6 ventajas de ser una madre joven

Vida
/ 26 diciembre 2017

Sin duda alguna, si me dieran a elegir nuevamente, no dudaría en ser madre joven. Los beneficios de serlo han superado todas y cada una de mis expectativas

Es sábado por la noche y no, no estoy en un bar disfrutando con amigos, ni bailando la última canción de moda como seguramente si lo están haciendo muchas mujeres de mi edad. Por el contrario, me encuentro con 2 pequeños, uno en mi regazo jugueteando con un peluche y otro sentado a mi lado mientras disfruta de la lectura de un libro que encontró hoy por la tarde. Fui madre joven, muy joven (bajo mi decisión, estando casada y de manera absolutamente consciente de lo que significa formar una familia) y estoy eternamente agradecida de ello porque me ha dado ventajas.

Más energía

Mi primer hijo nació cuando yo tenía 21 años y llevaba 2 años casada. La energía que se tiene en esa época me permitió sobre llevar de buena manera los desvelos, jugar en el piso, correr de un lado a otro (jardín, actividades, clases y otras tantos proyectos a los que me dedico), sacar pañales, lidiar con pataletas, reuniones y otras tantas ocupaciones sin sufrir grandes agotamientos, pues como dice el refrán “juventud, divino tesoro”.

Tuve el tiempo suficiente para planificar mi segundo hijo

Tuve 8 años para planificar mi segundo hijo, antes de que el reloj biológico comenzara a dar las primeras señales para que apurara el proceso. Por tanto, fue una decisión a conciencia, tomada y planificada en conjunto, sin ningún tipo de presión.

Cuando ellos sean adultos, yo no seré una anciana

Cuando mis hijos sean mayores de edad, yo recién estaré dentro de mis cuarenta. Por lo que aún habrá tiempo para dedicarme a hacer actividades de mi interés, viajar o si ellos han decidido ser padres jóvenes, también podré disfrutar a mis nietos sin complicaciones.

Menos riesgo de enfermedades congénitas

El momento ideal para tener un hijo se sitúa entre los 20 y los 30 años, fisiológicamente hablando. Por lo que el riesgo de complicaciones en el embarazo o de enfermedades congénitas del bebé, son considerablemente más bajas que en el caso de ser mamá después de los 30.

Mamá moderna

El lenguaje, los artefactos electrónicos y otros aspectos de este tipo serán más fáciles de entender, pues la brecha generacional que nos separa no es excesiva y permite mantener el mismo tipo de conocimiento de cómo hacer las cosas.

Menos, pero mejores amigos

Cuando se tienen niños pequeños, es muy difícil compatibilizar los tiempos con aquellos amigos que aún no se convierten en padres, pues la vida funciona de manera diferente.

Por ello casi como por arte de magia, un día despiertas y te das cuenta que tienes pocos, pero muy buenos amigos. Que son capaces de comprender que el ritmo de vida que llevas muchas veces no te permite estar presente como antes, pero ellos buscan la manera de adaptarse y lograr mantener una estrecha relación de amistad a lo largo del tiempo.

Sin duda alguna, si me dieran a elegir nuevamente, no dudaría en ser madre joven. Los beneficios de serlo han superado todas y cada una de mis expectativas.

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