"El público ama las historias de violencia”, dice Helen Mirren
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"Winchester", dirigida y escrita por los hermanos Michael y Peter Spierig, se centra en Sarah Winchester, la heredera de la compañía de rifles de repetición Winchester.
Helen Mirren lo ha hecho prácticamente todo en su carrera. Ahora, a sus 72 años, se atreve con el terror psicológico en "Winchester", una cinta que encierra un mensaje contra el tráfico de armas y con la que espera llegar a ese público que, según dijo a Efe, ama "las historias de violencia”.
"Algunas películas que hice acabaron siendo un auténtico horror", reconoció entre risas la dama británica, "pero no considero que 'Winchester' -de estreno el viernes- sea una película de miedo. Para mí es un cuento de fantasmas. Creo que hay una gran diferencia”.
"Claro que hay momentos de sobresalto y que dan miedo", precisó, "pero eso está dentro del género, que me parece muy noble. Existe una rica tradición, especialmente en Japón. Y quería formar parte de ello", valoró la artista londinense, quien reconoció que no es habitual la presencia de grandes estrellas en este tipo de proyectos.
"Winchester", dirigida y escrita por los hermanos Michael y Peter Spierig, se centra en Sarah Winchester, la heredera de la compañía de rifles de repetición Winchester, que, según la leyenda, construyó a comienzos del siglo XX una enorme casa a las afueras de San Francisco (California) para encerrar las almas de las personas asesinadas con las armas manufacturadas por su familia.
"Encontré el proyecto muy atractivo. La casa existe y Sarah existió. Su vida está envuelta en un gran halo de misterio. Nadie sabe por qué construyó esa casa ni por qué se convirtió en una reclusa allí. Me pareció un material fascinante y hasta 'shakespeariano'", indicó la ganadora del Óscar por "The Queen" (2006).
"Jugué mucho con el peso de su culpa y del dolor que arrastraba. Es un personaje sumido en la pena, la pérdida y la tristeza. Amo jugar con la imaginación y más aún en este contexto gótico, exótico y extremo", apuntó la actriz, que en la vida real se unió a una iniciativa de la organización humanitaria Oxfam para controlar la venta ilegal de armas.
"Es una situación que prolifera en el mundo. Esas armas caen en manos de señores de la guerra y causan un daño terrible en comunidades enteras. Son armas hechas en países como Alemania, Francia, Italia, China, Rusia... En todos esos lugares hay alguien que se lleva mucho dinero por fabricarlas. Eso me aterroriza. Es gente con sangre en las manos", declaró.
Mirren, tras una vida dedicada al teatro, la televisión y las historias íntimas en el cine, ha dado un vuelco en los últimos años a su carrera para participar en títulos como RED (2010) o "The Fate of the Furious (2017), que poco tienen que ver con su distinguida imagen conseguida gracias a obras como "The Madness of King George" (1994), "Gosford Park" (2001) o "The Last Station" (2009), por las que fue nominada al Óscar.
"A la gente, seamos honestos, le encanta la violencia en el cine. Y a mí también", reconoció la intérprete.
"Pero esto es así desde el principio de los tiempos: ahí están los antiguos poemas heroicos o las leyendas nórdicas o británicas. Son historias sobre violencia, guerra y sexo. En los últimos 3.000 años siempre hubo narradores en torno al fuego contando esos relatos. Violencia y sexo van de la mano. Aún es lo que más vende", manifestó.
En el caso de Mirren, querer participar en ese tipo de proyectos, además, era una simple cuestión de curiosidad.
"Hacer cine íntimo e historias pequeñas es maravilloso, pero me apetecía probar ese espectro de grandes espectáculos tan desconocido para mí. Quería comprobar cómo hacían esas enormes producciones y me fascina ver la artesanía que encierran. Amo esa sensación de entrar en un mundo diferente gracias a los platós y los decorados", sostuvo.
Más terrenal es el movimiento "Me Too" ("Yo también"), cuyo objetivo es denunciar el acoso sexual a las mujeres, algo que la propia Mirren sufrió cuando era joven. Eso sí, también aplaude las recientes palabras de Catherine Deneuve, que defendió el derecho al flirteo y a la galantearía frente al "puritanismo" de las feministas.
"Es un argumento válido. Creo que dio su opinión de la forma más inteligente, delicada, precisa y humana. Todas las voces deben ser escuchadas. Y creo que lo ideal es encontrar el consenso a medio camino entre lo que unos y otros defienden", finalizó.