9 razones para que dejes salir a tus hijos a jugar (Aunque haga frío)
En una sociedad preocupada por alcanzar cada hito de desarrollo en tiempo y forma, el juego desestructurado no es considerado algo necesario. Aquí hay nueve razones para que tus hijos jueguen tranquilos
Como madre, me siento presionada para lograr que mis hijos alcancen cada hito de desarrollo en tiempo y forma. El reloj comienza a correr desde que nacen: tienen que sentarse solos a los 9 meses, gatear a los 11, caminar a los 13, pronunciar entre 20 y 50 palabras a los 2 años, decir oraciones enteras a los 3 y así (CDC, 2016). Con la presión que se ejerce sobre la enseñanza académica, los recreos escolares son cada vez más cortos y el tiempo libre escasea. Los niños de hoy pasan al aire libre la mitad del tiempo que los niños de la década de 1980, según Juster, Ono y Stafford, 2004.
La Sociedad Americana de Pediatría (2008) recomienda 60 minutos de juego desestructurado por día porque es fundamental para la salud física y mental. Los reto a que dejen jugar a sus niños afuera, incluso cuando hace frío. Yo comencé por reducir a 20 minutos el tiempo que mis hijos pasan frente a una pantalla (televisión, cine y computadora) cada día. Antes, ellos pasaban bastante tiempo afuera pero pensé que si reducía el tiempo frente a una pantalla y aumentaba el tiempo que jugaban afuera, iba a ser mucho más provechoso. Es más trabajoso pero a la vez más entretenido. Estas son las nueve razones por las que nuestros niños deben salir a jugar al aire libre.
1. Habilidades sociales
Las habilidades sociales no solo consisten en aprender a jugar con los demás. También incluyen el desarrollo del lenguaje y la comunicación. Cuando los chicos de diferentes etapas de desarrollo juegan al aire, cultivan nuevas habilidades a la vez que aprenden a enseñar otras.
2. Cultivar la seguridad en uno mismo
Los juegos de la niñez son una preparación para la vida adulta. Cuanta más práctica se tenga, se utilizarán esas habilidades con mayor soltura. Con frecuencia, el juego comienza con conceptos repetidos que se van modificando levemente y se convierten en escenarios más complejos que se puede aplicar a situaciones futuras.
3. Destreza física
A medida que el cuerpo crece, las habilidades motoras de los niños también cambian. Al jugar, aprenden nuevas destrezas físicas, como saltar en un pie, juntar pequeñas conchas en la playa o sacar la lengua.
4. Curiosidad
Los niños son como pequeños científicos y el tiempo libre es su laboratorio. A medida que llevan a cabo sus experimentos (por lo general, a expensas del piso limpio), aprenden los principios básicos de la vida. Por enésima vez, nosotros vemos manchas de salsa en el piso limpio pero ellos ven leyes de velocidad y aceleración en situaciones reales.
5. Aprender a tomar decisiones
Cuando toman decisiones al jugar, aprenden que todo tiene consecuencias positivas o negativas. Lo bueno en este caso es que esas consecuencias son fugaces. Pueden repetir la situación varias veces y tomar decisiones diferentes cada vez, que también tienen consecuencias distintas. Tienen la oportunidad de considerar la misma situación desde diferentes puntos de vista. Estos son los cimientos de la toma de decisiones de los adultos, que enumeran las opciones y eligen la mejor.
6. Creación de vínculos
A algunos adultos les cuesta ponerse a jugar, ya sea porque perdieron la práctica o nunca aprendieron a jugar de chicos. El juego es una de las mejores maneras de crear vínculos entre padres e hijos. Es importante que el adulto se permita actuar lúdicamente. Así ayuda al niño a establecer una relación de confianza con una figura que se preocupa por su bienestar y recordarán esos momentos por siempre.
7. Probar los límites
Si tus hijos son como los míos, entonces les gusta poner a prueba los límites. Este es un fenómeno normal de la niñez y que ayuda a crear una sensación de seguridad. Cuando el niño pone a prueba un límite y el adulto le demuestra que se ha pasado de la raya, el niño siente que el adulto lo puede guiar y atajar si tropieza en su camino. De a poco aprenden a reparar los errores que cometen, y necesitan menos orientación cada vez hasta que ellos mismos se convierten en guías.
8. Paciencia
Algunas actividades pueden poner a prueba la paciencia: esperar en fila, distribuir bocadillos equitativamente o comunicarse con compañeros de juegos más pequeños. Aprender a mantener la calma y resolver conflictos son dos habilidades fundamentales. Jugar libremente con nuevos amigos promueve el entendimiento y la empatía.
9. Disfrute
Los niños, como los adultos, necesitan hobbies nuevos y tiempo libre para resetear el cerebro. Esto nos da la oportunidad de relajarnos y liberarnos de lo que nos causa estrés. El juego puede ayudar a alcanzar nuevos niveles de felicidad si tanto padres como hijos pueden disfrutar de esta experiencia liberadora.
Ahora que conoces las razones para hacerlo, es momento de dejar que los chicos salgan y disfruten del cambio de estación.