Tomb Raider: Potencial desperdiciado
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Esta nueva adaptación fílmica del famoso videojuego casi logra ser una buena cinta de acción, pero al final se vuelve demasiado genérica para sobresalir
Calificación: 6.2 de diez
Sigue sin haber una buena película basada en un videojuego. Por poco y “Tomb Raider” (“Tomb Raider: Las Aventuras de Lara Croft”) se convertía en la primera adaptación fílmica de este otro medio que no era mala. ¿Es pésima? No, para nada. ¿Tenía posibilidades de ser mejor? Bastantes. ¿Vale la pena? Honestamente no. Esta cinta no es horrible y es casi por eso que nos hace sentir mucho más irritados, pues el potencial y las intenciones son muy claras. Es una oportunidad desperdiciada. Lo que pudo ser una cinta de acción cruda, intensa y con un personaje femenino fabuloso, se convierte en una aventura genérica y plana, sin sorpresas, con una historia tan obvia y aburrida que más valdría tener un control en nuestras manos para intentar no dormirnos. No nos queda más que añorar lo que pudo ser y el consuelo de que por poquito estos dos medios logran llevarse bien al fin.
La película está basada en el juego de 2013, que es una especie de reinicio de esta franquicia que nació a mediados de los 90 y sigue hasta la fecha en diversas consolas. Cuenta la historia de Lara Croft (Alicia Vikander), una joven rebelde amante de las artes marciales mixtas y andar en bicicleta. Heredera de una poderosa familia, se rehúsa a tomar los millones que le ofrecen, pues cree que su padre sigue con vida. Ese conflicto la lleva a descubrir la vida secreta de su papá, quien buscaba la tumba de Himiko, una antigua reina oriental que aparentemente tenía poderes sobrenaturales. Con la esperanza de encontrarlo, Lara decide seguir sus pasos, sólo para encontrar una serie de obstáculos tanto naturales como humanos y una ambiciosa organización a la que se enfrentará con arco, flechas y todas las habilidades físicas que antes sólo había utilizado para repartir comida por la ciudad.
Tengo una creencia muy clara: una adaptación, de cualquier medio, a la pantalla grande, se tiene que sostener por su cuenta, sin depender de su origen. Llámese libro, cómic o videojuego. Es decir, el espectador no tiene la obligación de leer o jugar nada para entender ni disfrutar lo que se desenvuelve frente a él en la sala de cine. Por eso es una adaptación, no es tal cual una traducción idéntica, se trata de medios diferentes y cada cual requiere su propio lenguaje. Dicho esto, no soy fanático de los videojuegos y si acaso jugué alguno de “Tomb Raider” fue hace muchos años y de manera muy breve en mi viejo PlayStation uno. Entiendo un poco de que va: una especie de Indiana Jones femenina con tintes de acción noventera y un cuerpo extremadamente sexualizado en algunas de sus versiones.
El problema con la película es que si no llevara el nombre de este videojuego, pasaría sin pena ni gloria. Y eso está mal, porque pudo ser mucho más. La aventura es demasiado simple y parece no querer explotar demasiado las buenas ideas que tiene. Aquí hay un buen personaje femenino y una historia que se presta para buenas secuencias de acción. En ningún sentido esperaría una obra súper profunda o dramática de una trama semejante, pero sin duda pudo ser mucho más divertida. Los ingredientes estaban ahí dispuestos, el director noruego Roar Uthaug lo sabe, pero no los utiliza para su beneficio.
Por la razón que sea, la cinta es lo que es, pero aquí interesa lo que pudo ser. Tiene a la ganadora del Oscar Alicia Vikander en el protagónico y al fantástico Walton Goggins como el villano. Y si algo hace bien, de hecho, es presentar a Lara Croft como un personaje entendible, sus motivaciones son claras y se ancla perfecto a la realidad. Incluso sus absurdas acrobacias y habilidades físicas tienen una razón de ser. El problema aquí vendría a ser el personaje de Goggins y el del padre, interpretado por Dominic West. Un villano mucho más trabajado hubiera hecho del conflicto principal algo más interesante que un tipo que sólo quiere encontrar una tumba vieja. West, por su parte, no creo que tenga mucho que hacer más que ser el gancho emocional y motivación principal de la protagonista. Su presencia debía estar más acentuada en el pasado de Croft, no en el presente. Siendo más directos: creo que el personaje debía aparecer sólo en flashbacks y estar muerto.
Son, en realidad, pequeños ajustes. Quizá no debería, pero describiré la película que me hubiera gustado ver, demostrando que en realidad la cinta no tendría que cambiar tan radicalmente. Primero: hubiera sido clasificación C. Violencia mucho más explícita en las secuencias de acción, que pretenden ser muy crudas, hubieran realzado el asunto más allá del plano convencional. Aquí tal vez hubiera requerido un mejor trabajo coreográfico, sobre todo en las peleas cuerpo a cuerpo, de las cuales un aumento considerable no habría estado nada mal tampoco. Lo que me lleva al siguiente punto: simplificar el conflicto. Mientras la veía, me vino a la mente una idea: esto pudo ser una fusión de “Depredador” (1987) con Rambo e Indiana Jones. La idea de una mujer sola contra un ejército, en medio de una selva, sin armas, valiéndose de sus pocos recursos y grandes habilidades físicas para vencer. Algo que también nos recuerda a “Duro de Matar” (1988), pudo funcionar de maravilla.
Yo sé que no estoy aquí para decirle al señor Uthaug la cinta que tuvo que haber hecho, pero lo cierto es que la que hizo no funciona. Le falta algo para sacarla de su molde, para que aproveche todavía más el potencial de Vikander, quien está comprometida y carga con todo el peso de forma magnífica. La historia está ahí, hacía falta nada más manejarla de tal modo que fuera más emocionante, intensa. Pasa frente a nuestros ojos sin encendernos como debería. Tiene potencial, así que no nos queda más que desear que si sacan una secuela, como obviamente pretenden, lo vean y hagan algo al respecto.
El dato
Director: Roar Uthaug.
Elenco: Alicia Vikander, Dominic West, Walton Goggins, Daniel Wu, Kristin Scott Thomas, Derek Jacobi, Nick Frost.
Género: Acción / Aventuras
Clasificación: B
Duración: 118 minutos