¿Chalino Sánchez ft. Manuel Acuña?... ‘Nocturno a Rosario’, el tributo de ‘El Rey del corrido’ al poeta de Saltillo (video)

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/ 1 mayo 2023

Una pieza en el repertorio de la poesía popular mexicana es, sin duda, el ‘Nocturno a Rosario’, acompañado por el desenlace de su autor suicida, el saltillense Manuel Acuña

Hay poemas con una enorme fortuna popular. Entre ellos está el “Nocturno” (1873) que su autor, el saltillense Manuel Acuña (1849-1873), dedicó a Rosario de la Peña y que, por ello, es conocido como el “Nocturno a Rosario”; uno de los poemas emblemáticos del edípico romanticismo mexicano infaltable en las declamaciones y que, previsiblemente, recitó y grabó, con su grandilocuencia, el declamador Manuel Bernal.

Pero éste no fue el único que interpretó el célebre ‘Nocturno’, pues una interpretación norteña de dicho poema fue realizada por el cantante y compositor sinaloense Chalino Sánchez, conocido como El Rey del Corrido. Aun cuando la mayoría de los éxitos de Chalino Sánchez eran de su autoría, también ‘intervino, editó y fijó el corrido romántico ‘Nocturno a Rosario’, a partir del poema homónimo del mexicano Manuel Acuña Narro.

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¿Quién es Manuel Acuña?

Manuel Acuña fue un poeta y escritor mexicano nacido en Saltillo, Coahuila en 1849 y fallecido en la Ciudad de México en 1873. Es considerado uno de los poetas más importantes del romanticismo mexicano y su obra ha sido estudiada y valorada por generaciones de críticos literarios.

Entre sus obras más destacadas se encuentran los poemas “Nocturno a Rosario”, “La despedida” y “El adiós del soldado”. También escribió cuentos y obras de teatro, aunque su legado literario se concentra principalmente en la poesía.

Manuel Acuña vivió una vida breve y trágica, marcada por la pobreza y la enfermedad. Se suicidó a los 24 años de edad, lo que ha contribuido a darle un aire de leyenda y misterio a su figura. Sin embargo, su obra ha perdurado a lo largo del tiempo y su poesía sigue siendo leída y admirada en la actualidad.

¿Quién es Rosalino Sánchez?

Rosalino Sánchez Félix, mejor conocido como Chalino Sánchez, es una de las leyendas de la música regional mexicana. El cantante y compositor de corridos y narcocorridos nació el 30 de agosto de 1960 en el rancho “El Guayabo” ubicado en un pequeño poblado llamado Las Tapias, en Culiacán, Sinaloa.

Chalino Sánchez es considerado como el pionero del género regional, pues abriría el paso a las nuevas generaciones a una corriente musical inusual en los años 80, con la cual traspasó fronteras y puso en alto el nombre de México al convertirse en uno de los máximos precursores del corrido mexicano.

La vida del también llamado “Rey del corrido” siempre estuvo envuelta en tragedia, pues a los 17 años de edad mató a balazos a un hombre que años atrás había raptado y abusado de su hermana cuando ésta tenía 15 años; tras lo cual Chalino Sánchez partió hacia Tijuana y de ahí pasó a Estados Unidos como indocumentado, donde realizó trabajos legales (lavaba platos y vendedor de autos) e ilegales (tráfico de pequen~as cantidades de marihuana y cocaína; además de ayudar a su hermano mayor, Armando, a dirigir una operación de contrabando de inmigrantes).

En 1984, Armando fue asesinado dentro del cuarto de un hotel, con heridas de arma de fuego, y en ese mismo tiempo el Chalino estuvo preso. Es así que la pérdida de su hermano fue el inició de la incursión de Sánchez en la música, ya que comenzó a componer canciones sobre historias interesantes y su fama por los corridos ya no se detuvo.

Entre sus éxitos destacan “Baraja de oro”, “Nieves de enero”, “Alma enamorada”, “El crimen de Culiacán”, “Me persigue tu sombra”, “Hermosísimo lucero”, El Gallo de Sinaloa”, “Rigo Campos”, “La Ametralladora”, “Ramoncito Quiñonez”, “Carta de luto” y “Juan Ayón”.

El póema de Acuña, hecho canción
I
¡Pues bien! yo necesito
decirte que te adoro
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto
al grito que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.
II
Yo quiero que tu sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías,
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías,
que ya no sé ni dónde
se alzaba el porvenir.
III
De noche, cuando pongo
mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho,
y al fin de la jornada
las formas de mi madre
se pierden en la nada
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.
IV
Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás,
y te amo y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.
V
A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y hundirte en mi pasión
mas si es en vano todo
y el alma no te olvida,
¿Qué quieres tú que yo haga,
pedazo de mi vida?
¿Qué quieres tu que yo haga
con este corazón?
VI
Y luego que ya estaba
concluído tu santuario,
tu lámpara encendida,
tu velo en el altar;
el sol de la mañana
detrás del campanario,
chispeando las antorchas,
humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos
la puerta del hogar...
VII
¡Qué hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma,
los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Dios!
VIII
¡Figúrate qué hermosas
las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje
por una tierra así!
Y yo soñaba en eso,
mi santa prometida;
y al delirar en ello
con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno
por tí, no mas por ti.
IX
¡Bien sabe Dios que ese era
mi mas hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,
mi dicha y mi placer;
bien sabe Dios que en nada
cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho
bajo el hogar risueño
que me envolvió en sus besos
cuando me vio nacer!
X
Esa era mi esperanza...
mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡Adiós por la vez última,
amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,
mi juventud, adiós!

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