Del cielo al lienzo: Los eclipses solares en el arte y la literatura
A lo largo de los siglos todas las culturas presenciado y se han inspirado por estos fenómenos celestes, creando sus propias versiones o plasmando acontecimientos reales
Los eclipses son acontecimientos tan raros y tan especiales que no es sorpresa lo inspiradores que pueden resultar para las personas, no solo en el presente, sino a lo largo de los mileniso que nuestra civilización ha recorrido la Tierra.
La literatura, la pintura, la escultura y todas las formas de expresión artística han encontrado en este fenómeno astronómico, que podremos observar en la región este lunes 8 de abril, el elemento ideal para crear obras maestras, a las que hoy dedicamos este artículo, en preparación para este gran espectáculo.
Curiosamente los eclipses lunares suelen ser más populares en estos medios —toda la mitología de las criaturas de la noche se relaciona de una o de otra forma con la luna—, pero ya sean completamente de ficción o inspirados en estos esporádicos eventos reales, han marcado a quienes tuvieron oportunidad de presenciarlos y a su arte.
En el arte rupestre
Justo hace una semana publicamos en VANGUARDIA un reportaje del investigador José Flores Ventura, en el que explica las maneras en que los antiguos pobladores de Coahuila plasmaron en las rocas los acontecimientos de sus vidas, incluidos los eclipses.
A través de petroglifos es que podemos hoy conocer cómo veían estos fenómenos y de qué forma los representaban, así como el entendimiento de los movimientos celestes.
Artistas y científicos
En el Renacimiento los creadores no se abocaban solo al trabajo en el estudio, tras el caballete o con el cincel, sino que muchos de ellos sentaron las bases —o en general avanzaron los estudios— de algunas de las ciencias actuales, fusión que a veces se plasmaba en sus obras.
Así sucedió, por ejemplo, con esta pieza Rafael de Santi titulada “Isaac y Rebecca espiados por Abimelech”, donde el fenómeno astronómico es uno más de los testigos, junto con el rey israelita, de la relación de los protagonistas.
Visión abstracta
No solo el eclipse ha inspirado representaciones realistas, pues también los creadores abstractos han encontrado en ellos la excusa para realizar sus obras, como es el caso de dos piezas de Roy Lichtenstein, tituladas “Eclipse de Sol I y II”, la segunda de las cuales vemos aquí.
El cubo-futurismo y la relación de estas corrientes se ve plasmada aquí. El autor era un ávido lector de la revista “Scientific American” y así como este, hay otros ejemplos de la ciencia inspirando su trabajo.
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Expresión y fe
Es bastante adecuado para esta entrada que el eclipse en México ocurra solo unos días después de terminada la Semana Santa, pues en 1907 Egon Schiele representó la Pasión de Cristo, específicamente el momento de la crucifixión, con un sol obscurecido por la luna en el fondo.
Historias ocultas por la luna
En la literatura también han estado presentes los eclipses. Uno poco conocido, muy divertido y de fácil acceso es el cuento breve “El eclipse” de Augusto Monterroso, sobre un fraile español que intenta engañar a unos guerreros mayas con su “avanzado” conocimiento de astronomía para evitar ser sacrificado.
Asimismo tenemos otros ejemplos como los libros “Gerald’s Game” y “Dolores Clairborne” de Stephen King, los cuales no solo muestran eclipses en su narrativa, sino que específicamente se trata del que ocurrió el 20 de julio de 1963 y que se pudo ver en el hemisferio norte del planeta.
El eclipse
Por: Augusto Monterroso
Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo.La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante suignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas.Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día seesperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en suso jos. Vió que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.
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