‘El barrio se respeta y otras consideraciones’: cuentos de gente desgraciada, crudeza inesperada y algunas risas inapropiadas

La entrega más reciente del escritor tapatío, José Luis Valencia, explora el frenesí de la calle, cantinas, lugares rascuaches y en particular gente que haciendo lo que puede para soportar la pesadez del mundo termina yéndose al carajo.

Artes
/ 10 enero 2023
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En los barrios de José Luis Valencia hay nostalgia trágica pura y dura. En los barrios que imagina el escritor hay una atmósfera ochentera y noventera en donde, cuando todo parece ir por un rumbo más o menos cotidiano y predecible, de pronto algo inesperado hace que a los personajes de sus historias se los lleve el carajo.

Y como todo se siente tan cercano y familiar en estos barrios, de paso a nosotros, los lectores, también se nos invita de forma irremediable a hacer un viaje a la chingada. Y ahí, con la cara pegadita al infortunio y la certeza de que estas historias están pasando cerquita (a la vuelta de la calle cuando muy lejos) solo queda una posibilidad: todo barrio es pesado cuando se le mira de cerca.

Esa es la sensación que emana de los 13 cuentos de “El barrio se respeta y otras consideraciones” (Rayuela diseño editorial, 2022), el más reciente libro de Valencia, donde no es que haya buenos y malos, ni merecimiento o justicia, sino arbitrariedad y crudeza inesperada para el que se ponga. Y a veces también pal’ que se quite.

$!Jose Luis Valencia Valencia, escritor de Guadalajara, autor de “El barrio se respeta y otras consideraciones”.

¿En dónde se encarnan estos relatos?

Las calles de siempre; los trabajos que parecen aburridos y convencionales; papás e hijos jugando en las cocheras de sus casas; las cantinas que todos ubican; aquel discapacitado que se hace fama en la cuadra; la tienda de la esquina que ha estado ahí por generaciones; el amigo de un amigo que parece que anda en malos pasos, pero a todos les cae bien; los malandros; los asesinatos; el COVID...

Todas esas cosas que están ahí y nos dan la sensación de normalidad son apenas la superficie a punto de romperse para ser tragado por el infierno.

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¿En dónde se encarnan estos relatos?

En el Jalisco del autor, que logra sentirse como el estado más protagonista del mundo, en el sentido de que aquí puede pasar cualquier cosa.

¿En dónde se encarnan estos relatos?

En las formas menos habituales y previsibles de la violencia.

“El barrio se respeta y otras consideraciones” nos entrega elementos a los que el tapatío ya nos acostumbró: prosa filosa, familiaridad inquietante, agilidad vertiginosa, bruscos cambios de velocidad, esa permanente sensación de despojo y un delicioso humor negro que primero te arranca carcajadas frente a las desgracias ajenas, pero luego hace que te carcoma la culpa.

En entrevista para otros medios y publicaciones, como el sitio oficial de la Universidad de Guadalajara, José Luis Valencia explica que algunos de los cuentos de este libro son una herencia de su anterior entrega “Los tiempos de Dios”.

Le contó, por ejemplo al reportero Héctor Navarro, que cuando escribió aquella compilación de ficciones, hizo una lista de historias con sinopsis. El producto final ganó el Concurso Nacional de Cuento Juan José Arreola. Los textos que no estaban terminados y algunos otros que nacieron posteriormente encajaron perfecto, dos años después, en el barrio.

Salvo el último cuento que destaca por su extensión, los primeros 12 son breves. Punzantes. Incómodos. Ligeramente graciosos (pero esa gracia de quien se siente acechado y frente a la ruina se ríe por nervios, más como un mecanismo de defensa o bien por ser un hijo de la chingada –también se vale–).

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El libro tiene un ritmo relámpago. Y la primera parte no hace sino avanzar con el acelerador a fondo sobre una carretera recta. Tanto así que cuando se llega a la mitad de la obra, hay dos cuentos que toman sin precaución al lector, lo ponen contra la pared y le dan un balazo en la cabeza sin que antes de eso pueda entender qué pasó. Se mezclan aquí la indignación, un poco el asco y nuevamente esta sensación de decir: es que esto no sé si ya me lo ha contado alguien, quizá mamá, quizá papá... ¿o fue aquel vecino a quien no se le ve por acá hace tiempo?, ¿o lo vi en las noticias?

A partir de ahí, el ritmo desacelera, pero la intensidad se mantiene. Y también se agradece que después de la inyección de adrenalina del principio, las cosas cruentas pasen tantito más despacio, para tener oportunidad de comprenderlas.

Arrancar el 2023 con esta lectura sería un acierto. Y seguirá siendo cierto si el libro llega a mediados de año o al cierre o mucho tiempo después.

El mejor gancho para leer estos cuentos lo tiene el propio Valencia: “el barrio se respeta, aunque a veces el barrio no te respeta a ti”.

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