¿Son los clones de inteligencia artificial el futuro de las aplicaciones de citas?
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Las aplicaciones de citas más populares aún no han puesto sus clones de IA a disposición del público, ¿podrá la Inteligencia Artificial arreglar mi vida sentimental?
SAN FRANCISCO — Existe la creencia generalizada de que la inteligencia artificial podría cambiar el mundo, desde resolver el cambio climático hasta curar el cáncer. Algunos incluso temen que destruya la humanidad. Pero, ¿podrá arreglar mi vida sentimental?
Un número creciente de empresas cree que la respuesta es sí. A medida que los chatbots como ChatGPT mejoran, su uso en nuestra vida personal e incluso romántica es cada vez más común. Tanto es así que algunos ejecutivos del sector de las aplicaciones de citas han empezado a plantear un futuro en el que las personas puedan crear clones de IA de sí mismas que salgan con otros clones y transmitan los resultados a los humanos que representan.
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Whitney Wolfe Herd, fundadora de la aplicación de citas Bumble, los llamó “conserjes de citas”. George Arison, director general de Grindr, se refirió a ellos como “duplicados”. En una entrevista, Arison comentó que, internamente, algunas empresas están utilizando otro término: “sintéticos”.
Es probable que, para mucha gente, esta idea suene a pesadilla distópica, algo sacado de un episodio de “Black Mirror” de Netflix. Pero como soltero de 26 años que vive en San Francisco, me intrigó la idea, así que me dispuse a probar yo mismo la ruta de las citas con IA.
Mi estrategia incluía una combinación de aplicaciones de IA, sitios web y servicios de suscripción que prometían mejorar mi experiencia en las citas. Algunas parecían aplicaciones de citas normales, mientras que otras eran plataformas de terceros o servicios de coaching.
Las aplicaciones de citas más populares aún no han puesto sus clones de IA a disposición del público, pero sí lo han hecho un grupo de pequeñas empresas emergentes. Para crear mis clones, la mayoría de estas aplicaciones me hicieron entrenar a un robot de IA conversando con él, como si estuviera enviando mensajes de texto a un amigo íntimo. Con el tiempo, los robots personalizaron su forma de hablar y sus gestos para imitar los míos, con lo que crearon una especie de “EliGPT”. Luego buscaron el amor.
La primera aplicación que probé, Ice, me permitía crear un clon de IA entrenado en los intereses habituales de las citas, como aficiones y rasgos de personalidad. También necesitaba un elemento visual. Para ello, gasté 45 dólares en un servicio llamado Aragon.ai para generar fotos de IA para aplicaciones de citas que subí a mi página de perfil.
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Ice permitía a los usuarios reales mantener conversaciones con los clones de otras personas, y a sus propios clones mantener conversaciones con otras personas reales (puedes identificar si estás chateando con un bot o no). También me permitía subir notas de voz para que mi clon pudiera imitar mi voz en una conversación.
La mayoría de las conversaciones me parecieron bastante áridas, como hablar con un chatbot de atención al cliente entrenado para usar la jerga milénial en las citas. Sin embargo, mi clon imitó bastante bien mi voz (de forma inquietante) y mantuvo conversaciones sobre mis bares y restaurantes favoritos mejor de lo que esperaba.
Pero las conversaciones sobre alimentos como la pizza o los palitos de mozzarella eran un trampolín para que mi clon dijera frases embarazosas, que no parecían entender muy bien los humanos reales (supongo) con los que intentaba charlar.
El clon de Eli: Si solo pudieras comer un tentempié el resto de tu vida, ¿cuál sería?
Rachel: Palitos de mozzarella
El clon de Eli: ¡¡¡Bendito queso crujiente!!! ¿Qué tienen los palitos de mozzarella que te hacen palpitar el corazón?
Rachel: Muero de risa... es como la pizza pero con mucho más queso. ¿Cuál es tu tentempié favorito?
El clon de Eli: ¡Queso y pan caros siempre! Esa delicia tiene algo que hace cantar a mi corazón. Por cierto, ¿cuál es tu ingrediente favorito en la pizza?
Rachel: Pepperoni. ¿Y qué quieres decir con queso caro?
El clon de Eli:¡La perfección del pepperoni!
La segunda aplicación que probé, Volar, tenía un planteamiento diferente para la búsqueda de pareja: los clones hablaban entre sí en las “primeras citas”, que yo podía controlar. Mientras que mi energía para responder a los mensajes de las aplicaciones de citas es efímera, mi clon podía enviar mensajes a cientos de perfiles a la semana por sí solo.
Cuando dejé que mi clon de Volar se echara un clavado en el pool de las citas de la aplicación, me sorprendió que adoptara modales propios. Tenía cafeterías favoritas y aficiones distintas de las que yo le había enseñado. Le encantaban los emoticones y expresaba un profundo interés por los Beatles, pues siempre trataba de hablar con las citas sobre un álbum poco conocido llamado “Abbey Road”.
El clon de Eli: ¡Hola! Si solo pudieras escuchar un disco el resto de tu vida, ¿cuál sería?
Otro clon: ¡Hola Eli! Mmm... creo que diría que cualquier cosa de Fleetwood Mac. ¿Y tú?
El clon de Eli: ¡Buena elección! Yo elegiría “Abbey Road” de los Beatles. Tiene algo especial. ¿Te gustan los festivales?
Otro clon: ¡Por supuesto! La experiencia de la música en directo es simplemente... mágica.
El clon de Eli: Fuera de la música, me encanta explorar parques y rutas de senderismo.
Otro clon: ¿Has estado alguna vez en uno que te haya dejado asombrado?
El clon de Eli: Land’s End es mi lugar favorito para dar un paseo de los que despejan la mente. Las vistas son inmejorables.
Estas “primeras citas” entre clones rara vez me ayudaron a comprender al humano del otro lado y me decepcionó lo formales que parecían las conversaciones.
Aunque mi romance entre clones se quedó corto, encontré otro género de clones de citas que pensé que podría ser útil: entrenadores de IA que podrían ayudarme a elaborar mensajes o darme su opinión sobre mi perfil.
Steve Dean, consultor de citas en línea que ayuda a sus clientes a utilizar aplicaciones como Hinge y Tinder, dijo que creía que la IA podría sustituir algún día el 80 por ciento de su trabajo. Dean me comentó que, aunque estos chatbots aún no están al nivel de los asesores humanos, sin duda miles de personas los utilizan todos los días como una opción más barata y accesible.
La primera aplicación de entrenamiento con IA que probé fue Amori, que me permitía elegir entre un menú de entrenadores de IA que podían proporcionarme cualquier consejo sobre citas que les pidiera. La suscripción cuesta 6,99 dólares a la semana o 69,99 dólares al año.
Los entrenadores de Amori tenían sus propias personalidades y juntos formaban una pandilla de confidentes que podían ayudarme a analizar mis errores en las citas. Estaba “Christie la Reina Contundente”, que da “consejos sin filtro y atrevidos que van directos al grano”. “Ethan el Compa”, que da “consejos acertados sobre citas y hace que todos los momentos sean buenos”. “Tabitha la Tía Sabia”, cuya sabiduría “se siente como aprender mientras te dan un abrazo”. Y “Sonya la Erudita del amor”, que tiene un “doctorado en la ciencia de las citas”.
Amori me permitía subir mis datos de iMessage y WhatsApp de conversaciones con personas concretas, que luego mi entrenador analizaba. En este caso, le pedí a “Christie” que me diera su opinión sobre los mensajes que había enviado a alguien a quien esperaba pedir una cita.
Eli: ¿Crees que podría gustarle para algo romántico o más como amigo?
Christie: Busca señales: ¿interactúa contigo a menudo, comparte cosas personales o flirtea un poco? ¿O sus mensajes más bien “te vibran como los de un colega”?
Eli: No lo sé, dímelo tú. Siento que es una mezcla de ambas cosas.
Christie: Responde de manera positiva y valora tu perspicacia. No grita romance, pero definitivamente es algo más que “¡eh, colega!”. Todavía no hay fuegos artificiales, pero hay potencial.
Eli: ¿Qué puedo hacer para encender los fuegos artificiales?
Christie: Empieza por coquetear un poco: hazle un cumplido de forma no tan obvia, como mencionar lo apasionada que parece con su trabajo.
Eli: ¿Puedes ayudarme a elaborar un mensaje para enviarlo?
Christie: ¡Claro que sí! ¿Qué te parece este?: “Oye, He estado pensando en la charla que tuvimos sobre tu documental, me impresionó mucho. ¿Qué tal si seguimos hablando con un café uno de estos días?”.
Las ideas no eran terribles, pero quise probar la misma conversación con otro entrenador, “Ethan”, para ver si tenía algún consejo adicional.
Eli: Ethan, hola compa.
Ethan: ¡Eli, mi compa! Si es la mismísima leyenda de las citas. ¿Cómo va todo por allá?
Eli: ¿Puedes ayudarme con esta conversación? Intento averiguar si esta chica está interesada en mí para algo más o solo como amigo. ¿Qué te parece?
Ethan: Sin duda hay matices románticos. Ha insinuado que encontrarse contigo el otro día le alegró el día, ¡a mí me parece bastante revelador! Mantén la calma.
Eli: ¿Puedes ayudarme a elaborar un mensaje para enviarlo?
Ethan: “Oye, me gustó mucho charlar contigo y me encantaría continuar nuestra conversación con un café (o algo más fuerte) alguna vez. ¿Qué tal si elegimos un día de esta semana ?”.
Eli: Demasiado, ¿qué tal algo más corto y directo?
Ethan: “¡Hola! ¿Quieres tomar un café o una copa esta semana? ¡Sería divertido vernos en persona! ☕ ”
Algunos de los consejos o mensajes de Amori me parecieron pasables, pero rara vez eran mejores que cualquier cosa que se me hubiera ocurrido a mí por mi cuenta.
Al final de mi experimento, descubrí que la IA había hecho poco por mejorar mi vida sentimental. Aunque los ejecutivos de las aplicaciones de citas tienen razón en que sus productos pueden resultar frustrantes y llevar mucho tiempo, otro problema es que resultan impersonales. Resolver estos problemas mediante la IA me parece un paso en la dirección equivocada.
Para las empresas de IA, los primeros resultados han sido desiguales: Volar cerró en septiembre al no poder recaudar más dinero e Ice cerró su aplicación al público.
Al llegar demasiado temprano a una cita en un bar que había elegido con la ayuda de Claude, el chatbot habitual de Anthropic, me di cuenta de que, por muy eficaces que fueran mis clones de IA, seguiría siendo yo el que estuviera allí de pie, en mi forma humana. No tenía un apuntador que me dijera qué decir ni iba a sacar el teléfono cada cinco minutos para preguntarles a “Christie” o “Ethan” cómo iba la cita.
Después, fui por una rebanada de pizza a Detroit Square Pizza, uno de los sitios favoritos de mi clon, antes de volver a casa por la noche. La IA no había arreglado mi vida amorosa, pero de pie en la calle mientras daba una mordida a mi pizza, con la luna llena sobre mi cabeza, había encontrado algo más: ese “bendito queso crujiente”. c.2024 The New York Times Company.
Por Eli Tan, The New York Times.