Sí, la adolescencia apesta…
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¿Recuerdan cuando recién entraron a la secundaria y el universo les parecía demasiado adulto al observar a los de tercer año en los pasillos o afuera de sus salones? Literalmente existían sólo dos años de diferencia, pero en años-adolescente, era como una eternidad que te hacía madurar gracias al pánico que provocaba la amenaza de convertirse en la burla de los más grandes.
La nueva serie de Netflix, “Everything Sucks!”, nos regresa a mediados de los 90 y nos presenta una historia sobre la adolescencia y sus complicaciones. Plagada de referencias a 1996 (ya saben: cds, juguetes, moda, grunge, videocasetes y poca o escasa tecnología), esta apuesta de Ben York Jones (escritor de las cintas románticas “Like Crazy” y “Newness”) y Michael Mohan (“Save the Date”) parece de entrada una comedia, pero muy pronto se estaciona en un drama profundo sobre los conflictos de una jovencita de segundo año que está por descubrir su homosexualidad y un chico de primero enamorado de ella que deberá enfrentarse al rechazo.
Esta extraña definición del tono de “Everything Sucks!” juega tanto a favor como en contra. Al inicio me recordó lo que intentó hacer Paul Feig con “Freaks and Geeks”. Una serie juvenil estrenada en 1999 que regresaba a los 80. Todavía considerada una joyita de la televisión, “Freaks and Geeks” retrataba con bastante sentido del humor el mundo tanto de los niños que pasan a la adolescencia, como el de los jóvenes que pasan a la primera adultez. Fue un éxito porque sus personajes, referencias y sentido del humor encajaban a la perfección.
“Everything Sucks!” nos presenta a dos personajes protagonistas muy inteligentes e interesantes, pero nada más. Si acaso, estos dos jovencitos (Jahi Di’Allo Winston y Peyton Kennedy) son los que permiten disfrutar en algo esta serie, pues es tan sosa, que de pronto no deja muchas ganas de continuarla. Al tercer episodio me di cuenta que estaba, más bien, frente a una versión moderna de “Los Años Maravillosos” (1988). Milagrosamente, esa serie consiguió enternecer los corazones de la época, y con los primeros capítulos de “Everything Sucks!”, descubrí que existe en su concepción un objetivo similar.
¿Funciona? Insisto, los personajes principales crean la empatía necesaria para que encontremos una gran virtud en esta nueva historia. Hay tanta ternura bien puesta, que realmente nos gana si hablamos de emotividad. Es un drama sobre los conflictos familiares, la terrible adolescencia, el bullying, la confusión de los sentimientos, el despertar sexual y las primeras decepciones amorosas. Pero aquí van sus dos grandes defectos: Es aburrida en muchos momentos y posee un sentido del humor bastante torpe. Entonces, funciona a medias.
“Everything Sucks!” es una serie con corazón, de buenos sentimientos e intenciones. El problema es que algunos pensarán que no es suficiente para mantenerlos atentos durante diez episodios. Estoy dentro de esos “algunos”.