Polo Polo alburea a Saltillo
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Con su característico humor lleno de palabras altisonantes y anécdotas llenas de sexo, el comediante llegó a la ciudad para divertir a su público.
Saltillo.- Una señora entra al Teatro de la Ciudad Fernando Soler y se sienta en la primera fila frente al escenario, cuando Polo Polo sale es a la primera que saluda y al escuchar sus carcajadas dice: no pues con esta risa ya chingué. El comediante llegó a la ciudad el pasado miércoles por la noche donde ofreció dos funciones llenas de albur, groserías, mucho sexo explícito y una que otra canción, con lo cual consiguió que su público pasara una noche amena y divertida, entre carcajadas, aplausos y una constante interacción con el público, a quienes entretuvo con toda clase de anécdotas que incluyeron gran variedad de personajes con una misma característica: ninguno podía hablar sin decir malas palabras.
Al ritmo de México en la Piel, Polo Polo salió al escenario para su primera función acompañado de cinco músicos, dos trompetas, guitarra, batería y teclados, junto a quienes cantó esta canción para comenzar la noche de chistes. Pero antes de empezar a hacer lo que mejor sabe, se puso a saludar a todos los presentes, pidiendo que encendieran más las luces para poder verlos. Pensé que estaba hablándole a un telón negro, dijo, mientras algunas personas iban llegando a buscar sus asientos, recibidos por un qué bueno que llegaron del comediante, quien no tardó en reclamarles por la llegada tarde. Yo les dije, le contestó una mujer que venía en grupo, sí todos saben que usted es la que les dijo, le respondió Polo Polo.
¿Hace cuántos años que no venía?, preguntó el comediante mostrándose alegre ante su regreso a la ciudad, a lo que alguien le respondió que siete. ¿Siete?, contestó desconcertado el comediante, ¡y todavía se me para! Ante el grito de te amo, de la señora de la primera fila, Polo Polo comenzó su racha de chistes haciendo burla de su cabello, su abanico de mano y esa carcajada que la señora no dejó de soltar toda la noche ante cada broma, que Polo Polo acompañaba con ademanes y cambios de voz que daban más sabor a sus anécdotas.
El primer chiste involucró a dos compadres borrachos, quienes se debatían por ver quién era más puto, a lo que uno de ellos afirma, usted cierra los ojos cuando nos besamos. Entre viejitas despistadas y personajes orientales, Polo Polo hizo ademanes para fingir las dificultades de poder subirse a una limosina, siempre terminando cada chiste con la compañía de sus músicos, quienes también musicalizaron su ya clásico salud, cada vez que daba sorbos a su copa llena de coca-cola light. Mientras saboreaba sonoramente su refresco, Polo Polo contaba chistes cortos, que terminaba en un par de frases y otros más largos, como el de dos españoles que le preguntaron a un negro cubano, cómo podían alargar el tamaño de su pene.
Los chistes fueron subiendo de tono, involucrando un cura que se masturba en un río y un hombre que le hace sexo oral a su esposa, el cual desató sonoras carcajadas, mientras que, el comediante dijo a los que guardaron silencio que si no lo habían entendido nomás es de pensar poquito. La recta final del maratón de chistes estuvo integrada por un pato que iba a pedir cacahuates a una tienda de ropa y unos judíos apostadores, todos personajes para los que Polo Polo cambiaba su voz para meterse en el papel. Para despedirse, el comediante dijo que interpretaría algunas canciones, cualquiera, pues se sabía todas las del mundo. Dijo al público que pidieran el tema que quisieran, los cuales fue modificando a su parecer, metiendo albures y groserías en A Mí Manera, El Oso Polar y cambiando El Rey por El Rey de Chocolate de Cri-Cri.
Luego de bailar Thriller y hacer un homenaje a Saltillo con Rosita Alvires, Polo Polo abandonó el escenario para dejar que el público de la siguiente función entrara a divertirse un rato.