Las mujeres de Miguel de Cervantes, envuelven su vida y su obra
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Miguel de Cervantes vivió gran parte de su vida rodeado de un entorno familiar femenino, al que siempre se sintió unido, siendo un punto de referencia para comprender a los tipos de mujeres que plasmó en “El Quijote”.
No se puede entender el tratamiento que da Cervantes a los personajes femeninos sin fijarnos en su biografía, una vida marcada por figuras femeninas, en especial, sus hermanas y su madre, Leonor de Cortinas, una mujer fuerte, madre coraje que se entregó en cuerpo y alma para reunir fondos para liberar a sus hijos, Miguel y Rodrigo, cuando ambos estuvieron presos en Argel, que educó a toda su prole por igual, permitiendo que sus hijas aprendieran a leer y a escribir, algo excepcional en la época.
Miguel de Cervantes (1547-1616) entendió bien pronto que la voluntad de la mujer debía ser respetada y lo hizo en una época en la que eran consideradas fuente de todo mal.
Lejos de todo prejuicio, las mujeres de su familia fueron para él ejemplo de entrega y generosidad. Es significativo cómo la admiración que Cervantes siente por sus hermanas, y sus hermanas por él, le llevan a defender al tipo de mujer y la vida que ellas llevaron: mujeres que renunciaron a casarse (si no era por amor), pero no a vivir relaciones con hombres de prestigio y hacienda, aventuras amorosas que además les reportaba independencia y una manera de ganarse la vida.
Desde la primera relación amorosa de su hermana mayor, Andrea, supuso el inicio de una larga vida en la que sus aventuras con los hombres se convierten en un negocio para la subsistencia. De una de estas relaciones, con un noble que le prometió matrimonio, pero luego no cumplió, nació Constanza, aunque consiguió sacarle una generosa suma. Esta actitud valiente y desenvuelta de Andrea frente a la adversidad calará también en la hermana menor, Magdalena, y después en Constanza que siguieron las mismas andanzas...
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También las mujeres de su obra “La entretenida” rechazan el matrimonio por imposición rompiendo una de las convenciones de la época donde lo normal era entregarse al hombre que las designaban y convertirse en sus criadas, sin embargo, las mujeres de Cervantes, eran perfectas conocedoras de las debilidades de los hombres, las aprovechan para vivir sin ataduras.
Sin embargo, Cervantes si se casó, lo hizo el 12 de diciembre de 1584 con Catalina de Salazar y Palacios, una joven hidalga de apenas 19 años a la que había conocido solo tres meses antes en Esquivias (localidad toledana muy cercana a Madrid), a quien dejó en un discreto segundo plano en esa misma localidad tras vivir los tres primeros años de matrimonio, quizás demasiado apaciblemente para una personalidad como la suya, para enrolar su suerte en otros destinos.... También apuntan sus biógrafos el hecho que Catalina tuvo que asumir la tutela de sus dos hermanos menores, muy pequeños al morir su madre.
Pero según marcan sus biógrafos a partir de 1599, el matrimonio no volverá a separarse, salvo en ocasiones puntuales, siguiendo ya ella los destinos de él y fue tal el amor que Catalina le profesó que dispuso ser enterrada junto a él.
La pareja no tuvo hijos, pero ocho meses antes de casarse con Catalina, en abril de 1584 nació Isabel, fruto de los amores de Cervantes con una tal Ana Villafranca (esposa de un tabernero madrileño) una hija que acabó reconociendo al quedar huérfana y ponerla con quince años al servicio de su hermana Magdalena, sumándose así, Isabel de Saavedra al resuelto clan de “las Cervantas”.
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LA MUJER EN SU OBRA
Pocos personajes hay en “El Quijote” que impresionen tanto como Dorotea, especial, decidida y valiente que destaca por su facilidad de palabra, por su fuerza y viveza, dotada de una gran inteligencia, con una capacidad para el análisis de la realidad que refleja en sus discursos, algo desconocido para una mujer hasta entonces.
Si una obra expresa con claridad la valentía femenina es la tragedia “Numancia”, inspirada en la derrota de esta ciudad celtíbera ante los romanos, donde las mujeres fueron las que arengaron a los hombres a luchar hasta la muerte, antes que ser ultrajadas por el enemigo.
La Gitanilla, protagonista de la novela homónima de Cervantes, es, sin duda, otro de los personajes femeninos más simbólicos y revolucionarios del autor, toda una defensa de la libertad de la mujer. Es mujer y gitana, es decir, lo más bajo que se podía ser en ese momento y es vendida a un caballero. La mujer se enfrenta a su comprador y a sus vendedores y les dice: “Estos señores bien pueden entregarte mi cuerpo; pero no mi alma, que es libre y nació libre, y ha de ser libre en tanto que yo quisiere”.
En la primera parte de “El Quijote” aparece Marcela, una mujer que huyendo del matrimonio y de sus pretendientes se hace pastora para vivir en libertad. Marcela, todo un ejemplo de razonamiento lógico contra los convencionalismos sociales que por su condición de mujer la condena, insiste en su condición de mujer libre, al igual que sus hermanas, Andrea y Magdalena. Por eso, el propio don Quijote, que actúa como juez y la absuelve, no acepta su culpabilidad argumentando que es libre, y como tal, no está obligada a amar a quien dice amarla, “...mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama”.
La excepción de este prototipo de mujer fuerte, con voz propia sería la más famosa de todas ellas, Dulcinea del Toboso. Dulcinea no pertenece a este canon de mujer cervantina dado que, como es sabido, el objetivo de Don Quijote no fue otro que ridiculizar por caducos y engañosos los libros de caballería y por tanto responde al ideal de mujer existente en este tipo de relatos.
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DESTACADOS:
+ Cervantes fue un adelantado a su tiempo no solo por escribir la primera novela moderna de la literatura, “El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha”, sino también, apuntan sus estudiosos, en cuanto al tratamiento de las mujeres en sus obras, a las que presentó “en toda su plenitud, libres y valientes”, algo totalmente novedoso hasta entonces y valores que presidieron tanto su vida como su producción literaria.
+ Personajes como La Gitanilla, Dorotea, Marcela o la Gran Sultana... a los que dio voz propia y dejaron memorables discursos en defensa de sus derechos; mujeres decididas, con personalidad propia, incluso con un don de palabra mayor que los hombres, a excepción de Don Quijote, cualidades que no se encuentran en la literatura de su tiempo.
+ Y es que Cervantes entendió bien pronto que la voluntad de las mujeres debía ser respetada y lo hizo en una época en que eran consideradas fuente de todo mal. Pero para él, lejos de todo prejuicio, su madre, sus tres hermanas y su esposa fueron ejemplo de entrega y generosidad.
Por Amalia González Manjavacas EFE/Reportajes.