Chalino Sánchez, el Rey del Corrido; se cumplen 30 años de la primera tragedia del regional mexicano
El narcocorrido ha fungido como expositor de la violencia en el país, sin embargo, diversos artistas han sido víctimas de la misma, tras exponer la vida del narcotraficante en México.
Aunque los narcocorridos son considerados un género de música violento, en muchas partes del mundo, fuera de México, es una reivindicación étnica, según Juan Carlos Ramírez-Pimienta, en entrevista para EFE.
El profesor de literatura y cultura mexicana en San Diego State University-Imperial Valley, recuerda que la música de Rosalino “Chalino” Sánchez ha marcado la vida de miles de mexicanos, quienes lo escuchan pese a las tres décadas de su asesinato.
“’Chalino’ ayudó a fijar desde dónde se enuncia el narcocorrido en Estados Unidos, aunque las historias -la mayoría- surgían en México, y ayuda al proceso de ‘remexicanización’ de segundas y terceras generaciones de mexicanos que vivían allá”, aseguró el experto.
“Escuchar un narcocorrido en Estados Unidos es diferente a hacerlo en México, la distancia con la violencia es mucho mayor, allá es una reivindicación étnica. Es una fantasía de tres minutos donde el mexicano no le tiene miedo a nada, es poderoso, fuerte y se olvidan en la parte criminal”, afirma Ramírez-Pimienta.
Mientras, Edgar Morín, doctor en antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, sentencia que los narcocorridos son “el equivalente subcultural” del “gangsta rap” de los afroamericanos, donde renacen figuras como 2pac, Dr. Dre, Ice Cube, The Notorious B.I.G. y otros.
“Son las misma temáticas, son misóginos y hay que recordar que el capitalismo todo lo vuelve mercancía... hasta los corridos de narcotraficantes. Este universo ha producido un mercado que genera series, y expresiones subculturales que se mercantilizan”, cuenta Morín.
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Ambos expertos señalan que los asesinatos dentro de este género, donde perdieron la vida artistas como Valentín Elizalde, Sergio Gómez y Javier Reyes, “El Príncipe del Corrido”, son un claro ejemplo de la violencia que impera en México.
“Los medios reproducen supuestas venganzas, en otros se tiende a revictimizar a estos personajes, pero en cualquier caso estarían mostrando un problema importante que hay en este país que se trata de una sociedad bastante enferma y que el estado que es incapaz de garantizar la seguridad de cantantes, periodistas y ciudadanos de a pie”, arremete Morín.
“Mientras continúe la violencia en el país se va a reflejar en los corridos”, añade Ramírez-Pimienta.
UNA RECUERDO INOLVIDABLE PARA MÉXICO
Apodado el “Rey del Corrido”, Sánchez nació en Culiacán, Sinaloa, afrontando adversidades como la pobreza y la pérdida de su padre a los seis años de edad. Hijo de Santos Sánchez y Senorina Félix, el cantante creció con nueve hermanos: Armando, Lázaro, Régulo, Lucas, Espiridion, alias “El Indio”, Francisco, Juana, Alí Cordero y Sergio Gonzalez.
No fue hasta 1977 cuando un indocumentado Chalino emigró a los Estados Unidos, con la ayuda de un “pollero” que lo ayudó a cruzar por la frontera de Baja California, donde empezó a trabajar en los campos de Coachella y ganaba algo de dinero.
Enseguida, conoció a Marisela Vallejo, amiga de su hermana Juana, con quien se casó y tuvo dos hijos: Cintia Sánchez Vallejo y Adán Chalino Sánchez Vallejo, quien tenía apenas ocho años cuando su padre falleció, no obstante, el joven perdió la vida, también, en el estado de Sinaloa, a los 19 años, tras un accidente automovilístico.
Pese a las frías coincidencias de este fallecimiento, las teorías conspirativas sólo fueron rumores.
Otra tragedia que siguió a la familia, fue el asesinato de su hermano Armando Sánchez, encontrado sin vida en un hotel, incidente que lo inspiraría a escribir sobre violencia, tragedias, drogas y canciones de amor. Fue Ángel Parra quien le grabó sus primeras canciones en un casete con el grupo “Los Cuatro de la Frontera”, allí, se encuentran los temas “El Sapo”, “Beto López” y “Los Sinaloenses”, entre otras, además de una homónima al nombre de su hermano fallecido.
Fue así que su popularidad fue emergente en el ámbito mexicano de Estados Unidos, volviéndose popular en todo California, consiguiendo cantar en diversos lugares y recibiendo un pago por sus servicios como músico. Además de dinero, Chalino recibía ropa, vehículos y hasta armas.
Su primer enfrentamiento con la muerte habría sido en el bar “Plaza Los Arcos”, en Coachella.
Ese día, 24 de enero de 1992, frente a unas 400 personas, Edward Alvarado Gallegos, un hombre de 34 años, llegó con un revólver calibre .25, se acercó al intérprete y le disparó dos veces a corta distancia, hiriéndolo. Por otro lado, Chalino supo defenderse con un arma que cargaba en su cinto, la cual accionó y, tras encascillarse, se arrojó a Alvarado y lo golpeó en la cara.
Gallegos resultó seriamente lastimado y fue encerrado en prisión por intento de homicidio y homicidio imprudencial, ya que el saldo rojo que arrojó la noche resultó en una persona del público muerta y diez heridos.
Pese a este estruendoso encuentro, la fama de Sánchez se volvió inminente y regresó a los escenarios hecho una leyenda, vendiendo todas las fechas en su gira de California. Sin embargo, aunque este día cimbró el terror para la música regional mexicana, Chalino Sánchez tenía ya una cita con la muerte.
El 15 de mayo, pero de 1992 y en Culiacán, Sinaloa, el intérprete recibió una amenaza durante su concierto en el Salón Bugambilias, a mitad del concierto y mientras se avecinaba a cantar su popular composición “Alma Enamorada”. Luego de leerla, ignorarla y temrinar su actuación, le comunicó lo sucedido a su personal de seguridad.
Sin embargo, el 16 de mayo, mientras viajaba en una Suburban, la camioneta fue interceptada por personas vestidas de policías federales; en la mañana de ese día, se encontró su cuerpo al lado de una carretera, con dos heridas de bala en la parte posterior de la cabeza.
Al día de hoy, su cuerpo yace en Los Vasitos, Sindicatura de Las Tapias, Culiacán, Sinaloa. Mientras, los conspirativos hechos que rodean su muerte han generado controversias, donde no hay ningún culpable, permaneciendo impune.
Con información de EFE y medios.