Ya es AMLO un dolor de cuello para Claudia
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Grande fue la sorpresa de doña Macalota, la mujer de don Chinguetas, cuando su coscolino esposo llegó al domicilio conyugal acompañado por dos fenomenales féminas; una morena de ojos verdes, ensortijada caballera y busto que más bien era bustísimo, y una rubia de torneadas piernas y enhiesto caderamen. Antes de que la atónita señora pudiera pronunciar palabra le dijo don Chinguetas. “Tú tienes tus ideas para redecorar la casa, y yo tengo las mías”... Con su desatentada reforma López Obrador no sólo atenta contra la justicia: destruye a uno de los tres Poderes de la Unión, el Judicial. Al hacerlo vulnera en forma grave la integridad de la República. Ésta deja prácticamente de existir, y en su lugar se instaura un régimen dictatorial presidido por un autócrata que, según todos los indicios muestran, no se resigna a hacer abandono del poder. Lo seguirá detentando a pesar de sus repetidas manifestaciones en el sentido de que acabada su gestión se retirará de la política. A otro perro con ese hueso, decían nuestros padres cuando escuchaban una falsedad. Primero iré a la Luna yo antes que AMLO se vaya a La Chingada, que tal es el nombre de su finca. A pain in the neck. Un dolor en el cuello. Así dicen los norteamericanos cuando deben aguantar algo, o a alguien, que les causa molestia constante e insufrible. (Y dicen peor, pero no me es dable usar aquí la frase en sus más comunes –y corrientes– términos). Pues bien: López, estoy seguro, es ya a pain in the neck para la recién elegida Presidenta, a quien impone no sólo su omnímoda presencia, sino también sus decisiones de último momento, con cuyos nocivos resultados deberá cargar velis nolis, o sea a querer o no, la futura mandataria. Vargas Llosa se preguntaba cuándo Perú se había jodido. Pienso que México se jodió cuando AMLO fue electo Presidente. Aun antes de asumir el cargo empezó a ejercer su caprichosa voluntad, y la sigue imponiendo sobre todo y sobre todos. Ciertamente en los sexenios anteriores no vivíamos en el mejor de los mundos posibles. Había corrupción rampante, inseguridad, pobreza. Sin embargo, se guardaban ciertas formas institucionales, y los organismos ciudadanos encargados de cuidar nuestra frágil democracia eran objeto de respeto por parte del Estado. Nuestro sistema de salud no se asemejaba al de Dinamarca, pero los hospitales públicos funcionaban razonablemente bien; el Seguro Popular atendía a millones de mexicanos; no había desabasto de medicamentos. El número de muertes violentas y desapariciones estaba lejos de alcanzar las elevadas cifras que vemos ahora, y los grupos criminales no se habían apropiado de vastas porciones del territorio nacional. El ámbito en el cual vivimos –o sobrevivimos– se ha degradado, y lo peor es que vamos para peor. La Presidenta no podrá dejar de cumplir los lineamientos que le marque el caudillo de la 4T, pues penderá sobre ella la amenaza de la revocación de mandato, ominosa figura creada por López para asegurarse la incondicionalidad de quien lo seguiría en el cargo. Si a eso añadimos su control sobre las fuerzas armadas ya se verá que es falso eso de que AMLO se irá a su ranchito. Estamos, pues, ligeramente jodidísimos. Y nosotros sí sabemos desde cuándo... Babalucas le pidió al empleado de la línea de autobuses: “Quiero un boleto de viaje redondo”. Le preguntó el muchacho: “¿A dónde?”. Respondió el badujlaque, molesto: “¡Pos aquí, pendejo!”... El cliente del restorán les dijo, jactancioso, a sus compañeros de mesa: “Tendrán que disculparme, amigos. Voy a ver a mi chiquita”. Lo oyó el mesero y le indicó: “El baño está al fondo a la derecha”... FIN.
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