¿Y la mascota del Parque Las Maravillas?
Hace unos 20 años se creó en Saltillo el Parque Ecológico Las Maravillas y se le designó como mascota, si mal no recuerdo mediante un concurso abierto, un emblemático animalito endémico de esta zona norteña: una pequeña especie conocida en México como “perritos llaneros” y “perrito de las praderas” del lado de los Estados Unidos. Por el año de 2005 se les declaró especie en peligro de extinción y se tomaron medidas para resguardarla del inminente peligro creando un área protegida para su resguardo y reproducción. Y precisamente por ser originarios de la región, se les encargó al entonces Instituto General de Ecología de Coahuila y a la Delegación estatal de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales construir en esta zona de Saltillo un santuario ecológico para su conservación y desarrollo.
Curiosas cosas suceden en este mundo. Hace unas cinco décadas, los perritos llaneros eran considerados una plaga para la agricultura. En grandes extensiones por los rumbos de Huachichil, Derramadero y los llanos del norte, los agricultores y las gentes de las rancherías salían al caer la tarde a combatir a tiros de escopeta o a pedrada limpia a los que entonces llamaban terribles animales que acababan con las cosechas y los pastizales en los campos de pastoreo. Aquello solía ser una gran diversión para los muchachos y una oportunidad de practicar el tiro al blanco y aprender las artes de la cacería.
Estos animalitos nada tienen que ver con los perros, pese a su nombre. Éste se debe al grito de alarma, muy parecido al ladrido de un perro pequeño, que lanzan al menor síntoma de peligro y que pone en alerta a toda la colonia. Mientras que la mayoría andan fuera de sus madrigueras en busca de hierbas y raíces que acumulan para el invierno, algunos se quedan de centinelas parados junto a los hoyos que conducen a sus cuevas. Si el grito de alarma se repite, en un instante toda la colonia desaparece en sus agujeros como en un acto de magia.
Más que a los perros, estos roedores se parecen a las marmotas, aunque de menor tamaño. Miden unos 50 centímetros de largo, sus patas son cortas y en su cara resaltan los largos dientes que usan para roer; tienen orejas redondas y pequeñas y abundante pelaje entre amarillo y pardo. El Museo del Desierto, en Saltillo −único en su género en el mundo−, tiene en un pabellón una pequeña colonia de perritos llaneros y ya lograron su reproducción.
Este perrito, conocido en México como llanero y en Estados Unidos como de la pradera, vive en el subsuelo, en largas y profundas galerías excavadas, en las que también hay algunos conductos falsos, al parecer utilizados por estos animalitos para esperar, agazapados, a los intrusos o para despistarlos. Esos intrusos son víboras de cascabel, culebras y lechuzas terreras que al introducirse en los túneles encuentran abrigo y comida, pues saquean sus almacenes y llegan a devorar a las crías, aunque muchas veces encuentran la muerte a manos de los propios perritos llaneros. Cuando los habitantes de esas ciudades subterráneas las abandonan, los intrusos ocupan los túneles y madrigueras para protegerse de sus depredadores.
A las profundas y complicadas madrigueras compuestas de galerías de grandes extensiones se les llama “ciudades de perros”. Se sabe que en Texas existía una de ellas de unos 400 kilómetros de ancho por unos 160 de largo. Imagínense la cantidad de perros llaneros que albergaría tal lugar. El área protegida ubicada al sur de Saltillo tendría, según anunciaron, 700 hectáreas y se eligió precisamente porque ya contaba con una “ciudad de perros” subterránea con suficientes madrigueras para que los perritos llaneros vivan y se desarrollen tranquilos. El perrito llanero mexicano es el gran ingeniero de la pradera y evita que los llanos donde habita se conviertan en páramos secos.
Al parecer, el Parque Las Maravillas, se olvidó ya de su mascota original, dedicado casi exclusivamente a promover espectáculos en su auditorio, y ¿la reserva ecológica subsiste todavía?