Un marcapasos que se carga con los latidos de nuestro propio corazón
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Los nuevos materiales que revolucionan la medicina son poco más grandes que una tirita
En enero de 2015 Canan Dagdeviren apareció en una lista de la revista Forbes como una de las jóvenes científicas que están cambiando el mundo. El título, prestigioso puesto que situaba su nombre junto a los más brillantes investigadores del mundo, debió complacer a Dagdeviren, pero no sorprenderla. Nacida en Estambul, está acostumbrada a jalonar su trayectoria con reconocimientos. Fue la alumna más brillante de su licenciatura en Ingeniería Física, con lo que se ganó el derecho a una beca Fullbright para doctorarse en la universidad de Illinois, y actualmente es investigadora asociada en el Instituto David H Koch para la Investigación de Cáncer del MIT, uno de los centros más importantes del mundo.
La inspiración para su proyecto más ambicioso -dispositivos electrónicos biointegrados para detectar cambios en nuestro organismo- le llegó de una forma inusual: cuando su madre le comentó que no estaba segura de que la crema que estaba utilizando fuera la adecuada para su piel. Cualquiera que no tenga el talento de Canan Dagdeviren habría recomendado a su madre visitar un dermatólogo. Ella, en cambio, ideó un dispositivo que pudiera medir pequeños cambios en la cualidad de la piel que son inapreciables al tacto. Aquello terminó siendo el germen de una nueva técnica para la detección precoz del cáncer de piel.
Un vistazo a la página web de la investigadora turca, ilustrada con una reproducción del hombre de Vitruvio donde se señalan los distintos puntos en los que pueden aplicarse sus dispositivos, sirve para darse cuenta de las innumerables utilidades que abre este campo de la bioelectrónica para la medicina. Entre otras, la posibilidad de fabricar nuevos marcapasos capaces de alimentarse con la energía eléctrica que generan los movimientos de nuestros órganos, consiguiendo así evitar el desgaste que conlleva en el paciente tener que cambiar el dispositivo cada pocos años. Dagdeviren tiene muy claro hacia dónde se encaminan sus investigaciones; quiere que “la vida sea más cómoda y de mayor calidad que antes”. Un objetivo ambicioso para algo que comenzó con una crema…