Lítica: Un encuentro con la tierra en Casa la Besana
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La exposición de Karla Rangel reconsidera los mensajes y símbolos de su trabajo previo, ahora bajo nuevos discursos para reflexionar sobre la memoria y el tiempo a partir de las rocas
La relación de Karla Rangel con la tierra se extiende más allá de su reciente trabajo. Desde sus primeros ejercicios con la cerámica como materia prima hasta sus exploraciones desde la gráfica con el desierto, la piedra y el territorio regional, la artista coahuilense ha partido de este elemento para crear y cuestionar de la mano del arte.
Con “Lítica”, su más reciente exposición, que está abierta desde este jueves 10 de febrero en el Centro Cultura Casa La Besana, pone sobre la mesa la posibilidad de ver su trabajo más allá de la primera intención y, con obras que se exhibieron la muestra “Tethys” en la Galería Blanco de Casa República en 2019 —así como la curaduría de Talía Barredo y la producción de Liquen - Agencia de Arte— plantea nuevos discursos.
En entrevista con VANGUARDIA Rangel recordó que aquella ocasión, las piezas se referían “a la profundidad del océano que cubrió el territorio donde trabajo, una investigación sí sobre la memoria pero tomando como pretexto exclusivo ese tema del agua, del océano, del movimiento”.
“Esta lectura tiene más que ver con la piedra”, agregó, “encontré esta observación de la fascinación de hace mucho por las piedras, soy coleccionista de ellas, así que de pronto me vi bastante obsesionada por ellas y por lo que contenían. Y maravillada también por cómo una roca puede contener tanta memoria, cómo pueden ser los primeros dispositivos de memoria y los más abundantes en el mundo, como el registro de ciertos momentos del tiempo”.
La propuesta curatorial se desarrolla a través de una instalación, que se apropia de la galería “María Alicia García Narro” y la convierte en la roca misma.
“Lo que intentamos con esta apropiación de la galería de la Besana, con esta instalación, es que te sientas casi que dentro de la roca, o de las distintas rocas que tomo para mis piezas”, explicó Rangel.
Al ritmo de la tierra
Esta exposición llega para la artista con un cambio relevante en la forma en que ve su propio trabajo y sus procesos. Luego de que por años se viera bombardeada por la exigencia del arte contemporáneo de cambiar constantemente de aires, de temas, de técnicas, de aproximaciones, se dio cuenta que no hay razón para no permanecer en un lugar y para no explorar todas sus posibilidades.
“Acepté y además después de la aceptación viene sacarle todo el provecho, que tengo más allá de una relación con el territorio, que he recorrido con este desierto, tengo mucho que decir y mucha curiosidad, mucha investigación sobre este lugar. Antes me invalidaba a mí misma en ese proceso, pero ahora todo lo contrario. Me siento más segura para poder validarme, sin necesidad de sentir presión de que estoy dándole vueltas a lo mismo; no es eso, no es tan sencillo”, compartió.
Así como la tierra misma, que parece inmutable, Rangel confesó que sus procesos son lentos, sin prisas, y en ese sentido asegura que se debe a sí misma el poder permanecer ante este panorama, donde se siente a gusto, y donde encuentra potencial.
“¿Porqué esta presión al artista contemporáneo? De estarle pidiendo producción, de estarle pidiendo cambio de proyectos, y nueva interpretaciones. Yo precisamente, en un proceso personal, yo me di pausas y asumo que mis procesos son lentos, siempre lo he dicho, son bastante relajados, no tengo prisa, entonces en ese intento de ser coherente conmigo misma, ¿porqué no ‘seguir hablando de lo mismo’ o usando el mismo pretexto, más bien, para ver ese maravilloso poliedro que son los temas?”, concluyó.