Maestro del realismo social, Ken Loach cumple 80 años

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/ 17 junio 2016

    La mayoría de los filmes de Loach han seguido en la misma línea: narrar cómo la clase trabajadora intenta vivir dignamente en un sistema hostil.

    Cronista de las injusticias sociales y portavoz de la clase obrera, el británico Ken Loach acaba de coronarse en Cannes con su segunda Palma de Oro por el drama social "I, Daniel Blake". Con el prestigioso galardón y el homenaje a su filmografía en el documental "Versus: The Life and Films of Ken Loach", el cineasta ha logrado dar definitivamente el salto de enemigo del Estado a figura de culto.

    Hoy, el veterano director cumple 80 años, y es muy probable que celebre tan redonda fecha de la misma manera que sus premios en los certámenes cinematográficos: con una taza de té en lugar de una copa de champán.

    Al igual que los protagonistas de sus filmes, el joven Loach también se crió en una familia de clase trabajadora, pero al contrario que ellos él consiguió una beca para estudiar Derecho en la prestigiosa universidad de Oxford. Allí comenzó su activismo y su inclinación por las artes escénicas, primero como actor de teatro y, a comienzos de los 60, como director promesa en la BBC.

    Allí fue donde hace justo 50 años causó furor con el drama documental "Cathy Come Home", convertido ahora en todo un clásico del realismo social. Aquel largometraje sobre las penurias de una joven familia sin trabajo ni techo desató un agitado debate sobre la indigencia que llegó hasta el Parlamento y acabó derivando en la creación de dos centros de ayuda a las personas sin hogar.

    Desde entonces, la mayoría de los filmes de Loach han seguido en la misma línea: narrar cómo la clase trabajadora intenta vivir dignamente en un sistema hostil. Loach se fue consolidando como un sensible observador de las miserias sociales, algo que ponía de los nervios a los conservadores "tories", especialmente en tiempos de Margaret Thatcher.

    "Al hacer cine sobre la vida de las personas, la política es decisiva", explica el realizador en el documental "Versus" (Louise Osmond), que acaba de estrenarse en Reino Unido. En los años 80 hubo incluso trabajos de Loach para la BBC con gran carga de crítica social que desaparecieron en sus archivos en lugar de ser emitidos.

    El estilo de Loach es inconfundible: trabaja con actores amateur que a menudo hablan dialectos marcados. Sólo les da a leer una parte del guión y rueda de forma cronológica para capturar la historia de la manera más real posible. "Pienso en cómo filmar para que sea creíble. Para que yo realmente lo dé por cierto", cuenta en "Versus". En "Kes", sobre un adolescente con problemas y aficionado a la cetrería, fue tan lejos que a los niños realmente se les golpeaba en la mano en las escenas de la escuela.

    El cine europeo debe a Loach muchas de sus obras maestras sobre la clase obrera británica, entre ellas "Poor Cow" (1967), "Raining Stones" (1993) o "My Name is Joe" (1998). También impresionó con dramas históricos como "Tierra y libertad", enmarcado en la Guerra Civil española, o "La canción de Carla", sobre la contienda civil en Nicaragua. En esta última, el cineasta y trotskista convencido toma partido de manera tan clara que sus detractores lo acusaron de utilizar su talento con fines propagandísticos.

    Incluso cuando en 2006 se alzó con su primera Palma de Oro en Cannes, el diario sensacionalista "Daily Mail" titulaba "¿Por qué Len Loach detesta tanto su país?" Y es que su premiado drama "El viento que agita la cebada" (también conocido como "El viento que acaricia el prado") dibuja un crítico y violento retrato de la lucha por la independencia irlandesa en los convulsos años 20.

    Diez años después, el cineasta acaba de coronarse de nuevo en La Croisette con "I, Daniel Blake", que trata de un tema tan poco ligero como la asistencia social en Reino Unido. Donald Sutherland, miembro del jurado que le entregó su segunda Palma, la definió como "una película fantástica que perdura en el alma". El propio Loach dijo a la BBC: "Debemos revisar este sistema cruel de sanciones y prestaciones. Consiste en contar a los pobres que es culpa siya, que no tienen trabajo porque son incapaces o inútiles".

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