellos de llegar a la Presidencia de la República”. Y continuaba: “la razón es sencilla: el perfil de Xóchitl no es partidista, si no ciudadano”.
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En el caso de la fábula, arriba descrita; Xóchitl es la rana y PRI, PAN y PRD −juntos− son el escorpión. Gálvez ya fue picada con el aguijón de la cola del escorpión; su veneno ya afecta el sistema nervioso de Gálvez y ambos, lentamente, empiezan a sumergirse a mitad del río.
La rana representa una lógica ciudadana; mientras, el escorpión lleva tatuada en su cola la lógica de la partidocracia. Pero, ¿morirán ambos ahogados? No.
Pues mientras la campaña de Xóchitl se sumerge −haciendo gorgoritos− en el turbulento río de la lucha por la Presidencia; los partidos políticos, con su máscara, traje, aletas y tanques de buceo nadan rumbo a la superficie.
La campaña de Gálvez “no camina. (Porque) desde que se hizo sorpresivamente de la candidatura presidencial, no ha dado un sólo paso”.
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Más aún, “desde que los tres partidos la convirtieron en su apuesta para la presidencia, Xóchitl Gálvez interrumpe su irrelevancia con tropiezos. Cuando ya nos hemos olvidado de ella, irrumpe en el escenario con alguna torpeza”. Y sobran las excusas de su equipo de campaña y de sus promotores: “que la campaña no ha empezado formalmente, que la elección está todavía muy lejos, y que Gálvez enfrenta una elección de Estado”.
Mientras eso sucede, los partidos políticos integrantes del Frente, pero además coaligados como “Fuerza y Corazón por México”, lucharán por la mayoría en el Congreso y dejarán −de una manera u otra, a Xóchitl y a Santiago Creel el grueso de la responsabilidad para ganar la contienda por la presidencia de la República en 2024.
Algún alma caritativa, a espaldas de los tres partidos, le lanzó a Xóchitl una máscara de snorkel con dispositivo de control para flotar con el sello de Miguel Ángel Riquelme Solís, pero Gálvez cerró sus ojitos y optó por sumergirse en su lógica ciudadana, para demostrar que no posee la vocación de poder y el carácter obligado para aspirar a la Presidencia de la República.
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Entre sus últimos gorgoritos, Gálvez prefirió hundirse con su cuachirol del alma, el inepto de Santiago Creel, el cual, sin experiencia en coordinación de campañas u operación electoral, terminará por reposar con Xóchitl en lo más profundo del río, entre anguilas (con el rostro de Ricardo Anaya), peces gobio (con la cara de Josefina Vázquez Mota), peces esperianos (con el semblante de Ernesto Ruffo) y peces pulmonados africanos (con las facciones de Marko Cortés).
En esta fábula tan real, entre la rana y el escorpión. Pregunto: ¿y México dónde quedó?
Nota: El autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución